Tepic, Nayarit, miércoles 24 de abril de 2024

La comunicación es muy necesaria

Sergio Mejía Cano

22 de Enero de 2017

Tiene que pasar un hecho de relevancia para que un sector de la población se rasgue las vestiduras poniendo el grito en el cielo, cosa que más suena a eso de que después de ahogado el niño tapar el pozo. El suceso que pasó en un colegio de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, no es algo que esté pasando todos los días, no es algo cotidiano; sí sorprendente e indignante, desde luego, pero más bien debería tomarse tal y como lo es: un hecho aislado.

Debido a esto, hoy vuelve a revivirse el tema de “Mochila segura”, como si el denigrar a los infantes haciéndolos víctimas de revisiones por demás ofensivas fuera a resolver el que ya no haya ningún tipo de violencia dentro de los planteles escolares, ya que al momento de una bronca, cualquier objeto podría ser usado como arma. Además, eso de revisar las mochilas, para eso están los padres de familia, quienes antes de que sus hijos salgan de sus casas verificar qué es lo que llevan, y no solamente algún tipo de arma, sino que lleven los cuadernos, libros y demás útiles escolares que necesitan llevar. Es  precisamente a papá y mamá o alguno de ellos a falta del otro, los que tienen la obligación de ver qué carga su retoño en su mochila y no personas ajenas que podrían generar más daño en la mente de los escolares al obligarlos a hacer cosas indebidas, como el dejar que extraños les revisen sus pertenencias.

Ahora bien: según la nota informativa del acontecimiento en Monterrey, Nuevo León, el hecho se dio en un colegio en donde asisten alumnos de relativa posición económica alta, por lo que en dado caso esto nada tendría que ver, porque un hecho violento se pude dar hasta en la escuela más pobre del país; sin embargo, en las escuelas a las que asisten niños de posición económica baja, es poco probable que sus progenitores tengan armas en su domicilio; aunque podría darse el caso, pero es más difícil. Y si un chico con una estabilidad económica buena tuvo problemas del tipo que señalan en la nota informativa como depresión y por lo mismo emocionalmente afectado en alguna forma, nomás imaginemos a un escolar de escasos recursos que la mayoría de las veces se va al escuela con el estómago vacío o con un café y una o dos tortillas nada más, ¿qué no pasará por su mente al mirar a otros compañeros con sendos lonches o con dinero para comprar en la tiendita de la escuela; ver que sus condiscípulos traen ropa y calzado que siempre ha querido portar pero que por la situación económica de sus progenitores ni soñando podría llegar a tener algo así, por lo que es obvio que en algunas mentes infantiles se vaya generando una especie de resentimiento social y si no hay comunicación con sus padres, algo que es muy dado hoy en día, pues es posible que ese resentimiento se le convierta en violencia; y no nada más la podría generar con una pistola o un cuchillo, sino con lo que encuentre a mano.

Curiosamente, entre los conocidos, amigos y familiares a quienes se les preguntó sobre qué pensaban respecto al susodicho programa de mochila segura, quienes estuvieron a favor ya no tienen hijos en escuelas de educación básica, y los que aún los tienen ahí, como que se la pensaron dos veces antes de responder unos a favor y otros en contra. Los a favor adujeron que era por la misma seguridad de los escolares, pero al señalarles que por qué no eran ellos mismos, los padres, quienes les revisaran la mochila antes de salir, la mayoría dijo que era probable que sus hijos lo tomaran a mal; y al decirles que por qué no les hacían ver que era necesario ver qué traían en la mochila, hubo unos papás que afirmaron que sus hijos no les hacían caso, porque casi nunca platicaban con ellos, y cuando querían hacerlo, sus hijos creían que los iban a regañar por algo.

Otros padres de familia estuvieron de acuerdo que a la mejor no servía de nada revisarles las mochilas antes de salir de casa, porque tal vez algún amigo les pidiera que echaran algo a su mochila, pudiendo ser algo malo como un arma de cualquier tipo o hasta una botella de licor, por lo que serían buenas las dos revisiones: en la casa y en la escuela por aquello de las dudas.

Sin embargo, en lo que todos a los que se les preguntó estuvieron de acuerdo, es que no por el hecho sucedido en Monterrey, ya va a pasar lo mismo cotidianamente en el resto del país algo similar. Y en que en cada caso, les ha tocado conocer padres de familia muy desobligados que a la mejor no les interesa lo que hagan sus hijos dentro o fuera de su casa. Pero en fin. Sea pues. Vale.

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