02 de Noviembre de 2024
Versión uno
En el silencio de la noche oscura
sale de la espesura
incauta la luciérnaga modesta,
y su templado brillo
luce en la oscuridad el gusanillo.
Un sapo vil, a quien la luz enoja,
tiro traidor le asesta,
y de su boca inmunda
la saliva mortífera le arroja.
La luciérnaga dijo moribunda:
¿Qué te hice yo para que así atentaras
a mi vida inocente?
Y el monstruo respondió: Bicho imprudente,
siempre las distinciones valen caras:
no te escupiera yo, si no brillaras.
Fábula de Juan Eugenio Hartzenbusch
Versión dos
Sobre la verde alfombra,
un insecto de luz tranquilo estaba
y discreto, oculto entre la sombra
sin saberlo, brillaba.
Un sapo víl, negruzco y enlodado
salió de su agujero
y su baba escupió
de envidia hinchado
sobre el insecto, fúlgido lucero.
¡Dios mío! ¿Qué te he hecho?
¿Por qué razón tu cólera se inflama?
¿Por qué con sucia baba me mancillas?
Y el sapo contestó airado
¡PORQUE BRILLAS!
Autor anónimo
Tercera versión
EL SAPO Y LA LUCIÉRNAGA
Fábula de Octavio Campa Bonilla
En el campo florido
la primavera su verdor lucía,
las aves, al rey sol, desde sus nidos,
con sus alegres trinos, despedían.
La tarde en el crepúsculo se hundía;
una sutil luciérnaga volaba
al concierto de aquella algarabía,
y en tanto, que la luz agonizaba,
cual minúscula estrella refulgía.
Un sapo abandonó la madriguera
porque aquel resplandor lo molestaba,
y lleno de rencor, hecho una fiera,
escupió aquella luz a la que odiaba.
Quiso el bicho saber por qué el ultraje,
¿sabes insecto vil por qué te humillo?
respondió el sapo, lleno de coraje:
¡porque puedes volar, y por tu brillo!