La neuroeducación en la educación básica
José Octavio Camelo Romero
14 de Enero de 2025
¿Por qué es importante abordar este tema de la Neuroeducación?
Pues porque la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ha declarado una y mil veces que se propone convertir a México en una “potencia científica”. Y para ello, necesariamente se requiere la formación de docentes “no grillos”, “no matraqueros”, sino de neuroeducadores, de neurodocentes.
Con la Neuroeducación no solamente se tiene que comprender como funciona el cerebro cuando los humanos aprendemos sino también desechar muchos mitos y esclarecernos varias categorías.
Saber cómo aprendemos los humanos desde incluso antes de nacer, saber cómo participa nuestro organismo con su cerebro en los aprendizajes, en y del medio en el cual nos desenvolvemos, es sumamente importante para poder desarrollar nuestras estrategias pedagógicas de conformidad con el neurodesarrollo de nuestros educandos y de sus requerimientos para potenciar todas sus capacidades.
Y en este sentido, surge una importante interrogación. ¿Qué es aprender? ¿Aprender es un instinto biológico? 0 ¿Aprender es una construcción cultural?
Sí aprender es un “instinto biológico”, entonces no tendríamos que enseñar a aprender porque el organismo ya lo sabe. Entonces lo que se tendría que hacer sería guiarles en este proceso de aprendizaje, proporcionándoles algunos contextos y algunas experiencias de aprendizaje.
Pero si aprender es un constructo cultural, que se ha venido desarrollando con el paso de las generaciones, entonces hay que enseñar lo que significa aprender.
Sin embargo, todo indica que aprender es un “instinto biológico”. Aprendemos, aunque no queramos, aprendemos constantemente sin que nos demos cuenta incluso. Aprendemos cada día cosas nuevas y aprendemos no desde el nacimiento, sino que aprendemos desde antes de nacer. Y es tan importante, y está tan enraizado en nuestra biología, que desde antes de nacer ya empezamos a aprender nuestras primeras lecciones vitales. Se ha visto que en las 6 semanas antes de nacer, los fetos ya empiezan a aprender algunas cosas del exterior a partir de las vivencias de su madre. Aprenden el ritmo de la lengua materna, no el idioma porque están encerrado en su claustro intrauterino. Otra cosa, empiezan a incorporar las emociones a partir de las emociones de su madre. Cuando la madre se siente valorada, se siente comprendida, se siente agraciada por el trato que recibe de los acompañantes, se siente feliz, produce un exceso de la hormona “oxitocina”, la hormona del amor y de la socialización. Pues bien, este extra de oxitocina traspasa las barreras de la placenta y se aloja en el cerebro del feto, del niño no nacido, y activa las redes neuronales implicadas con el amor, la socialización, y las emociones. Y como activa esas neuronas, las potencia, las hace más potentes y en consecuencia las hace que se conecten con otras neuronas y fortalece y amplía las redes neuronales de la gestión emocional. Por eso, antes que racionales, somos seres emocionales. Y las emociones son claves en cualquier aprendizaje.
Al nacer los bebés, a los 2 o 3 días de nacidos, los bebés quieren aprender las emociones, por lo menos las emociones básicas. Y esto lo aprenden a través de los ojos de sus cuidadores, empiezan a fijar su mirada en la mirada de sus cuidadores. A través de la mirada, los humanos trasmitimos los estados emocionales. Y los bebés instintivamente ven en la mirada de sus cuidadores, los estados emocionales y como deben responder a los estados emocionales de sus cuidadores. Este es un aprendizaje instintivo y por eso, el primer aprendizaje es un aprendizaje emocional.
El humano con su cerebro aprende de muchas maneras en su relación con el entorno, pero aprende de su experiencia. Antes de la etapa preverbal los niños aprenden esquemas filosóficos, aunque usados de forma instintiva. Aprenden usando el Silogismo Disyuntivo.
El silogismo disyuntivo pone la disyunción entre dos cosas, una cierta y una falsa. Si no puedo demostrar cual es la cosa cierta, con que demuestre cual es la falsa, por exclusión, demuestro cual es la cierta.
Si a un bebé de 5 – 6 meses se le muestran y se le dejan manipular dos objetos diferentes. Y luego se la esconde uno, por exclusión sabrá cual objeto no está presente. En conclusión, somos una especie que aprende por instintos y somos una especie de filósofos y de científicos, porque los niños antes de hablar ya utilizan el método científico, la objetividad, la comprobación empírica. Y lo hacen jugando porque el juego es también un método de aprendizaje. Como especie hemos vivido durante miles de años, simplemente porque aprendemos. Y aprendemos mediante el juego, porque el juego nos da satisfacción, nos da bienestar.
De lo anterior, ya podemos obtener algunas estrategias pedagógicas. Aprendemos del entorno, pero esto no significa que no podamos presentarles situaciones abstractas. Lo abstracto siempre hay que extraerlo de lo concreto y del entorno. Aunque también, hay que vincular lo abstracto con lo concreto y con el entorno. Pero también hay que destacar que aprendemos de forma lúdica y de forma vivencial. Lo lúdico es lo placentero, lo que me da placer realizarlo y lo vivencial es lo experiencial, lo vivido en cuerpo y alma, esto es, lo vivencial son las vivencias que se tienen con el aprendizaje. Y también aprendemos para enfrentar el futuro, que no sabemos cómo será. Este aprendizaje es muy importante porque es el aprendizaje de la sobrevivencia, de vivir en el futuro que no se conoce pero que se puede inferir del presente.
Pero en todo este proceso de aprendizaje, desde antes de nacer el niño, se van realizando conexiones, circuitos y redes neuronales en el Sistema Nervioso. Esto implica que los procesos de aprendizaje se dan conforme el neurodesarrollo del niño, es decir, de conformidad con la maduración del organismo para la realización de ciertas actividades. Y esto implica, estar al tanto de los hitos del desarrollo y de estimular el desarrollo o fortalecimiento de los órganos del cuerpo para superar los retrasos de ciertas funciones o consolidar los procesos de aprendizaje.
Pero lo más importante y además complicado, es transformar al magisterio, llámese SNTE, CENTE o Universitarios en Neuroeducadores.
Para convertir a México en una Potencia Científica, se tienen que reestructurar los planes y programas de estudio de la educación inicial y preescolar, por un lado, y de la primaria hasta la preparatoria, por el otro. Aunque sería mejor, que hubiera una educación básica corrida desde la primera hasta la doceava clase.
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