Un terrorismo mal enfocado
Sergio Mejía Cano
24 de Diciembre de 2024
La pretensión del próximo presidente de los Estados Unidos, Donal Trump, de denominar como terroristas a los grupos que se consideran como narcotraficantes, es de lo más incongruente que pudiera concebir una mente humana y más, venidas de un gringo, porque precisamente quienes crearon el estigma de lo que hoy se llama terrorismo, lo crearon los mismos gobiernos estadounidenses, pues a quienes han llamado como terroristas, por lo regular son defensores de su patria.
Como en el pasado siglo XIX aún no se acuñaba de bien a bien la palabra terrorismo, lo más probable es que, de haber sido ya popular en ese siglo, los invasores del norte del continente hubiesen llamado terroristas a las naciones autóctonas de aquella parte que lo único que hacían era defender lo suyo, su territorio y, desde luego, sus usos y costumbres. Sin embargo, ya en el siglo XX para justificar sus masacres de los pueblos originarios en Norteamérica, se pusieron a crear novelas y películas tachando de lo peor a las naciones originales de las zonas de las que se iban adueñando exterminando a los pueblos originarios.
Cuántas películas no se filmaron en donde pintaban a “los indios” como los peores sanguinarios que masacraban a los integrantes de las caravanas con las que se fueron desplazando hacia el oeste los llegados y sus descendientes de allende la Mar océano; en la mayoría de esas películas se veía que los indios mataban mujeres, niños y ancianos y lo peor, que les arrancaban el cuero cabelludo. Sin embargo, ya con el tiempo se comenzó a descubrir que todo fue al contrario, pues esas mujeres, niños y ancianos masacrados eran integrantes de los pueblos originarios y, eso de arrancar el cuero cabelludo, quienes sufrían esta atrocidad eran precisamente los indios, de las que se ha documentado que había locales en donde se pagaba determinada cantidad por cada cabellera de color oscuro y que hasta felicitaban y premiaban a quien entregara el mayor número de cabelleras, por lo que no por nada nació la frase entre esos invasores europeos de que el mejor indio era el indio muerto.
Así que a los gobiernos gringos y sus seguidores les dio por llamar terroristas a los patriotas de todas aquellas naciones en donde la mayoría de todos sus males tanto económicos y de seguridad nacional estaba metida la mano gringa y más, en donde sus gobernantes no se quería alinear con los dictados de los Estados Unidos, verbigracia los golpes de estado en Centro y Sudamérica, por demás atroces como el sucedido el 11 de septiembre de 1973 en la hermana República de Chile en contra del presidente constitucional, Salvador Allende Gossens. Y quién no recuerda la justificación gringa para invadir Irak, aduciendo que Sadam Husein tenía en su poder armas de destrucción masiva, armas que jamás aparecieron por ningún lado.
Ahora está en la mira de Donald Trump el norte de México, sobre todo el estado de Sinaloa, queriendo tachar de terroristas a esos grupos que se dice, se dedican a enviar diversos tipos de droga hacia los Estados Unidos. Sin embargo, de acuerdo a la misma denominación original que los mismos gringos le han dado a lo que significa terrorismo, obviamente que esos supuestos grupos de narcotraficantes no tienen nada que ver con lo que los mismos gringos consideran como terrorismo y, que precisamente los mismos gobiernos gringos lo han patrocinado, lo patrocinan y lo seguirán patrocinando aprovechando a los vendepatrias que en donde sea los hay y que están despuestos a que con una lana de por medio, están dispuestos a generar matazones mediante balas y haciendo uso de explosivos con tal de desestabilizar a los gobiernos legalmente establecidos pero que los gringos los ven como un peligro para sus propios intereses.
¿Cómo se puede considerar como terroristas a esos grupos que supuestamente llevan diversas drogas hacia los Estados Unidos? Supuestamente porque es obvio que las drogas que son tan pedidas y consumidas por la mayoría de los estadounidenses no nada más les llegan por la frontera sur, por la frontera norte de México, sino que les entra por todos lados, por ambas costas y su frontera con Canadá e incluso hasta por aire.
Se dice que en los años 60 del siglo pasado un congresista gringo dijo que México era el trampolín para hacer llegar la droga a su país; sin embargo, está documentado que el mismo presidente de México de aquel entonces, respondió diciendo que en sí había un trampolín, es que había una alberca y esa alberca eran los Estados Unidos.
Sea pues. Vale.
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