Lo que mal inicia mal acaba
Sergio Mejía Cano
17 de Marzo de 2025
El pasado día 07 de marzo en varios medios informativos y portales de internet apareció la nota de que la jueza, Beryl A. Howell le había dicho al presidente de los Estados Unidos de Norteamérica que era un mandatario y no un rey, cuando esta jueza ordenó la reincorporación de Gwlynne Wilcox a la Junta Nacional de Relaciones Laborales; esto tomado del diario mexicano La Jornada que lo publicó ese día que cita como fuentes a la AP, AFP, Reuters y THE INDEPENDENT.
En la misma nota de La Jornada se cita que la jueza había dicho que “un presidente que promueve una imagen de sí mismo como un ‘rey’ o un ‘dictador’, tal vez como su visión de un liderazgo eficaz, comprende fundamentalmente mal el papel que le corresponde según el artículo II de la Constitución de Estados Unidos”.
Y vaya que en cierta forma tiene razón esta jueza que le recuerda a su anaranjado presidente que no es rey, ya que con su actuar, Trump hace pensar en la reina del país de las maravillas del cuento de Alicia en el País de las Maravillas, de Lewis Carroll, pues al estar ordenando recortes tanto de presupuestos como de personal en varias dependencias, nada más le falta a Donald Trump gritar: “córtenle la cabeza”, al creerse con poder absoluto.
Lo extraño de todo esto es la dejadez que está demostrando el partido Demócrata, así como otras autoridades que están acatando los ordenamientos ejecutivos sin chistar; al contrario, los acatan sin chistar y tal vez sin mirar las consecuencias de lo absurdo de los caprichos, que no mandatos congruentes y apegados a su misma Constitución Política, pues no por nada en la misma nota de La Jornada, se dice que el juez, John McConnell, en Rhode Island, “afirmó que el Poder Ejecutivo estaba tratando de colocarse por encima del Congreso y eso socava los distintos roles constitucionales de cada rama de nuestro gobierno”; esto, tras la demanda que presentaron casi dos docenas de estados demócratas.
Y a propósito de demócratas: a otro presidente de los Estados Unidos, aunque republicano, se le atribuye la frase respecto a la democracia: “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”; y que fue Abraham Lincoln (1861-1965). Sin embargo, si bien Donald Trump forma parte del pueblo norteamericano, es un magnate que desde su nacimiento no se ha revuelto con lo popular, con el pueblo y, según los versados en la cuestionable democracia norteamericana, en sí Donad Trump no fue electo por la mayoría del pueblo debido a su sistema de elecciones en son varios de los estados denominados como clave los que deciden quién es el ganador. Tan solo hay que recordar la jugada que le hicieron a Al Gore cuando al haber obtenido más votos que George W. Bush, debido a ese sistema cuestionable se le dio el triunfo a Bush; algo que en sí difiere con el sentido de la democracia cuando hay quienes dicen que el triunfo se le da a quien haya obtenido más votos, así sea uno solo de más; pero con los gringos esto no funciona.
Resulta paradójico que, en un país que se dice adalid de la democracia y los Derechos Humanos, en realidad no se practique nada de esto que tanto pregonan y han pregonado los gobiernos estadounidenses a lo largo de su historia ya como país constituido. Si no se practican la democracia tal y como fue concebida ni los Derechos Humanos en su propio, pues menos les interesan en otros países a los que han invadido o interviniendo para formar golpes de Estado dizque en nombre de la democracia y lo más incongruente: juzgan y califican como violadores a otros países por supuestamente no respetar los Derechos Humanos; México ha estado en la mira de esos países calificados por los Estados Unidos, aunque queda entendido que los gobiernos gringos no tienen ninguna calidad moral para criticar ni calificar a otros países, ya que, como es muy obvio, los Estados Unidos es el principal país antidemocrático y violador de los Derechos Humanos.
Se dice coloquialmente que lo que mal inicia mal acaba, por lo que en los Estados Unidos este gobierno de Donald Trump no podría tener un final feliz si es que no se le pone un alto no a Trump, sino a quienes lo están manipulando en el fondo, sobre todo al que se le señala como el hombre más rico del planeta: Elon Musk, quien al parecer tiene más influencia que el mismo Trump, quien cada día que pasa demuestra más y más su debilidad mental, así como el desconocimiento de la realidad; aunque no tanto de no comprender que su país va en picada hacia la posible extinción y decaimiento financiero.
Sea pues. Vale.
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