Discurso contradictorio de los empresarios
Octavio Camelo Romero
03 de diciembre de 2013
El desamor llegó más temprano que tarde. Aquellas voces altisonantes del sector empresarial en el proceso de campaña del actual presidente Enrique Peña Nieto, aquellas descalificaciones al “populismo” de Andrés Manuel, aquellas aseveraciones del progreso que se tendría con las reformas estructurales del actual gobierno, y en especial con la reforma laboral que traería inversión inmediata y robustecería a la economía mexicana, hoy es cambiado por un lastimero pronunciamiento contra la contracción económica del país y contra el antipopulismo peñanietista de restringir el gasto público.
La Confederación de Cámaras Industriales, CONCAMIN por sus siglas, reclama que los dos motores de la economía, los mercados externo e interno, no se hayan comportado como se lo dijeron inicialmente Seguramente los genios de las finanzas les hicieron creer que ellos dominaban los mercados y los elevarían cual “papalote”. Arguyen este motivo para sentenciar que el país cerrará el año con un crecimiento menor al estimado y con un avance moderado en la inversión y la generación de fuentes de trabajo. Pero adelante exigen al gobierno del presidente Peña Nieto que suelte las amarras de la inversión pública. No se ve seriedad en los juicios de los empresarios. Primero profesan amor del bueno y luego desamor.
Por otra parte, resulta que también están en contra de ciertas reformas estructurales. La Confederación Patronal de la República Mexicana, COPARMEX por sus siglas, considera que la “reforma fiscal” no fue la que necesitaba nuestro país, porque introdujo afectaciones sectoriales, encarece el empleo formal e introduce un riesgoso déficit fiscal. ¿Quién les entiende? Su pronunciamiento a favor de las reformas estructurales no fue del todo sincero. Reformas sí, pero para mí beneficio particular. Sin embargo y sin importarles que sea populismo le están exigiendo al presidente Peña Nieto el ejercicio inmediato del presupuesto de egresos 2014 para “fortalecer el mercado interno”, enfrentar la desaceleración de la economía nacional y reactivar la planta productiva. Pero eso sí, el gobierno debe ser diligente y eficiente en la inversión y las compras de bienes y servicios a las empresas, porque serán vitales para el sector manufacturero y de la construcción. En otros temas, los empresarios se quejaron de las extorciones y pagos de derecho de piso a los cuales ha sido sometidos algunos de ellos. Y se pronuncian en contra de los grupos de autodefensa porque ponen en riesgo el estado de derecho.
A los empresarios mexicanos ya se les olvidó que el presidente Enrique Peña Nieto les hizo un llamado para aprovechar la coyuntura de la crisis capitalista y adecuar la normatividad nacional a las exigencias y requerimientos del capitalismo global. Este planteamiento ya se había hecho desde la campaña del entonces candidato del PRI a la presidencia. Desde aquel momento se venían perfilando las propuestas de adecuación de la legislación mexicana a las necesidades del desarrollo del capital internacional en nuestro país. Una vez investido con la categoría de presidente electo, Enrique Peña Nieto primero inicia una transformación radical en su partido el PRI con el propósito de contar con el instrumento político que lo ayudaría en las demás transformaciones pertinentes del Estado pero, con una adecuación semejante a la estructura del Partido Comunista Chino en la cual el Presidente de la República es a la vez, el ideólogo y líder formal del partido político. En México esta relación de subordinación del partido respecto del presidente de la República no es nueva, es antigua, aunque no se había formalizado. Su formalización es la novedad. Y seguramente se les olvidó el acto conmemorativo del 76 aniversario de la fundación de la Comisión Federal de Electricidad en el cual el presidente Peña Nieto fue demasiado explicito: el país está ante la “oportunidad y exigencia de transformar el sector eléctrico y es momento de romper inercias, quitar trabas, ser audaces y atrevernos a acelerar nuestro desarrollo” dentro del capitalismo mundial desde luego. Por eso lo de PEMEX es parte de esa adecuación.
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