Fascismo tributario en México
Octavio Camelo Romero
27 de enero de 2014
La Reforma Fiscal fue aprobada primero en el Congreso de la Unión por el PRI y el PRD y promulgada después por el Presidente Enrique Peña Nieto en el último trimestre de 2013. De hecho tal aprobación se hizo a sabiendas que se trata de un instrumento de control fascista sobre la golpeada clase trabajadora y micros, pequeños y medianos empresarios que su único delito es ser cautivos. Unos porque son trabajadores de nómina y otros porque son causantes menores. Con esta Reforma Fiscal la Secretaría validará las nóminas en base al cruce de información con el IMSS y la Banca. Y todos los ingresos de los trabajadores, independientemente del carácter de los mismos, serán gravables. Por si fuera poco, se parte del principio de que los mexicanos somos delincuentes fiscales o evasores, y se involucra a la banca con el carácter de brazo fiscalizador de las autoridades hacendarias.
Ante los controles fascistas de los perredistas y priistas, los usuarios de tarjetas de crédito y débito debemos limitar la realización de operaciones con ellas así como los pagos correspondientes porque a partir de este mes son consideradas por el Servicio de Administración Tributaria como parte de los ingresos y egresos de los contribuyentes y serán cotejadas con las declaraciones al fisco.
Recordemos la crisis capitalista de este milenio, la de los años 2008-2009. Sus condiciones fueron sustancialmente distintas a las del siglo pasado. Estuvo presidida por la trabazón de intereses surgida con la mundialización del capital denominada globalización. Hoy no existen regiones de dominio de potencias, el dominio es del capital sobre la tierra y algunas partes del cosmos. Hoy los capitales dominantes en un cierto país son multinacionales. Por eso la comunicación entre las potencias se ha flexibilizado y en los instrumentos internacionales se han incorporado a los empresarios y funcionarios de corporaciones. Esto es lo que demuestran las reuniones de los países para analizar la superación del estado crítico de la economía mundial, esto es lo que muestran las reuniones del G-20. Así como no puede plantearse una estrategia de sustitución de importaciones como alternativa para salir de una crisis capitalista en una cierta región del planeta, dada la trabazón de los intereses por la mundialización del capital, de la misma manera no puede plantearse una política fiscal restrictiva de la circulación de mercancías como la promovida por los perredistas y priistas en el último trimestre del 2013. De esa manera se agudiza la crisis.
Gracias a los gobiernos priistas y panistas de los últimos 30 años la economía mexicana es totalmente dependiente de la norteamericana. Por eso corremos su suerte de entrar en la desaceleración y de una posible y catastrófica paralización económica. Una forma de reactivar la economía es ayudar a la realización de la circulación mercantil. Y ante la inutilidad del gobierno para mantener una cierta liquidez social coadyuvante del flujo de mercancías, la banca y los consorcios comerciales repartieron plásticos de crédito e inventaron las campañas del “buen fin”. De esa manera y no de otra, los mexicanos tuvieron acceso a mercancías pagaderas en el futuro y se vaciaron en parte las bodegas y los inventarios. Sin embargo con la Fascista Reforma Fiscal aprobada por perredistas y priistas los plasticohabientes serán objeto de caza del banco, de Hacienda, del IMSS y por si fuera poco, de sus respectivos patrones. Con esta nueva Ley Fiscal se estrangulará el mercado doméstico.
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