Antecedentes remotos de la feria santiaguense
Octavio Campa Bonilla
21 de Abril de 2025
Los orígenes de la feria de Santiago Ixcuintla se pierden en la historia. Se sabe antañona y que tiene abolengo, incluso se dice que su procedencia se remonta a la llegada de los europeos, y hay quienes se atreven a aventurar que los naturales celebraban una fiesta de la cosecha, por los meses de abril y mayo.
En el libro de la Crónica Miscelánea, el Proto cronista Fray Antonio Tello, anuncia la llegada del señor de la Ascensión, en la creciente de 1607, la nota, entre la bruma de la leyenda, el mito y la historia, se refiere a la llegada de un crucifijo que en la encrespada corriente viene flotando… ¿Tradición? ¿Relato fidedigno? ¿Invención? ¿Misterio de fe? Yo diría que es el motivo en que se apoya un poeta del solar, para 350 años después decirnos en su Santiagueño Mariachero: “Al pasar por la repunta, un ranchero que lo vido, lo lazó con su chavinda y lo llevó al caserío. ¡Cómo se adora en Santiago, al Santo Señor del Río!”
Lo irrefutable es que, en la descripción de la Nueva Galicia, realizada por Domingo Lázaro de Arregui, en 1621, al citar la Jurisdicción de las Minas de Tinamache, habla de la bonanza de la plata que ahí se extría, y de cómo los mineros y vecinos de la región, acudían por el mes de mayo a Ixquintlán, donde se celebraba una fiesta que duraba varios días.
El año de 1829, ocurre un acontecimiento que transforma la vida del pueblo de Santiago. La promulgación del Decreto 175 del 21 de febrero de 1829, que elevada a la categoría de Villa al pueblo de Santiago Ixcuintla, (por primera ocasión se utilizaban los dos nombres juntos) y se le declaraba capital del Departamento de Centispac.
El hecho de la llegada del Cristo, debe haber jugado un importante papel en la transformación de la fiesta de mayo, que luego se llamó: “Fiestas del Santo Señor del Río”, hasta la consumación del latrocinio del “Tigre de Álica”, Manuel Lozada, que en el año de 1863, en un acto de barbarie, incendia el pueblo, y secuestra al Señor de la Ascensión, llevándoselo a su madriguera en San Luis, donde permanece hasta la muerta del guerrillero, ocurrida en Los Metates, donde es fusilado en 1873, después de un juicio sumario que lo declara culpable.
Diez años de dolor y frustración de un pueblo, cuya respuesta es la fe y devoción por su Santa Patrono. Se dice que ahí se volvió a cambiar la denominación por el de “Fiestas del Señor de la Ascensión”, nombre impulsado por el entonces Párroco del lugar: Presbítero Antonio Gordillo.
En su libro Paisajes de Occidente, publicado en 1908, Enrique Barrios de los Ríos, narra con todo detalle la celebración de la Fiesta del Señor de la Ascensión, haciendo hincapié en su importancia, y en la gran trascendencia que esta tiene no sólo en la región, sino en todo el país, ya que diversos estados de la República acuden peregrinos devotos a venerar la taumaturga imagen.
LA FERIA DE PRIMAVERA Y LOS JUEGOS FLORALES DE SANTIAGO IXCUINTLA
Aquel 1953, faltaban escasos 60 días para el jueves de Ascensión, el milagroso señor del río, cuya aparición en la entonces villa de Ixcuintla refiere la tradición sobre las rabiosas aguas del Santiago en una terrible inundación.
Episodio que de manera inigualable plasmó para la posteridad al santiaguense Eduardo Cataño Wilelmi, en su bellísimo Romance: “A Santiago Ixcuintla”, al que la voz popular bautizó más tarde con la denominación de: “Santiagueño Mariachero”.
Aquel día de marzo de 1953, el Cabildo Santiaguense del H. XIX Ayuntamiento presidido por el Profr. Antonio Loera López, tomaría un acuerdo que habría de ser histórico para la naciente feria. El acuerdo contenía 3 puntos.
Primero. - A partir de esta fecha “Las fiestas del señor de la Ascensión” o “Fiesta de mayo” llevarán por nombre: “Feria de Primavera”.
Segundo. – Los responsables de la organización y el desarrollo de la Feria, serán los integrantes de la junta cívica de la localidad, asesorados por la Cámara Nacional de Comercio y el personal del Ensayo Piloto Mexicano, con sede en esta cabecera municipal.
Tercero, - Las instalaciones serán construidas con materiales rústicos que abundan en la región como: mangle, carrizo, palapa, etc.
La cabeza del Comité Organizador de aquella primera Feria de Primavera recayó en el Sr. José M. Narváez Madrigal, por esos días regidor del Ayuntamiento y presidente de la de la Junta Cívica.
La señorita Socorro González, luego esposa de don Víctor Adolfo Tortajada López, fue electa Soberana de la Fiesta, se pensó organizar Juegos Florales, pero ante la circunstancia del tiempo que estaba vencido, se optó por invitar al historiador y poeta Everardo Peña Navarro para que oficiara como Mantenedor de la ceremonia de Coronación.
El domingo 7 de mayo de 1953, el Gobernador Constitucional del Estado, Don José Limón Guzmán, inauguró en las playas del río Santiago, la primera Feria de Primavera con exposición agrícola, ganadera, escolar y comercial.
En menos dos meses, con el acicate de su férrea voluntad y contagiados de un entusiasmo indeclinable, los santiaguenses lograron aquella temeraria empresa que se antojaba imposible.
Lo lograron para júbilo y satisfacción de propios y para sorpresa de extraños, que, absortos, admiraban aquel moderno milagro.
Como se precisó en la nota introductoria de este anteproyecto, la Feria de Primavera nació como tal, el año de 1953, y hasta 1963 el recinto ferial fue la playa del río Santiago.
En 1963 la Feria es dotada de un terreno propio. Esto ocurre en el último año de la administración municipal presidida por el ciudadano Alfredo Grimm Curiel (1960-1963), lugar en que se celebra hasta la fecha, y que en el curso del tiempo ha sufrido varias modificaciones.
Hemos de admitirlo por ser una realidad: la nombrada Feria Nacional de Primavera es los últimos 20 años de existencia ha perdido la brújula y se ha vuelto anacrónica. 20 años que han sido, a mi ver, un desastre en el que todos, de laguna manera somos responsables.
Pareciera ser que ahora la Feria sólo consiste en un espléndido, majestuoso y deslumbrante Rompimiento, la Ceremonia de Coronación y el desarrollo de los Juegos Florales, bailes deslucidos y puestos de vendimias, olvidando aquellos colosales eventos que le significaron ser considerada en el país, la de más arraigo, abolengo y renombre en el Occidente de México.
Nuestra feria debe intentar por la vasta experiencia de sus orígenes, insertarse en la ruta de la modernidad, utilizando las nuevas tecnologías que le permitan retornar a los primeros planos de la preferencia de nuestros coterráneos y visitantes.
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