El premio estatal de periodismo
Oscar González Bonilla
03 de octubre de 2019
Solté un buscapiés en la red social en el sentido de la conveniencia de eliminar el premio estatal de periodismo por la controversia y divisionismo tan grande que ocasiona y entraña entre la grey dedicada a la comunicación social, y con sorpresa encuentro que varios de ellos se engancharon.
Se trató de una ocurrencia de mi parte, ya que por supuesto jamás estaré en favor de la desaparición del premio estatal de periodismo, cuando es que el avío pecuniario concedido por el gobierno estatal en turno es con toda precisión un estímulo para continuar en ascenso con el trabajo de informar bien a la sociedad nayarita.
Por los disímbolos comentarios en Facebook de los compañeros periodistas, seudos y simuladores se comprobó a plenitud la controversia, que no hay línea uniforme que garantice siquiera estar de acuerdo en lo más mínimo, sobre todo en la manera de calificar el susodicho premio. Cada quien expone opiniones que conllevan el propósito de beneficiarse asimismo.
Tan cayeron en el garlito del comentario feisbuquero que se notificaron más de 70 comentarios entre los que hubo unos a cual más de disparatado, banal y sin el sentido común apropiado, sobre todo en el tema de la calificación de los ocho géneros en competencia. Hubo quien aseveró que los participantes por el premio estatal de periodismo primero acrediten licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Otro: los merecedores del premio, después de análisis y calificación, deben ser periodistas que todos los días están con profesionalismo y compromiso haciendo su trabajo.
Y aún hay más: deberían cambiar las reglas y los criterios (de premiación) para que los lectores decidan. Luego la replica: dicho con todo respeto, antes que premios, algunos necesitan cursos básicos de ortografía y redacción. Y de ética, reclama una voz a lo lejos.
Desde administraciones estatales anteriores se arrastra en el imaginario colectivo reporteril que se premian lealtades. Es esta una propuesta que no ha podido ser superada, se estancó en la memoria de muchos. Y aunque las evidencias de los últimos tiempos han sido que para nada en la premiación deciden manos extrañas, ajenas, al medio periodístico, mucho menos el gobernante en turno, las inconformidades salen a flote. Existe la determinación de quienes integramos el Comité Organizador del Premio Estatal de Periodismo de renunciar al cargo honorífico de inmediato que se sepa que hay deshonestidad en la calificación de los trabajos presentados para competición. Hasta el momento la probidad de Rogelio Zúñiga, Jorge Enrique González Castillo y Francisco Flores Soria ha sido incuestionable, al margen de toda duda, su experiencia, honestidad y calidad moral se avala como integrantes del jurado calificador.
Existe un comentario de compañero reportero en el sentido que se publiquen los trabajos ganadores del premio estatal de periodismo, pues esto no debe ser un top secret (ultra secreto), dice. Es aquí razonable indicar que hemos sido reiterativos al pedir la gobernador Antonio Echevarría García la publicación de un folletín, que no un libro, de los trabajos que en ocho géneros han alcanzado la gloria de ser premiados. Aceptó el mandatario estatal y junto con la dirección de comunicación social nos dimos a la tarea de organizar la impresión del folletín con los trabajos premiados el 3 de mayo anterior.
Sin embargo, truncada se vio nuestra expectativa al comprobar que dos de los géneros galardonados fueron presentados en video, por tanto imposible hacer el trabajo de imprenta. Se vino abajo nuestro propósito de que los periodistas ganadores tuvieran el gran orgullo que representa ver culminado su esfuerzo en un concentrado de obras literarias que pasarán a la historia en nuestra entidad. Habrá quien sostenga que ese obstáculo se puede salvar y argumente soluciones. A nosotros nos dejó pasmados y sin respuesta eficaz al problema.
También llama la atención la propuesta de que en la contienda no haya, por parte del jurado calificador, la declaración de premios desiertos.
Se declaran desiertos cuando alguno o algunos los trabajos presentados en los diversos géneros no reúnen los requisitos razonables de calidad. De entrada, la convocatoria establece que cuando hay un solo participante en cualesquiera géneros, en automático se declara desierto.
Sobre este tema se logró que la actual XXXII legislatura decretara que el dinero de los premios declarados desiertos (alrededor de 40 mil pesos por cada uno, concedidos por el Gobierno del Estado) se destinaran a un fondo que tendrá por finalidad garantizar el derecho a la salud de los periodistas del Estado de Nayarit. En la actualidad se trabaja sobre la elaboración del reglamento que regulará el fondo, calculado en 200 mil pesos, en poder de la Secretaría de Administración y Finanzas. Se trata de establecer claras reglas acerca de la forma de otorgar el apoyo a periodistas atribulados por equis enfermedad, valorar los casos del solicitante, decidir el monto, así como las formas de pago y si el apoyo económico se entregará por única vez, entre otras cuestiones en análisis.
Pero si se aceptara la propuesta de que no haya declaración de premios desiertos, entonces no habría fondo económico ni la posibilidad que el periodista enfermo reciba una pizca de dinero que se pudiera arañar al monto acumulado.
Está dicho: antes, durante y después del premio estatal de periodismo hay opiniones diversas. También se asegura que siempre habrá alguien que no esté de acuerdo, forma parte de la naturaleza humana. Los que siempre dan la nota discordante y están en contra de todo, son los periodistas que no participan con trabajo por el premio estatal. Sin embargo, sabemos quien es cada quien, sus alcances y limitaciones: cruda, cocida, asada o frita se conoce la cebolla.
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