Medidas adoptadas sin ton ni son
Sergio Mejía Cano
26 de mayo de 2020
Indudablemente que en aras de la salud de los nayaritas se ha roto en diversas formas el orden legal y por ende constitucional en cuanto a las garantías individuales y a los derechos humanos; y si bien se podría decir que en cierto sentido es para la protección de la salud de todos, varias de las medidas tomas podrían entrar en el sentido de la improvisación, ocurrencias y experimentos sin ton ni son.
Primero está el asunto de implantar la ley seca que quedo comprobado que de nada sirvió más que para que algunas personas hicieran su agosto en pleno abril y parte de mayo y desde luego para que los empleados de depósitos expendedores de cerveza y negocios de vinos y licores quedaran sin trabajo; pero a la vez para dejar en claro que para mucha gente le sigue llamando más lo prohibido y que no le importa gastar más de lo debido con tal de allegarse bebidas embriagantes sin importar lo demás en cuestiones económicas debido a la crisis en la que nos ha sumido la mentada cuarentena que tal vez sea ochentena o de más días de guardar. Días de encierro que desde luego aplauden quienes tienen su quincena segura o cuentan con recursos económicos de abolengo y que no comprenden el porqué hay gente a la que llaman irresponsables porque tienen que salir a la calle a buscar el sustento diario.
El presidente municipal Francisco Castellón Fonseca dice alegremente que ya se liberó la venta de bebidas alcohólicas, pero que no se permitirán fiestas ni ningún tipo de reuniones familiares; y si bien también mencionó que no se permitirán aglomeraciones en los puntos de venta de cerveza ni el consumo afuera estos lugares, obviamente que aquí no hay nada nuevo en lo absoluto, pues esto de no beber cerveza fuera de los depósitos ha sido desde siempre, al menos de los años 70 a la fecha.
Y a propósito de no permitir reuniones ni festejos de cualquier tipo aunque sean en domicilios particulares, pues esto sí que está fuera de toda norma y más porque el mismo presidente Andrés Manuel López Obrador ha enfatizado constantemente que jamás habrá estado de sitio ni suspensión de garantías individuales y menos toque de queda y desde luego, cualquier tipo de represión. Y aun así se han documentado en los medios informativos que se han desbaratado fiestas y reuniones familiares tanto en Compostela como aquí en Tepic, y aquí el problema estaría en si se cumplieron con las normas respectivas y leyes relacionadas para que la autoridad ingresara a los domicilios sin ninguna orden de cateo para impedir que se celebrara algo, porque si nada más entraron por una disposición de gobierno municipal o estatal, pues como que no va, porque en todo caso sería allanamiento de morada, ¿o no es así?
Y a propósito de aglomeraciones, en los días cercanos al 10 de mayo se dio la noticia con bombo y platillo de que una florería por la calle Veracruz casi esquina con la calle Bravo había sido clausurada porque había mucha gente queriendo comprar. Y he aquí algo que no casa en ninguna forma, ya que ¿qué poder podría tener un vendedor de flores frente a sus potenciales clientes? ¿Clausurarle su negocio de flores nomás por tener mucha demanda? ¿Qué culpa tiene el vendedor de que muchas personas quisieran adquirir flores para llevarle sus progenitoras ya sea en vida o en el panteón? Desde luego que esto es algo muy sin sentido porque contraviene la ley de la oferta y la demanda; ni modo que el vendedor de flores les dijera a sus posibles clientes que llegaran con un intervalo de diez minutos cada uno o decirles que se desparramaran en la calle o la banqueta y que no se arremolinaran en su negocio. Algo parecido a lo que sucedió para el día del niño con pastelerías y pizzerías que castigaron como si los expendedores tuvieran la culpa del gusto de la gente que requería sus productos.
Igual, se ha coartado la libertad de tránsito en varios de los municipios nayaritas e incluso salieron las noticias de que camiones de volteo vertían tierra en caminos y carreteras para no dejar pasar vehículos de y hacia esos lugares; algunas poblaciones se encerraron literalmente y todo por el temor de un posible contagio. Es obvio que la gente se asustó, pero a la vez exageró con sus medidas adoptadas y posiblemente con la complacencia de algunas autoridades que tal vez jamás consideraron que la libertad de tránsito debe de ser interrumpida en tiempos de paz; y menos porque se insultó veladamente a quienes querían transitar de un lado a otro señalándolos como posibles contagiosos.
Sea pues. Vale.
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