Hambruna en México en el 2016
Octavio Camelo Romero
16 de abril de 2015
Realmente es aterrador el anuncio del secretario de Hacienda del recorte presupuestal para el 2016. Si con la caída de los precios de venta del petróleo mexicano y con las erráticas políticas públicas de repartir la renta petrolera entre los particulares en lugar de destinársela al ingreso fiscal del Estado Mexicano, la economía nacional está a punto de paralizarse. Qué será para el próximo año en que no hay contratación de venta petrolera y en que además de privar al Estado del ingreso petrolero, se anuncia otro recorte presupuestal. Si a esto añadimos que la tasa de interés en Norteamérica subirá, y por consecuencia subirá de manera automática la deuda pública del país, entonces no se vislumbra más que contracción del mercado de mercancía, crisis en el sector productivo y especulación en el sector financiero. No se ocupa ser letrado para saber que sin (Y) ingresos no hay (C) consumo y que sin consumo no hay (P) producción. Pero, ¿Qué pasará si además recordamos que como nación no somos alimentariamente autosuficientes gracias a las políticas erráticas del gobierno?
Como muestra tomemos al “maíz”. Su suerte ha sido otro de los grandes “yerros” de la clase política gobernante de este país. Con la entrada en vigor del TLCAN y el vertiginoso desarrollo científico-técnico aplicado a la producción del grano, traducido en la baja del precio internacional del mismo, pensaron que el maíz perdería su supremacía en la agricultura mexicana. Seguramente pensaron entregar todo el mercado nacional a EE.UU para que diera salida a la superproducción del grano, consecuencia de la elevación de la productividad agrícola norteamericana. Seguramente también pensaron que los productores nacionales se desalentarían y se desarraigarían de sus tierras la cuales con el programa PROCEDE pasarían a poder del capital extranjero. A partir de estas expectativas se transfirieron miles de millones de dólares en “pagos directos a agricultores por concepto de compensaciones y ajustes al TLCAN entre 1994 y 2009.” Sin embargo por la superficie cultivada, por el número de productores y por el volumen de la
producción, el maíz no ha dejado de ser el “cultivo más importante de México” con todo y que las importaciones aumentaron enormemente.
Otros indicadores nos muestran que a pesar de las perversas políticas públicas el maíz conserva su supremacía de importancia en la agricultura nacional. En un comparativo estadístico el país invierte por hectárea 3 veces menos que USA, 4 veces menos que China y 40 veces menos que Japón. Y por otra parte en México la agricultura aporta el 3.5% al PIB y recibe el mismo para su apoyo el 0.7% en tanto que en EE.UU aporta el 1.2% y recibe el 3.5%. De estos datos gruesos queda clara la intención de acabar con la agricultura nacional para dejarle libre el mercado a los norteamericanos. No es problema de superficie porque incluso las Instituciones oficiales han señalado que en la temporada invernal la región sur-sureste del país cuenta con reservas de tierra para el cultivo, agua dulce, clima benigno, experiencia en la producción y oferta de mano de obra. Y lo mejor que dicen es que con estos recursos puestos en actividad y los ya existentes se pueden alimentar a 200 millones de mexicanos, además de dar empleo a buena parte de ellos. Tan sólo en el caso del maíz el potencial de la producción es de 57 millones de toneladas en tanto que el consumo aparente es de únicamente 33 millones de toneladas y la producción promedio anual es de 22 millones de toneladas. Después de satisfacer la demanda interna nos quedarían 27 millones de toneladas para venderlas al exterior. Pero entonces los políticos gobernantes quedarían mal con sus obligaciones contraídas con USA y seguro que los bajarían del gobierno para poner a otros. Ese es el temor y el por qué no se impulsa la producción agrícola en México.
Sin embargo en una acción de cortísimo plazo y para hacerle frente a la hambruna del 2016 los hogares mexicanos debieran voltear a ver las prácticas del pasado, la cría de animales domésticos, las granjas y los huertos familiares. En fin.
Comentarios