Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Fidel y Fidelito

Miguel González Ibarra

13 de agosto de 2015

13 de agosto. Fecha memorable. Un día como hoy, nació el más grande. Los avances democráticos logrados por la humanidad, son realidad tangible y se deben, sin exageraciones, a él, por la interpretación científica y teórico-práctica del fenómeno, que él mismo a través de su genialidad, ha desarrollado y elaborado.

Es de esos seres, excepcionales, que nacen allá cada milenio, con el respeto a Carlos Marx. Sí, me refiero a Fidel Castro, el Comandante de América, como lo llamó el Presidente Salvador Allende. Pero, no es el Comandante de América solamente, sino el Comandante del Mundo, tal cual, no pocos, a lo largo y ancho del globo, coincidimos.

Lo hecho hasta nuestros días, en los cinco continentes, y las transformaciones en todos los campos, se deben a los trabajadores, no al capital, tal y como, falaz y patrañamente, vociferan los ideólogos del capitalismo, que, más que capitalismo salvaje, es la barbarie.

El poderío de Estados Unidos de Norteamerica, es obra de los trabajadores de ese país y no de quienes son dueños de los grandes consorcios que se sienten propietarios de nuestras vidas y de los recursos que nos proporciona la naturaleza, incluyendo el aire y el espacio cósmico.

Las inmensas y descomunales fortunas de Bill Gates y Carlos Slim, éste, mexicano, las hicieron los trabajadores que laboran en las empresas, propiedad de éstos, los dos hombres más ricos del mundo.

Es, justamente, el mérito de Fidel. Materializó en el hemisferio occidental, la idea que el dinero es fruto del trabajo. No al revés. Este principio lo llevó al Estado, origen de estructuras y superestructuras; es decir, este hombre construyó la patria de los trabajadores en un país de la América Latina, situado a sólo 80 millas del imperio más poderoso y sangriento de la tierra, configurado a lo largo del devenir de la historia, en una confrontación que lleva décadas y no acaba por terminar.

El singular suceso, nos ofrece la lectura, que el mundo  ---todo el mundo, incluyendo los 50 estados de la Unión Americana---, será conducido por los trabajadores del campo y la ciudad, en una patria, a nivel del planeta, que será, indudablemente, de los trabajadores, integrada por trabajadores y conducida, de pies a cabeza, por trabajadores. De los explotadores y patrones, ya nadie se acordará, porque se habrán extinguido.

Entonces, todos, en la tierra, disfrutarán de todo; de todos los placeres habidos y por haber; de la música, del canto; del comer, del beber; del saber, y la instrucción; del trabajo, que no será mercancía, ni dependerá de la fórmula ---que no tiene ojos, ni oídos, ni piel--- del mercado, entre oferta y demanda, sino parte inherente y orgánica del cuerpo humano;  será, en verdad, una comunidad universal, en la cual, los miles de millones que serán, tendrán fácil y natural acceso, a los bienes de la civilización y la cultura.

Es el mérito de Cuba. Es el mérito de Fidel, proyectado hasta la eternidad y al tiempo en su categoría más infinita.

Como todos los años, este día, vitoreamos: ¡GLORIA ETERNA A FIDEL!

Relacionado con esta fiesta, que atañe a este gigante de la historia de la humanidad, pido permiso para comentar un incidente que me cubre de gran satisfacción y sano orgullo.

Hace once años, el 13 de agosto, a las diez de la noche, nació mi nieto, en Tepic.

Mi hijo Leobardo, me da la feliz noticia.

---“Es 13 de agosto”, le dije, sin titubeos.

---“Es el día que nació Fidel Castro, líder de la Revolución Cubana”, subrayé con claro y emocionado acento.

Al acudir a las oficinas del Registro Civil, mi adorado nieto fue registrado con el nombre de FIDEL.

Para mí, su abuelo, es FIDELITO. Así lo llamo.


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