Tepic, Nayarit, viernes 29 de marzo de 2024

La globalización del capital

Octavio Camelo Romero

20 de enero de 2014

No nos ha ido bien pero nos puede ir peor si no “nos ponemos las pilas”. Con la globalización la normatividad mexicana tiene necesariamente que adecuarse a los requerimientos del capitalismo mundial. No es un asunto de voluntad, es una necesidad objetiva del capital internacionalizado. De allí que la última reforma a la Ley Federal del Trabajo haya cambiado las valoraciones y haya dado muerte a la condición tutelar de las normas en materia laboral en favor de los trabajadores. Por un lado la temporalidad de los contratos de trabajo, los contratos a prueba o para capacitación pueden terminar por decisión de los patrones, previa autorización de una comisión mixta de productividad, capacitación y adiestramiento. Y por el otro el outsourcing y la limitación a un año de los salarios caídos en caso de despido injustificado, han acabado con la idea tutelar a los trabajadores para ahora proteger a los empresarios. En cuanto al control sindical el Estado Neoliberal Mexicano lo sigue teniendo mediante el registro y las tomas de nota de las directivas. México no se ha sustraído de esa tendencia del dominio mundial del capital. Por ello se antepone a los intereses de los trabajadores el interés del capital. La globalización del Capital tuvo sus orígenes ideológico--políticos con Margaret Thatcher quien afirmó que el Estado de Bienestar es un Estado niñera, sofocador de las libertades requeridas por el capital y restrictivo de la capacidad de escoger a los trabajadores adecuados para sus intereses. De allí que el capital buscó mano de obra barata en países de muy escaso nivel laboral e instaló empresas de gran capacidad económica. Productos que posteriormente serán exportados a otros mercados o tal vez a empresas constituidas por los mismos capitales en países desarrollados, obteniendo con ello un beneficio mayor.

En el pasado no remoto surgieron opiniones en relación a que en el sistema bancario mexicano se está dando la repatriación de dividendos de hasta un 70% de las utilidades. Sin lugar a dudas que se requiere una regulación sobre el manejo de las utilidades del capital extranjero invertido en México. Se tiene que evitar el saqueo de la riqueza económica creada en el país por los mexicanos. Los más de 50 millones de mexicanos sumidos en la pobreza reclaman como Nación que se reinvierta en el país lo que en él se generó. El capital arguye que es un principio fundamental de la libre empresa y de los derechos de propiedad el estar en libertad de pagar dividendos. Y dentro del capitalismo esto es verdad. El capital tiene dominio sobre la plusvalía que crea el asalariado. Por lo tanto un Estado que está a su servicio como lo está el Estado Neoliberal Mexicano, debe garantizarle este dominio, o como dicen, este derecho.

Sin embargo en nuestro tiempo de dominio planetario por el capital, al lado de la adecuación normativa de una nación surge la necesidad objetiva de la desaparición de los Estados Nacionales y de la subordinación de todos los países a un único Estado Supranacional. Cada día será más clara esta exigencia. Hoy vemos con mayor frecuencia la intervención de los organismos internacionales en los asuntos internos de los países y la supeditación de los gobiernos nacionales a las exigencias de las instancias supranacionales. Y no puede ser de otra manera. El capital domina el mundo y por tanto sus intereses son los mismos en todos los rincones del mundo. Tal situación reclama la estandarización de conductas, de métodos productivos, de habilidades laborales, etc. Y sobre todo exige se unifique la Ley. Se requiere de un instrumento jurídico que garantice en cualquier parte del planeta la salvaguarda de los intereses del capital. Del capital en general y del capital dominante en lo particular.

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