Cosas de la vida
Lorena Orozco
12 de Mayo de 2025
"Este diez de mayo, hazle el mejor regalo a tú mamá; ¡lárgate de su casa!" Decía un meme que vi hace algunos días, y le compartí a una amiga mientras íbamos en el transporte público...
Nos reímos ante tal ocurrencia. Una mujer que se sintió aludida, me dijo: "¡Ay oiga, no me tire tan recio; ya me descalabró!". Luego, aceptó que, por necesidad, había regresado al seno familiar, hacía dos años y medio, cuando dejó al marido que tenía.
-Pero, ayudo a mis padres, me acomido...no soy como esos hijos que regresan a dar puros problemas; a comerse lo que hay, a estar de güevones, de viciosos o hasta robarse el dinero, o las cosas de la casa...
Ella se acercó al lugar donde íbamos mi amiga y yo, para seguir conversando; nos explicó lo mucho que trabaja para darles una buena vida a sus dos hijas, y también para granjearse a su mamá y a su papá, por el espacio que le dan.
Abrió su corazón; nos reveló que de joven le dio muchos dolores de cabeza a su mamá, que se iba por meses, y hasta por años, que no se comunicaba con la familia, pero que, cuando regresaba, siempre encontraba las puertas abiertas para ella.
Al no contar con estudios, (sólo lo básico) ha trabajado en casa, haciendo quehaceres, cuidando niños; pero eso sí esforzándose día a día por salir adelante.
Ha vivido en carne propia lo mucho que cuestan los hijos, no sólo en lo económico, sino en todos los aspectos...y eso la ha llevado a entender el papel tan importante que ha jugado su mamá en su propia existencia.
Compartió que su hija, la mayor, se acaba de recibir de licenciada en derecho, y que eso la ha llenado de satisfacción, que espera que logre mayores cosas en la vida.
Del último marido, y padre de su hija, la menor, dice que qué bueno que se separó de él, porque le escatimaba hasta la comida, y que ahora, le deposita la pensión de la niña, por lo que no tiene necesidad de verlo, ni de tolerar sus insolencias, sus borracheras y pirujencias.
Me cayó bien la mujer, me inspiró ternura...aparte, tiene una cara bonita, con sus ojos color miel, con su sonrisa de niña, con esa sencillez y libertad de sentirse reivindicada después de tanto.
[Cuando se despidió como si nos conociéramos de mucho tiempo, pensé que esa costumbre mía de hablar alto, pensando que no; dio pie a esta anécdota, pues al escuchar el chascarrillo sobre el día de las madres, ella se dirigió a mí, para justificar el hecho de vivir en la casa materna. ¡Cosas de la vida!
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