La pobreza origen de la violencia
Francisco Cruz Angulo
21 de enero de 2014
Cuando uno ve o escucha las crónicas periodística del estado de violencia que se encuentra inmerso la región caliente de Michoacán se nos ponen los pelos de punta y nos recuerda los dos últimos años de gobierno de Ney González cuando era cosa de todos los días el ajusticiamientos a mansalva, descabezados, descuartizados, secuestros, cobro de piso perpetrados por las bandas del narcotráfico y bandas delincuenciales que operaban con total impunidad en Nayarit.
De aquel sexenio de inseguridad a este de Roberto Sandoval se recuperó la seguridad pública en las calles y carreteras de la entidad en virtud de una exitosa coordinación entre las corporaciones policiacas, federales, estatales y del Ejército y la Marina. La Fiscalía General del Estado al mando de Edgar Veytia ha sido de vital importancia aunque no falta por allí denuncias que se ha vulnerado los derechos de algunos ciudadanos. Sin embargo somos un estado seguro.
Como todos conocemos en más de 20 municipios de la tierra caliente de Michoacán prácticamente se rompió el orden constitucional a consecuencia de que el Gobierno Estatal y Federal por cuestiones de índole político incumplieron su obligación de garantizar la seguridad física y patrimonial de los michoacanos.
Esta irresponsabilidad y vacío de autoridad derivó casi en una guerra civil en los municipios de tierra caliente cuando surgieron los grupos armados de autodefensa para enfrentar a las bandas de los “caballeros templarios” que durante años sometieron mediante la violencia armada a los lugareños despojándolos de sus bienes patrimoniales y lo que es peor flagelando cotidianamente sus derechos humanos.
Cansados de tanto atropello a su dignidad humana los grupos de autodefensa se alzaron en armas para enfrentar a sus verdugos los “caballeros templarios”. En pocos meses lograron liberar a 20 municipios con el apoyo popular.
Si bien actuaron en la ilegalidad porque según la ley no hay derecho a hacer justicia por su propia mano, no tenían otra opción: o luchaban o morían.
Esta situación de ingobernabilidad obligó al Gobierno de Peña Nieto a tomar medidas de emergencia ante la debilidad de las instituciones: desplegó a miles de elementos de la Policía Federal, del Ejército y la Marina para recuperar los municipios ocupados por los caballeros templarios y de los grupos de autodefensa y de esta manera recuperar el estado de derecho.
Para legitimar esta nueva estrategia del Gobierno Federal y no vulnerar la soberanía del estado de Michoacán el Presidente Peña Nieto nombró al Lic. Alfredo Castillo como alto comisionado para restablecer la seguridad y el desarrollo integral en el estado de Michoacán dotándole de amplios poderes, algo así como un gobernador de facto ante la evidente inoperancia del actual mandatario michoacano Fausto Vallejo. Evidentemente el poder real será el ex procurador federal del consumidor hombre de todas las confianza del presidente Peña Nieto.
La pacificación de Michoacán desde el centro la intentó el ex presidente Felipe Calderón por la vía militar desde el primer día de su mandato. Fue un desastre. No solo creció y se fortaleció la delincuencia sino que tuvo un alto costo en vidas humanas. Incluso se dice que por hacer favores de la “familia michoacana” a su hermana en sus aspiraciones a la gubernatura de aquel estado Calderón optó por retirarse de la plaza y de paso meter a la cárcel a presidentes municipales y altos funcionarios del Gobierno perredista encabezado en aquel sexenio por el Lic. Leonel Godoy quienes tras un año de litigio fueron encontrados inocentes.
Después del gobierno fallido de Felipe Calderón la nueva estrategia de Peña Nieto concita cierta esperanza porque esta vez estará sustentada en dos frentes, a saber: la recuperación del estado de derecho por la vía militar y popular y mediante una cruzada de programas sociales que mejore el tejido social, esto es, inversión pública en la producción agrícola para generar empleos, en educación, salud, vivienda y servicios públicos. De nada servirá acabar con las bandas del crimen organizado si no se atiende la pobreza y se consolida la seguridad pública, pues si no se resuelven estos problemas de fondo seguirán siendo caldo de cultivo de las bandas delincuenciales. De igual manera si el Gobierno Federal no genera confianza en una paz duradera, el pueblo para defenderse no tendrá otra opción más que las armas. Los grupos de autodefensa esperan resultados.
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