Trump representa al capital golpeado por las transnacionales
Octavio Camelo Romero
25 de Julio de 2016
El discurso pronunciado por Donald Trump en la Convención Republicana merece ser analizado para por lo menos tener una aproximación de lo que representaría Estados Unidos con Trump a la cabeza. Para empezar es un desconocedor de las leyes del desarrollo del régimen de producción capitalista. Dice que nadie mejor que él conoce el sistema económico-social norteamericano y que por ello es el único que puede sacarlo de la crisis. En verdad no lo conoce, por más exitoso que sea en sus empresas. Y la “rabia” que porta seguramente se debe a que su emporio económico se ha visto afectado por el capitalismo global impulsado por Estados Unidos. Pero no nada más son las empresas de Trump las golpeadas; junto a esas empresas están muchas otras pequeñas, medianas y grandes que han corrido la misma suerte. Más aún, al lado de las empresas están muchas familias que han perdido su fuente de empleo o que están bajo amenaza de perderlo. Estados Unidos está viviendo una situación semejante a la que vivió Alemania cuando Hitler se convirtió en líder y condujo al país a la aventura de querer dominar al mundo.
En realidad Donald Trump refleja ignorancia en su “rabia” contra el “capitalismo global”. No tiene idea del funcionamiento del capitalismo en general, y menos del capitalismo transnacional en lo particular. Si conociera las leyes del régimen de producción capitalista seguramente conociera las contradicciones internas del mismo y se podría explicar el fenómeno de las contradicciones inherentes al sistema. Pero como es un ignorante de las mismas, se guía por las superficialidades y cae en una propuesta contradictoria para salir de la crisis norteamericana. Y es que no nos lee.
En este espacio lo hemos dicho hasta el cansancio que la opulencia de unos cuantos y la miseria de muchos es una propiedad del capitalismo, y que sólo desaparecerá cuando desaparezca el régimen de producción capitalista. No importa que INEGI declare que ya se acabó la pobreza en México, lo real es que la mayoría de los mexicanos no ganan el mínimo requerido para el sostenimiento básico de su existencia. La contradicción entre riqueza y miseria no se resuelve con declaraciones o con leyes. La única solución efectiva es cambiar de raíz al capitalismo, esto es, cambiar la propiedad privada sobre la riqueza por la propiedad colectiva.
Donald Trump no se ha dado cuenta que la competencia entre las empresas llevó al desarrollo vertiginoso de la ciencia y de la tecnología aplicadas a los procesos de organización, de producción y de circulación capitalista. El dinero para convertirse en capital tiene necesariamente que valorizarse, que arrojar un plusvalor. Y el capital para mantenerse en activo tiene que librar mil y una batallas en el campo de la competencia. De allí si en cierto momento el territorio de un país se ha saturado para dar salida a lo producido, se tenga que ir a otros territorios en busca de mercados mercantiles. Pero eso mismo sucede con el capital líquido o en dinero. Si se pretende que se convierta ese dinero en capital se tiene que invertir en otros territorios. De este proceso de expansión, propio del capitalismo, surge de manera natural la mundialización y la globalización. De no darse estas circunstancias, se tendría ociosidad del capital en cualquiera de sus formas y vendría necesariamente una crisis o colapso del sistema capitalista. La rueda de la historia capitalista no tiene retroceso. Y el cambio que Donald Trump propone es algo muy parecido a lo que AMLO proponía en el pasado, volver a los años de los 60-70 del siglo pasado. Ese es el símil entre ambos. En fin.
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