Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

Muere Gil Nava, voz romántica de Los Molaikas

José Torres Zamora

18 de octubre de 2014

Lo conocí a finales de los 70 y principio de los años ochenta, no recuerdo con precisión la fecha, pero me viene a la obstinada memoria, las noches de bohemia que gocé al lado de mis amigos Los Molaikas, con quienes disfruté como muchos Santiagueses, las románticas noches de serenata,

Con este dueto, considerados como auténticos embajadores de la música romántica, muchas parejas se casaron, además marcaron una época que aun vive en nuestros corazones, pues como olvidar la extraordinaria voz de Gilberto Nava y el ingenio musical de Miguel López Alanís, para mí los únicos e inigualables Molaikas.

Recuerdo una anécdota en Tepic con este dueto y otros dos entrañables amigos que en ocasiones platico a quien gustan de escuchar. Una noche del verano de 1981, salía del cine Azcona y me dirigía a mi casa ubicada en la popular colonia Mololoa de Tepic, cuando al pasar por un restaurante conocido en ese época como los Pavorreales, por la avenida México, donde actualmente está el estacionamiento de las combis que cubren la ruta Tepic-Santiago, me habló a gritos Pedro “El Perico” Cano Morán.” Cocoy, Cocoy”, me llamo y ahí voy, ya en la acera de enfrente, donde estaba estacionado un carro Dodge Dart, de dos puertas, Pedro me indicó. “Mira quienes vienen aquí”, me asomo por la ventanilla y son mi amigo el periodista Oscar González Bonilla en el asiento delantero y atrás Gil Nava y Miguel López “los Molaikas”. Que andan haciendo? Les pregunto entre sorprendido y divertido.

¡Vamos a dar serenata!, me contestó el periodista, acompáñanos, me invitó “El Perico” Cano, ya es tarde,-repliqué- pero en fin vamos a escuchar a los Molaikas, me subo al vehículo y enfilamos primero a vinos y licores Ral, que en ese tiempo era el único que vendía chupe las 24 horas, Allí compraron una botella de litro de presidente, hielo y sodas, ya cargados nos dirigimos rumbo a la casa de la interfecta, la cual estaba ubicada por la angosta callejuela de Herrera, a espalda de Insurgentes- La Loma.

Ya instalados y destapada la botella, iniciaron con la serena los Molaikas, entonando bellas melodías que despertaron al vecindario que encendieron los focos de sus habitaciones, pero la de la homenajeada, ni sus luces.

Y mientras se vaciaba la botella entre pláticas y música, Gil Nava, con maliciosa sonrisa -decía- No te preocupes periquito, con esta canción sale, porque sale, Los Molaikas somos infalibles, y nada, por más que tocaban y cantaban, la misteriosa dama no daba muestras de vida.

Ya ha medios chiles y cuando la decepción se apoderaba del amigo Pedro, las luces de un vehículo que casi se encarama sobre el nuestro, vimos descender del carro, un taxi amarillo, la exuberante figura de una mujer que al igual que nosotros daba traspiés al caminar, luego pasó de largo pidiendo permiso y se dirigió a la casa para abrir con trabajos la puerta y sin mirarnos tan siquiera se metió, dando un portazo, como para asegurar que la puerta quedara herméticamente cerrada.

Asombrados nos veíamos los unos a los otros, para luego escuchar a Miguel. “Pues como chingados iba a salir, si andaba festejando su cumpleaños en otro lado”, los Molaikas, como dijo Gil, nunca fallan, aclaro.

Después como anecdotario, cuando nos veíamos algunos de los participantes en la famosa serenata, decíamos. Y nomas nunca salió la condenada, porque andaba festejando en otra parte. Pues así cuando iba a salir, por más que tocaran los Molaikas, los Panchos o los Tres Ases. Nomas no.

En ese tiempo, durante el gobierno de Rogelio Flores Curiel, “Los Molaikas” se hicieron famosos, porque se convirtieron en el dueto preferido y consentido de Doña América Manríquez de Flores Curiel, quien era una amante de la cultura y solía escribir canciones y le grabaron sus éxitos Tiempo y San Blas, que fueron del agrado del respetable.

En fin las chuecas calles silenciosas de este pequeño solar de mi patria chica, fueron testigos mudos de las noches bohemias del famoso dueto que deleitaron a familias enteras que recibían con agrado las serenatas de los Molaikas, luego vino la dolorosa separación del dueto y cada quien se fue por su rumbo deleitando con su arte al publico más exigente. Hace 3 años y meses en un festejo organizado por quien esto escribe, se juntaron de nuevo, por esa única ocasión y volvieron a cantar en extraordinario dueto, el mismo que nos acompañó como siempre en nuestros modestos eventos sociales del periódico. Lo recuerdo como si fuera ayer, al dueto Miguel y Gil canturreando con buen ritmo y afinada voz, pero sobre todo con mucho sentimiento, como lo hacía el amigo Gil Nava, quien por cierto recibió hace más de un año el reconocimiento del director y propietario del periódico nacional “El Universal” Lic. Juan Francisco Ealy Ortiz, a quien le amenizó en Acaponeta, un evento social en la casa paterna de su esposa la ex señorita México Blanca Díaz Tejeda, quienes cautivados por la voz de Gil, lo invitaron a su residencia de la ciudad de México para que amenizara otro evento privado familiar.

Gil Nava, era un bohemio de corazón, amigo solidario a quien extrañare sin duda en las tertulias del Diario de Aztlán, a la que junto con Miguel, nunca dejó de asistir. Descansa en paz amigo Gil y no te digo adiós, sino hasta luego.

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