La alianza comienza a hacer agua
Sergio Mejía Cano
26 de Enero de 2017
Si ya tronó la alianza entre el PAN y el PRD en el estado de México y Coahuila, ¿por qué aquí en Nayarit hay quienes piensan que no podría pasar lo mismo? De seguir con la intentona entonces sí que caerá por completo la ya de por sí poca credibilidad que tienen ambos partidos entre alguna parte de la ciudadanía nayarita que se aferran aún a que dichos partidos muestren un rasgo de dignidad por mínimo que sea, pero que les dé congruencia a los estatutos e ideologías de dichos partidos políticos.
Según se dice, el PAN es el más envalentonado y por lo mismo trata de imponer a sus candidatos respecto a esa ya poco probable coalición; envalentonado porque la dirigencia estatal del PAN se cree estar mejor posicionado en la entidad, más que el PRD, partido que fue el que en realidad llevó al triunfo a aquella alianza de 1999, porque en realidad el PAN jamás ha tenido una presencia de peso en Nayarit. Sin embargo, hoy son otros tiempos, y si bien el PRD ha perdido mucha de su entonces popularidad, precisamente debido a esas alianzas por demás incongruentes, el PAN tampoco ha mejorado su presencia. Que muchos se hayan hecho hacia el lado del PAN fue por pura conveniencia, y más porque duró 12 años en la Presidencia de la República; pero una vez que el PRI volvió a tomar las riendas, la desbandada no se hizo esperar por lo que el PAN nayarita volvió a su antigua representación prácticamente simbólica en nuestra entidad.
De seguir insistiendo en formar una alianza PAN-PRD en Nayarit, esperando que a ésta se unan los partidos morralla, las rémoras de siempre, desde luego que será un rotundo fracaso debido a que la opinión pública cuestionará que cómo es posible que en el estado de México y en Coahuila no, entonces ¿por qué aquí sí? ¿Qué oscuros intereses mueven a querer conformar esa coalición? ¿Nada más por hacerle frente al otrora partido aplanadora el PRI y vencerlo como en 1999? Quienes piensen es esta hipotética posibilidad, deberían de tener en cuenta aquello de que “segundas partes fueron buenas” y, si bien hay excepciones a la regla, hoy son otros tiempos en donde todos los partidos políticos gozan de muy mala fama y desde luego la pérdida de credibilidad en la mayor parte de la población.
Se dice que de conformarse dicho revoltijo, perdón, coalición de partidos muy disímbolos entre sí, el candidato tendría que salir mediante encuestas; sin embargo, ¿son realmente creíbles las encuestas de todo tipo? Obviamente que no, y por más serias que pudieran ser las empresas encuestadoras contratadas, siempre habrá algún modo de poderlas manipular o darles un retoque de acuerdo a oscuros intereses de las dirigencias más enquistadas y que se dicen llevar la sartén por el mango. Pero podría ser un hecho que al designar al posible futuro candidato aliancista, a más de uno de los partidos no les va a gustas la unción, por lo que tendrán que hacer su berrinche, saltar, bailar y posiblemente ya no caigan en el mismo lugar, porque al menos hay tres posibles candidatos en caso de que haya alianza, y sea quien sea el que se designe, los otros dos tendrán que pelear por su parte al no quedar conformes, a menos que los sienten a orinar ofreciéndoles algún puesto de consolación; pero esto es poco probable. Así que t
al vez al igual que en Coahuila y estado de México, aquí también se dé marcha atrás en esa ya hipotética alianza.
Se dice, y se dice bien, que el PRD está agonizando y que precisamente por lo mismo se está agarrando de donde puede con tal de conservar su registro, pero su militancia cada día se diluye más y más, nada más y nada menos por los convenencieros de siempre que al ver que empezaba a hacer agua el barco perredista, de inmediato comenzaron a abandonarlo para acomodarse en otros botes salvavidas pero no de ideologías, sino de intereses muy particulares y nada más. Sin embargo, si el PRD tiende a desaparecer de la escena política del país, nada mejor que morir de pie y no de rodillas aliándose con el PAN que también está en riesgo de naufragar porque ambos partidos al igual que las rémoras de siempre padecen del mismo mal: haberse aliado no para mejorar la situación del país, de los estados y municipios, sino única y exclusivamente para tratar de tumbarle el poder al PRI y nada más.
Todo esto tiene frotándose las manos a los que piensan en las candidaturas independientes, así que lo mejor es que cada partido compita con su propio candidato, porque ahora la mayor parte del electorado le apuesta al mono y no a las siglas.
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