El panista Galván

-¿Cómo estás Ulises? ¡No te la dieron en tu partido!- fue el saludo de Alejandro Galván aquel 28 de mayo del año pasado, cuando coincidimos en la presentación del libro “Júbilo tras el telón” de don Oscar González Bonilla y que se llevó a cabo en la explanada del congreso del estado.

-Tampoco a ti, Alejandro- le respondí y ambos reímos de buena gana con aquel breve diálogo.

Se refería Alejandro a que en el proceso de designación del PAN para elegir candidatos de cara al proceso electoral 2014, en el cuál contendí como pre- candidato a regidor, pesaron más los compromisos –en el caso de mi demarcación- con la señora Águeda Galicia Jiménez, quien decidió imponer a una persona cuyo mayor mérito había sido el de coordinar la campaña presidencial de Enrique Peña Nieto en algunas colonias de Tepic en 2012 y que de la noche a la mañana, se había vuelto en una decidida panista. A Alejandro Galván le pasó algo parecido en el PRI, su vinculación permanente con el ex gobernador Ney González Sánchez se constituyó en un veto frente a la dirigencia del PRI que formalmente ostenta el diminuto Juan Carlos Ríos Lara, que no es sino el ejecutor del verdadero mandamás del revolucionario institucional en Nayarit: Roberto Sandoval.

A Galván lo conocí hace 5 años, durante una fiesta de amigos de Facebook, cuando se movía por todo el estado con el ánimo de posicionarse rumbo a la elección de gobernador en 2011 y donde pretendía convertir su amistad y cercanía con el entonces titular del ejecutivo, en su principal activo político, a pesar de que muchos consideráramos aquello más que un activo como un grave pasivo. Me cae muy bien, siempre nos hemos saludado con mucha cordialidad, sin embargo, aunque ahora sea el virtual candidato de mi partido a diputado federal, no voy a votar por él.

Cualquier muestra de apoyo hacia la candidatura de Alejandro Galván, por mínima que fuera, sería un acto de incongruencia respecto de lo que durante los últimos 10 años he dicho, he escrito y he publicado. Un acto de incongruencia que no pienso cometer. Siempre he pensado que el interés de Nayarit y de México debe estar por encima de todo, por encima incluso de ideologías y por supuesto, de intereses personales o de grupo. No estoy acostumbrado –en lo personal- a obedecer consignas sino más bien, a seguir mis convicciones, a sabiendas quizá, de que esto en nuestros tiempos, es capaz de cerrar más puertas de las que puede abrir en política. Bien vale la pena el riesgo.

Aunque la posibilidad de que Alejandro Galván se incorporara al PAN y se convirtiera en el candidato del partido a diputado existía desde hace algunos días, la confirmación fue una noticia que me cayó de sorpresa. Desde ayer he visto los videos que han circulado en redes sociales, las declaraciones, los debates que ha suscitado la nueva militancia de Galván.En particular, vi la entrevista que le hizo Antonio Tello para Nayarit en Línea, en ésta última entrevista, el periodista se comió vivo al político, lo llevó al terreno que quería y aquél se mostró falto de pericia, inexperto y hasta torpe. Dijo, por ejemplo, que hubiese preferido ser candidato independiente, pero que los tiempos ya no se lo permitían –menospreció al PAN, en otras palabras- y que “sería bueno echarle una llamada o mandarle un WhatsApp al ex gobernador Ney, para saber si lo va a apoyar”. Declaraciones poco afortunadas en medio del fuerte debate que existe entre los militantes y simpatizantes panistas que se resisten a la importación de un cuadro como Alejandro Galván por considerarlo un acto de incongruencia.

La historia comenzó poco antes del festejo de cumpleaños de la ex diputada Águeda Galicia Jiménez, lideresa del SUTSEM y quien hoy forma parte del triunvirato que gobierna Tepic, aunque se hizo evidente al circular fotos de dicho evento y en donde se vio a Galván sentando a la mesa con personajes como Rafael Valenzuela, Antonio Echevarría Domínguez y la propia Águeda. Aquello –creo- pretendió ser una señal enviada al inquilino de palacio de gobierno, para que se apresurara a retener a Galván y evitar con ello, dificultarle las cosas a Gianni Ramírez, sin embargo, en el PRI poco les importó la eventual salida de Galván. Parte por soberbia y parte también a que saben que el ex diputado carece de una estructura propia. Alejandro Galván, al PAN, llega a construir desde abajo y con el peor escenario posible, el rechazo de las bases a su candidatura, teniendo como único punto a favor que existe una clara intención de voto antipriísta entre la sociedad… el problema es que Galván es priísta.

Me llamó también la atención un comentario de Alejandro en la entrevista con Tello, donde habla sobre la necesidad de eliminar la sumisión existente entre algunos diputados respecto del gobernador en turno. Esa declaración contrasta con la serie de videos que están disponibles en YouTube sobre las distintas entrevistas e intervenciones en tribuna de Galván, donde no hace sino defender a su amigo, Ney González y a Roberto Sandoval, incluso, califica de “jalada” la iniciativa que presentó en el 2012 el doctor Polo Domínguez, solicitando el juicio político para el ex gobernador que más daño le ha hecho a Nayarit. También acusó, en esa misma intervención, al doctor Polo de actuar en base al rencor y a “no superar la derrota del 2002, contra Ney”.

Desde antier, todas las declaraciones que he visto de Alejandro, me han recordado profundamente a Ney: el pulgar alzado, la repetición de las muletillas del ex gobernador y su manía por leer los discursos de un celular, la postura… todo, indica la intención del futuro candidato por imitar a González Sánchez y recordemos que solo se trata de imitar actitudes de aquellos a quienes admiramos. Desde la colonia Mololoa, alguien está sonriendo nuevamente.

Finalizo diciendo que no me gustaría ver, en el congreso de la unión, a un diputado de extracción panista defendiendo los intereses de aquel a quien considero uno de los personajes más siniestros de la historia reciente de Nayarit: Ney González.