El gasolinazo atenta contra la estabilidad social
Octavio Camelo Romero
06 de Enero de 2017
La estabilidad económica es tan valiosa como la “estabilidad social”. Y la desestabilidad social es peligrosa para el sistema político porque puede transformarse en por lo menos una revuelta. El mundo está lleno de estas experiencias, más aún, la Gran Revolución de Octubre así surgió. Por eso es perfectamente explicable que la COPARMEX, los Transportistas, la CANACO, la Conferencia del Episcopado Mexicano, etc., estén tan preocupados por el “gasolinazo” y la negativa del gobierno de la República a rectificar su errónea decisión de subir el precio de los combustibles.
En voz del presidente y secretario de la CEM, la Conferencia del Episcopado Mexicano llamó al gobierno, legisladores y partidos políticos a reconsiderar el gasolinazo, decisión para ellos, “no-inteligente y no-creativa”, motivo por el cual instan a los Poderes Ejecutivo y Legislativo a resolver esta coyuntura de manera "inteligente y creativa". Ante la insensibilidad del presidente Peña Nieto, el secretario general de la CEM exhortó a las autoridades a ser "sensibles" ante este "golpe radical" a la economía familiar e insistió en que se debe "bajar" el precio de los combustibles dado que ha generado descontento, actos de protestas e incluso saqueos.
La CEM dijo que el alza en el precio de los combustibles afecta a todo nuestro país, especialmente a los más pobres y que "se requiere ser sensibles a las necesidades cotidianas de la gente, y ser conscientes de las consecuencias de esta medida gubernamental”. Pidió a los Poderes Ejecutivo y Legislativo que ya no miren solamente desde arriba, que miren desde abajo, y los llamó a reconciliarse con la moralidad, por eso les advirtió que no es correcto imponer leyes sin tomar en cuenta la realidad y el sentir que vive la gente, sobre todo los más desamparados.
Ante el descontento manifiesto de los mexicanos y su malestar la CEM pidió que éstos se encaucen a través de medios pacíficos, creativos y respetuosos de la ley, y apremió a construir lazos solidarios verdaderos que promuevan el diálogo, la confianza y la certidumbre entre nosotros. Insistió en que "la violencia genera violencia, destrucción”. No expongamos, ni atentemos contra la integridad de ninguna persona, ni la “paz social”. Exhortó "a todos los miembros de la Iglesia Católica” a solidarizarse con los más afectados y remarcó que el camino ante el repudio a estas medidas es "la no violencia activa" y el "diálogo nacional".
Los pronunciamientos de los organismos empresariales, de los asalariados, de la Conferencia del Episcopado Mexicano y de los “protestantes” son coincidentes en el sentido que la errática decisión del presidente Peña y del Congreso de la Unión debe rectificarse. A los problemas de las erróneas políticas monetarias se le anexan decisiones unilaterales que afectan a todos los sectores sociales. No hay cordura, sensatez en el gobernar. No está el país para berrinches ni para disciplinas irracionales. Como dicen los abogados: “más vale un mal arreglo que un buen juicio”. En fin.
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