Un cero a la izquierda
Sergio Mejía Cano
17 de Agosto de 2016
Cada inicio o terminación de los ciclos escolares en la educación básica surgen de inmediato los mismos conflictos de siempre: el pago de cuotas que supuestamente son voluntarias, pero que se dice de siempre, más bien son obligatorias. Es triste oír a infinidad de padres de familia quejarse por la imposición de la exigencia de las dichosas cuotas so pena de no inscribir a sus hijos o en determinado caso no entregarles los certificados de estudios.
La situación económica de infinidad de familias tepiqueñas es muy precaria, por lo que aunado a la compra de útiles escolares, libros y hasta ropa y calzado se las ven de a tiro negras para sacar adelante la enseñanza de sus hijos al no poder pagar esas cuotas que se les exigen en la mayoría, si no es que en todos los planteles educativos.
En la radio y en los medios informativos impresos se oye constantemente que dichas cuotas no son obligatorias, que son voluntarias, y desde luego esto sirve para que el sempiterno dirigente de la Asociación de Padres de Familia, don Leopoldo García López vuelva a tener sus cinco minutos de fama mediática haciendo declaraciones a los medios, pero de que haga algo, por supuesto que no hace más que hablar y hablar; porque si en realidad le preocupara que se exija el cobro de esas cuotas algo habría hecho ya demandando a directores y a las mesas directivas de los mismos padres de familia, de las que se dice son las causantes de que los directores de las escuelas se vean obligados a cobrar cuotas porque así lo han determinado esas asociaciones de padres de familia de cada plantel. Entonces, si son las mesas directivas de las asociaciones de padres de familia quienes autorizan y obligan a los demás padres a que paguen esas aberrantes cuotas, pues que sean esos mismos de la mesa directiva los únicos que aporten dinero, porque si aprobaron en sus asambleas que había qué cooperar, es porque tienen el dinero suficiente para hacerlo, no así los demás padres que no saben qué darle de comer a sus hijos al día siguiente. Así que diga lo que diga el señor García López sale sobrando, porque más bien ha funcionado siempre como un cero a la izquierda.
Está documentado que las autoridades escolares se lavan las manos aduciendo que son las asociaciones de padres de familia en los planteles escolares quienes determinan en sus asambleas, juntas o reuniones que se tienen que aportar cuotas económicas porque hace falta mantenimiento adecuado a las escuelas para que sus hijos tengan un plantel digno; y esto último es lo que ponen de pretexto los padres de familia que están en las dichosas mesas directivas: que sus hijo no pueden estudiar en un edificio que le falta pintura o alguna reparación, utensilios para el aseo, agua, etcétera. Y precisamente esto da pie a que se aplique aquello de que las costumbres se hacen leyes, pues es muy probable que las autoridades educativas al ver esto de que los mismos papás y mamás de los pequeños escolares se harían cargo del mantenimiento de lo más indispensable en el inmueble, pues que lo hagan, y si hay presupuesto para todo lo que aportan las asociaciones de padres, pues se guarda en otro lado, quizás para darle un mejor uso particular.
Y he aquí lo inverosímil respecto a que el Estado debe de ofrecer Educación Laica y Gratuita, porque no es posible que el Estado eluda el problema diciendo que sí cumple con lo establecido en nuestra Carta Magna poniendo los inmuebles y profesores y nada más, porque se supone que esos inmuebles deben recibir mantenimiento precisamente por parte del mismo Estado, así como los salarios de los profesores. Los edificios que albergan los planteles escolares necesitan luz, agua, pintura, reparaciones de puertas y ventanas, aseo de aulas y baños y de todo el inmueble en general, y estos gastos deben de correr por cuenta del Estado y no de los padres de familia. Sin embargo, tal vez desde la primera vez que alguna de estas asociaciones paterfamilias dijeron que ellas cooperarían para comprar un foco que se fundió, una escoba y un trapeador, etcétera, las autoridades educativas vieron ahí una gran oportunidad para ahorrarse algunos pesos ya etiquetados en el presupuesto escolar. Porque así estén etiquetados los gastos de mantenimiento, si son los padres de familia quienes los apechugan, pues qué más que mejor.
Queda claro que dichas asociaciones de padres de familia deben desaparecer o atenerse única y exclusivamente a su reglamento que señala que las cuotas no son obligatorias en ningún caso.
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