A nadie se ofende, se siente ofendido el que quiere
Sergio Mejía Cano
12 de Mayo de 2025
Mucho se ha hablado respecto a la reforma al Poder Judicial y más, sobre la participación ciudadana para elegir a jueces, magistrados y ministros, algo que a ciertos sectores de la población se les hace inaudito, sobre todo a varias de las personas que ahora ostentan estos cargos que, como han dicho algunos analistas no es que quieran proteger la impartición de justicia, sino sus propios privilegios y beneficios que, durante muchos años les ha dado el pertenecer a una casta que se cree muy aporte de la mayoría de la población e incluso, tal vez se sientan hasta seres superiores sobre los demás.
Constantemente se han documentado casos contundentes en que se ha comprobado que muchos de los integrantes del Poder Judicial se pasan por el arco del triunfo la justicia para beneficiar a quien tanga poder económico y posiblemente también para quienes aparte de mucha plata y oro, también tengan mucho plomo para repartir; porque hay que tomar en cuenta de que existe la posibilidad de que jueces, magistrados y ministros y, por qué no, también ministerios públicos pudieran ser amenazados tanto en su integridad física como en la de sus familiares si no actúan de determinado modo en cuanto a dictar ya sea a favor o en contra de personajes de peso tanto político, empresarial o de los que se dicen que andan en malos pasos.
Gran parte de la población mexicana está a favor de que se reforme el citado Poder Judicial actual, precisamente debido a muchas de sus esas malas artes que se les han comprobado; pero no nada más por administrar mal la justicia o por pagar favores, cumplir compromisos o por velar por el bien personal y familiar. También se debe reformar el Poder Judicial para evitar que algún juez, magistrado o ministro antepongan sus creencias y convicciones personales en cuestión moral y religiosa.
Tal es el caso reciente que comenzó a hacerse público el pasado mes de marzo cuando un juez dictó una orden para que se suspendiera una exposición de arte pictórico del pintor mexicano, Fabián Cháirez, bajo el título “la venida del señor”, en donde se muestran imágenes de religiosos de ambos sexos adorando velas y rosarios y otras imágenes de índole religiosa; imágenes que escandalizaron a ciertos sectores de la sociedad que se sintieron ofendidos por dichas imágenes, por lo que promovieron un amparo y un juez los favoreció ordenando la suspensión de dicha exhibición y, no nada más una vez, pues otro juez dio luz verde para que continuara la exposición; sin embargo, cuando se exhibió una segunda exposición, ahora bajo el título de “La segunda venida del señor”, hasta un grupo de abogados cristianos interpusieron otro ampara que, al igual que la vez anterior, otro juez ordenó la suspensión, se dice que definitiva de esta segunda exhibición de pinturas de Fabián Cháirez.
Este pintor ya había tenido algunos cuestionamientos cuando exhibió una pintura supuestamente de Emiliano Zapata montado en un caballo, pero con toques supuestamente femeninos, con sombrero de charro, pero la imagen desnuda y luciendo zapatillas de tacón. Aquella vez los problemas el pintor Cháirez tuvo problemas principalmente con organizaciones campesinas y sectores de la sociedad que admiran y se sienten identificados con lo que significó el también conocido como “el caudillo del sur”.
Se entiende que cuando alguien se siente ofendido por algunas imágenes, es algo similar a las llamadas palabras altisonantes o groseras: cada quien la toma de acuerdo a su propia forma de pensar. Según los que se sienten ofendidos por las imágenes del pintor Cháirez, aducen que atacan su fe -la de ellos-; ¿qué acaso no entienden que una fe bien cimentada nadie la puede ofender o atacar? Pero esa es otra historia.
Más bien es el pensamiento morboso de quienes se sienten ofendidos al ver imágenes de religiosos haciendo lo que es un secreto a voces: la perversión entre algunos religiosos y religiosas y, si en cierta forma se sienten ofendidos es porque les tocaron el botón, es precisamente porque afloró su subconsciente el que habla.
O tal vez también se ofenden por su mente cochambrosa al tomar el verbo venir con la connotación sexual que se les da a algunas de las conjugaciones de este verbo, ya que coloquialmente a eyacular se le dice “venir, se vino, se fue, me voy, etcétera”. Así que por eso tomen el título de esta exposición pictórica a decir, en vez de “la venida del señor, como la eyaculación del señor”.
Así que no se ofende a nadie, sino que se ofende el que quiere.
Sea pues. Vale.
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