Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

La barbarie es el destino de la globalización del capitalismo

Octavio Camelo Romero

15 de Abril de 2018

Ya casi han pasado diez años de la crisis económica y financiera mundial que inició en julio-agosto de 2007 y aparentemente culminó en septiembre de 2008. Sin embargo el crecimiento del PIB mundial es de un tres por ciento para la década. De allí que esté en discusión si tal crisis de 2007-2008 puede ser vista como una crisis de un capitalismo todavía capaz de desarrollar la reproducción ampliada del capital a nivel mundial o si por el contrario, indica el punto de partida de un capitalismo que se encuentra con límites que ya no podrá superar. Respecto de estos límites, Marx en el tomo III ya había señalado la superación de los mismos: “La producción capitalista tiende incesantemente a superar estos límites que le son inmanentes, pero sólo lo consigue empleando medios que vuelven a alzar ante ella esos mismos límites, en escala aún más formidable”. Sin embargo, hoy la cuestión es determinar si la producción capitalista mundial se enfrenta con verdaderas barreras que ya no puede superar ni siquiera temporalmente. Y es que en la actualidad el capitalismo se enfrenta a dos tipos de límites. Uno, que es inmanente, interno al movimiento del capital, y que es el resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, del avance de la ciencia y de la tecnología, de la automatización y robotización; y el otro, que inicialmente se le consideró externo y que se relaciona con el ecocidio, con la destrucción de los ecosistemas, y fundamentalmente con la destrucción de la biosfera. Este último límite no fue previsto por Marx.

La maximización de la ganancia no admite límites, es la maximización del monto de plusvalor producido y realizado. Supone la contradicción entre el empleo de un mayor número  de proletarios y también la mecanización, es decir, el reemplazo de trabajo vivo, de/los asalariados por el trabajo muerto, por las máquinas, o sea, la disminución de la cantidad de trabajo vivo necesaria para valorizar un determinado capital.

Mandel, analizando las consecuencias de la robótica nos dice: “la extensión de la automatización más allá de cierto límite conduce, inevitablemente, primero a la reducción del volumen total del valor producido, luego a la reducción del volumen del plusvalor realizado”. Veía esto como un “límite infranqueable” que conlleva una “tendencia del capitalismo al colapso final”

La segunda barrera fue delimitada a través de los debates de la ecología política estadounidense. Allí, los “límites absolutos” se refieren, por un lado, a la amplitud de los efectos sobre la tasa de ganancia de la disminución de los recursos naturales no renovables y, por el otro, a las consecuencias de la incapacidad del capitalismo para frenar el avance del cambio climático.

La cuestión del futuro del capitalismo se ha convertido en un asunto relevante que conduce a la posibilidad de que el capitalismo haya llegado a su fecha de fallecimiento. Sin embargo hay quien asegura que “el capitalismo recuperará en un momento dado la salud”, y propone como salida a la barbarie, o en el mejor de los casos, a la esclavitud moderna. Empero, Mandel nos llama la atención sobre la cuestión de que la tendencia del capitalismo al hundimiento final no es necesariamente favorable a una forma superior de organización social o de civilización, esto es, al socialismo o al comunismo Precisamente en función de los procesos degenerativos propios del capitalismo, los fenómenos de decadencia cultural, de regresión en los terrenos de la ideología y el respeto a los derechos humanos se multiplican. Se acompaña lo que dejan las crisis con las que este proceso degenerativo nos enfrenta. En fin.

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