La pandemia y la coparticipación responsable
Lily Cayeros
04 de abril de 2020
Con registro de un millón 2,285 casos confirmados y 51mil 498 muertos en el mundo hasta este jueves 2 de abril, por la pandemia de coronavirus (Covid-19), de acuerdo con datos de la Universidad Johns Hopkins, y publicados periódicamente en el portal noticioso de la BBC news, la fase crítica avanza e impone cada vez más la urgencia de actualizar medidas extremas de parte de cada país para salvaguardar el mayor número de vidas posible, frenar la propagación del virus, y combatir y limitar la enfermedad a su mínima expresión; además de los planes de rescate económico respectivos frente a la devastación colateral que se espera.
La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) establece un parámetro sustancial a tomar en cuenta en estos momentos de crisis pandémica y tiene que ver con la capacidad hospitalaria y la ineludible corresponsabilidad autoridades-sociedad, que en el caso de México en relación con Estados Unidos, resulta obvio la disparidad en materia insumos, equipamiento, médicos e infraestructura requeridos para hacer frente a este mal sin precedentes, y si el segundo, justo es decirlo, libra una cruenta batalla que cada día se vuelve más difícil, México requerido está entonces, sin duda, de duplicar sus acciones y lograr una eficaz por estratégica coparticipación pues racional y responsable, de la población, a fin de ceñirse de manera irrestricta a las consabidas medidas de prevención, entre las que destaca el distanciamiento social y la reclusión domiciliaria al máximo, según lo permitan las circunstancias particulares de cada familia o ciudadano, que para lo cual, huelga decir que es primordial que la coordinación entre poderes y órdenes de gobierno, sea garante para cuando menos en esta fase de emergencia que los sectores vulnerables cuenten con facilidades en servicios básicos, como agua potable todos los días y la higiene ex profesa esté en sus manos. Todo con el fin de reducir significativamente el riesgo innecesario de contagios y por ende el colapso total del sistema de salud.
Y en esto último, es claro que las autoridades en una oportuna sinergia integral Federación-estados-municipios, debe adoptar no solo las líneas de acción para fortalecer la atención sanitaria, la económica, laboral y productiva, que sin duda resentirán sobremanera el impacto colateral de la peste, sino instrumentar un bien diseñado plan de interacción transversal con la sociedad que le permita comprender cabalmente la gravedad del momento, desde un enfoque eminentemente racional, ecuánime y con equilibrio, es decir, centrar esfuerzos en mantener tal comunicación constante y fluida no únicamente para dar a conocer datos y evolución de la pandemia -que lamentablemente por ahora en no pocos casos se ha tergiversado al caer en un enfoque amarillista o en su contraparte de fuente de escepticismo-, sino de enriquecimiento psicológico, tras incluir mensajes de ánimo, unidad, responsabilidad y solidaridad, a fin de lograr por fin que en una sola voz, y línea de trabajo Pueblo-gobierno-medios, se avance con pleno convencimiento del papel que cada cual debe realizar, de lo particular (la familia) a lo general (sociedad y gobierno ), y de lo general (Gobierno) a lo particular (familia y sociedad). Cada momento es valioso, la información oficial en México, registra a este mismo jueves 02 de abril, 50 muertos, 1,510 casos confirmados, y cuatro mil 653 sospechosos. Es evidente que la cantidad de víctimas está evolucionando drásticamente, el mal se esparce por doquier a gran velocidad, por lo que, de acuerdo con el Subsecretario de Salud, Hugo López Gatell, no falta mucho para que se declare la fase 3, y mucho dependerá de todos, de una labor a conciencia, debidamente formada e informada para comprender que esto es real, y la reclusión domiciliaria será la mejor protección. En Nayarit el reporte oficial señala 9 casos confirmados, 23 sospechosos, 37 negativos y 1 defunción. No hay tiempo pues que perder: la comunicación constante que apela a la razón toda vez que expone argumentos y se aplica con la franqueza de la autoridad moral y del ejemplo, será cada vez más imprescindible para una sociedad que necesita creer, sentir que es objeto de búsqueda continua de bienestar, y que en la emergencia, a través de su corresponsabilidad cumpliendo puntualmente con las medidas de distanciamiento y reclusión domiciliaria, no estarán solos, sino que serán respaldados en todo momento con el brazo fuerte de la autoridad, que incluye ya vía el Plan DN-III una labor estratégica de mayor precisión de parte de las fuerzas armadas. Así, se espera entonces lo mejor para todos.
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