Quién es quién en México
Octavio Camelo Romero
28 de enero de 2014
Con frecuencia se escucha decir que en México la izquierda es débil, o que existen no una sino varias izquierdas. La pregunta debiera ser: ¿Existe la izquierda en el país? Antes de dar respuesta recordemos algunas cosas.
El punto de partida dijera Hegel, es la “Nada”. Pero es Nada no es un Ser vacío, antes bien, es un Ser lleno de contenido y del cual surgirá el “Otro Ser”, el “Nuevo Ser”, que recorrerá una ruta similar. Ese es el punto de partida de la “Dialéctica” hegeliana y que Marx y Engels aplicaron para el esclarecimiento del sistema capitalista. Para el capitalismo su punto de partida es el feudalismo en agonía o agónico. Mejor dicho, el capitalismo nace del feudalismo como el comunismo nacerá del capitalismo. Y las clases fundamentales del capitalismo, o sea los capitalistas y los obreros nacieron en el seno del feudalismo. Así como los maestros artesanos independientes, se niegan a sí mismo al dejar de ser productores directos para convertirse primero en productores con el concurso de mano de obra y después transformarse en pequeños capitalistas hasta llegar a ser “consumados capitalistas, así los obreros, productores directos se negarán a sí mismo para dar paso al humano del comunismo. Con sus especificidades esa fue la ruta del nacimiento del capitalismo en México. La naciente burguesía criolla y algunos peninsulares requerían quitarse las ataduras de la corona española para su ulterior desarrollo. Ese es el único momento en que el capitalismo juega un papel revolucionario. Quitarse de enfrente o dominar al feudalismo para desarrollarse, es su objetivo revolucionario histórico. Pasado ese instante, el capitalismo se vuelve reaccionario.
Cabe aclarar que el régimen de producción capitalista no es bondadoso ni humanista. El keynesianismo existió por la presencia del campo socialista y porque a su paso por los países éstos adoptaban el socialismo. Por ello la URSS sirvió de contrapeso y de fuerza social para que el capitalismo flexibilizara sus pretensiones de la sobreexplotación de la fuerza de trabajo. La evidencia está clara cuando a la caída del bloque socialista viene el desmantelamiento de los estados de bienestar social y el surgimiento del neoliberalismo.
Una de las principales contradicciones dentro del capitalismo es aquella en que el capitalista se apropia para sí mismo lo que muchos trabajadores producen socialmente. Esta contradicción ha adquirido dimensiones planetarias. En primer término el capitalista ha dejado de ser un individuo para convertirse en un colectivo. Hoy domina la asociación de capitales sobre el capital individual. Empero, en ese conjunto de capitales individuales existen ciertos capitales que son los dominantes. Y en la actualidad ese capital social se ha conformado con capitales de todo el mundo. Sin embargo, ha surgido una subclase de capitalistas en funciones, formada por los ejecutivos de las empresas y organismos empresariales que se encuentran diseminados por todo el mundo y que no necesariamente aportan capital, aunque sí participan de la plusvalía o ganancia extraída a los verdaderos trabajadores asalariados. Estos capitalistas en funciones se encuentran también ocupando los cargos de conducción del Estado en general y del Estado Neoliberal en lo particular.
En México después del presidente Lázaro Cárdenas del Rio, los Poderes de la Unión han estado al servicio del capitalismo mexicano. Más aún, el Estado de la Revolución Mexicana se dio a la tarea de crear a la clase capitalista mexicana. Y los políticos del sistema se han conformado como una clase burocrática al servicio del capital a través de los Poderes de la Unión. En realidad la militancia en los partidos políticos les ha servido para arribar a los Poderes Públicos y cumplir con su cometido. Por eso no ha importado mucho que sea del PAN, del PRD, del PRI o de cualquier otro partido. Lo que sí es relevante, es la intencionalidad del aspirante. Las actuales condiciones de dominación mundial del capital han movido el centro de gravedad de las decisiones nacionales. Los intereses neoliberales transnacionales hegemónicos en México no han permitido que persistan las instituciones priistas del siglo pasado, menos permitirá la llegada de Cuauhtémoc o de Andrés Manuel que ni siquiera se atreven a hablar de socialismo, mucho menos de comunismo. Estos movimientos más bien son “movimientos democráticos-burgueses” que no deben confundirse con movimientos de izquierda entendida ésta como la institución radical que se plantea suprimir al capitalismo.
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