Alarmas que entretienen a buena parte de la humanidad
Sergio Mejía Cano
21 de Febrero de 2025
Se dice y está documentado que un meteorito causó la desaparición de los dinosaurios y otras especies hace millones de años, por lo que se dice también que gran parte de la humanidad siempre ha estado al pendiente de la posibilidad de que vuelva a caer otro asteroide de grandes dimensiones que ahora desaparezca a todos los que habiten este planeta cuando caiga otro similar o quizás hasta de mayores dimensiones.
Esta posibilidad de que llegue al planeta que habitamos ha sido aprovechada por vivales de todo tipo y tal vez hasta por algunos gobiernos para alarmar constantemente a sus poblaciones y así mantenerlos entretenidos esperando la hora que esto suceda.
Recientemente en las redes sociales se ha estado informando asiduamente respecto a la llegada de un gran asteroide que podría generar un gran daño a nuestro planeta, por lo que mucha gente ha estado tocando este tema como si ya el día de mañana pudiera caernos este asteroide y posiblemente hasta otros más.
Sin embargo, según la ciencia diariamente caen en nuestro planeta muchos asteroides, pero que la mayoría se llegan a desintegran en cuanto entran a la atmósfera, aunque algunos si llegan a fragmentarse en pequeñas porciones que son los que se han detectado, pero sin causar graves daños; lo que sí es que algunos de estos fragmentos de asteroides han caído en casas, parques, jardines, zonas deshabitadas como en desiertos, sierras y hasta en los océanos, pero está documentado que la mayoría de lo que llega del espacio sideral se desintegra al llegar a la atmósfera terrestre.
Esto me hizo recordar lo que comentó un antiguo ferroviario cuando se hizo mucho argüende respecto a un supuesto vaticinio atribuido a los mayas que habían pronosticado que en diciembre de 2012 se acabaría el mundo. Este anciano ferroviario nos hizo recordar a la vez si acaso no nos habían asustado cuando niños que el mundo se acabaría en el año 2000, algo que siempre se decía al acabar un siglo y comenzar otro y más, cuando se trataba de milenios. Recordó también este antiguo ferrocarrilero que cuando él era joven se dio la noticia de que en 1965 se acabaría el mundo (lo que por cierto una profesora en la secundaria nos contó también a los que éramos sus alumnos), noticia que causó más daño en Brasil debido a que mucha gente de allá se creyó a pie juntillas esa noticia, pues según se llegó a decir, varias personas se suicidaron para no ser testigos de la catástrofe que se avecinaba, así como otros brasileños que habían regalado sus pertenencias inmuebles y muebles en general.
Al preguntarle aquella vez al anciano ferroviario por qué no tenía miedo por lo que podría suceder en diciembre de 2012, nos dijo a quienes lo oíamos que, en principio, en realidad no era el año original y que, posiblemente los mayas hayan pronosticado su propia desaparición y no la de la humanidad actual, pues el planeta tenía millones de años que se había formado como tal y que, este año de 2012 estaba datado como de la nueva era después de la era cristiana, por lo que en realidad los números de los años los ha creado el mismo ser humano sin que en realidad se sepa cuántos años tenga la tierra de existencia y de cuándo apareció el primer ser humano como tal en el planeta. Así que no había por qué temer.
Claro que en todo momento nuestro planeta está expuesto a que le caigan meteoritos, asteroides o como se denominen de acuerdo a su tamaño y daños que pudieran generar, pero de que la tierra tiene un buen escudo, ya está plenamente comprobado, pues hay muchas pruebas fehacientes de que este escudo que es la atmósfera desintegra o transforma todo lo que le llega del espacio.
Este tipo de alarmas mantienen entretenidas a muchas personas, inclusive hasta cuando se informa que algún asteroide de gran tamaño impactará la tierra en el 2050 o después de este año, lo que obviamente muchos de nosotros ya no veremos ni podamos comprobar en caso de que se llegue a dar algún día este acontecimiento. Porque así se dijera y comprobara que caerá un asteroide la semana que viene, nadie sabe si amanecerá el día de mañana o ya no llegue a dormir a su casa.
Así que, en realidad, no hay por qué alarmarse de más, aun en el caso de que todo puede suceder, pues sería algo así como al parroquiano de una cantina que en plena tormenta que cae afuera del tugurio en donde se encuentra, le preguntan si no tiene miedo de que le caiga un rayo, a lo que responde que no, porque si ve el relámpago y oye el trueno, entonces no le cayó a él.
Sea pues. Vale.
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