El Yule
Rocío Alegría Treviño (Cielo)
27 de Enero de 2025
Hace muchos años en las ciudades de Islandia, la gente vivía atemorizada por Los Yules, que son criaturas muy vagas, hacen travesuras, pero cuando les da la gana, se vuelven malos, groseros y sanguinarios, al grado de robarse los niños por las noches, entrando sigilosamente por las ventanas, se los llevan para alimentarse de ellos. Hay unos Yules que tienen en lugar de la mano derecha un gancho, que se extiende todo lo largo que ellos requieren para robarse carne de las casas. Otros de ellos son espías, se viven espiando por las ventanas para ver dentro de las casas tratando de encontrar algo apetecible que robar y si hay niños en ellas; les avisan a los Yules que tienen el gancho, sigilosamente con el mismo gancho abren las ventanas y se roban lo que les place.
Martita y Luisito jugaban en la noche con sus juguetes, cuando sienten una mirada penetrante, voltean hacia la ventana y se horrorizan. ¡Mira. . . Le dice, Luisito a Martita. . . ¡Un Yule! Ay no, salen de su cuarto a refugiarse con sus papás que entretenidos jugaban a las cartas con un grupo de amigos.
Papá. . .. Papá. . . ¡Un |Yule! . . . ¿Dónde? . . . En la ventana, dice Luisito, el papá de los niños sale apresurado y sólo alcanza a ver una sombra que huye por el bosque.
Se preocupa, pero a los niños los tranquiliza. . .. Ya se fue. . . Les dice. . . Sigan jugando. Sin embargo, Danny estaba muy intranquilo, sabía de lo que eran capaces, le dice a su esposa que vaya constantemente a ver a sus hijos; así lo hace la bella Jenny, a cada momento se levanta, y ve que los niños se encuentran jugando felices, cada uno con sus propios juguetes.
Más de pronto el tiempo corre y Danny y Jenny se emocionan con el juego y se olvidan de los niños, dejando un buen rato sin ver a ver cómo se encontraban. Los amigos comienzan a despedirse y cansados con sueño, Jenny va al cuarto de los niños u y grita asustada. ¡Los niños han desaparecido, Grita desesperada! La ventana estaba abierta, solo una corriente de aire mueve las cortinas, ellos ya no estaban. Buscaron por toda la casa, sin encontrarlos. Jenny se jala los cabellos angustiada y llore y llore. Danny sin saber qué hacer, va con uno de sus amigos y le cuenta lo sucedido, avisan a la policía, pero no les hacen mucho caso, porque dijeron que podrían haberse escondido, que los niños eran muy traviesos y solían hacerlo para asustar a los padres.
Los buscaron por toda la casa, por su enorme jardín, dentro del granero, pues guardaban semilla para sembrar; en su casita del árbol. . .. ¡Nada! Habían desaparecido, sabiendo que el Yule se había asomado, sabían que ellos se los habían robado y temían por ellos, pues sabían que los robaban para comérselos.
Desesperados, no sabían qué hacer, en eso, escuchan un ruido y ven un enorme gato, era el Yuletide, que acompañaba siempre a los Yules, fue a espiar a ver qué sucedía; el Yuletide era grandísimo, con un hermoso pelo color plata, brillaba muy hermoso, sus patas eran grandes y fuertes, tenía unos enormes ojos verdes profundos e intensos, que semejaban el color de los lagos.
Se quedó viéndolos intensamente y de un salto desapareció por la vereda que daba hacia el bosque. Jenny se fue corriendo tras él, sin avisar a Danny, al verla, también hizo lo mismo. ¿Por qué se habían robado a sus hijos? Se preguntaba. Ellos eran unos niños muy obedientes, tranquilos, jamás hacían vagancias, era sabido que los Yules, se robaban a los niños mal portados, groseros, desobedientes e irrespetuosos, porque no les gustaba que se portaran mal; los robaban y a veces no los volvían a ver, era muy triste saber, que los Yules y el Yuletide, se los hubiesen comido.
Corrían tras el yuletide, pero éste era muy veloz y conocía bien el bosque, así que lo perdieron, muy cansados de correr y sintiendo que perdían el aliento, se detuvieron a descansar, siendo observados por un Yule, éste los escuchaba: Jenny lloraba tristemente culpándose de dejarlos solos, se sacudía en sollozos que conmovieron al Yule, Danny la abrazaba y en silencio rodaban gruesas lágrimas, que las dejaba correr y caían y caían los dos lloraron tanto, que se formó un lago.
Sentados derramando su llanto por tanto dolor, no vieron que de sus lágrimas se había formado un enorme lago, en cuyas aguas saltaban ya hermosos peces, a su alrededor crecían bellos juncos; revoloteaban hermosas mariposas, muy hermosas de colores vistosos. Se quedaron dormidos, cansados de llorar: sin percatarse de lo que se había formado con sus lágrimas. El Yule que los observaba, estaba perplejo, jamás había visto tanto amor, el dolor de perder a sus hijos era tan grande que él lo sentía en su corazón y por muy malo que fuera, su corazón se enterneció.
Los Yules son jóvenes que viven en los Bosques, hijos de los árboles, la Luna, El Sol y Las estrellas. Son hermosos, de piel rojiza, ojos muy azules y cabello dorado lacio muy largo, sus orejas son algo alargadas, son muy altos y delgados, se visten con trajes hechos con lo que les proporciona la naturaleza, son mágicos y tienden a enamorarse de las mujeres, que a veces se las roban para casarse con ellas. Sus acciones malas, obedecen al mal comportamiento de los niños y de los padres, a quienes castigan privándoles de sus hijos, pero en lo general, son bondadosos.
El Yule fue a reunirse con sus hermanos, les contó lo de los padres, les dijo como amaban a sus hijos, que le dolía verlos sufrir así, que jamás había sentido tan fuerte el amor de unos padres; además los niños eran muy bien portados, amables y bondadosos, pero los Yiles ya habían decidido comerse a los niños, no sin antes agradecer a sus Dioses por ese regalo, ofrecerían los corazones de los pequeños, el cual sería quemado en un bracero junto con incienso y aromáticas plantas, para que el humo llegase a sus Dioses y se alegraran con ellos.
Desesperado el Yule llamado Retkokurt, estaba muy afligido, caminó tristemente, él no quería ser partícipe de ese sacrificio, en su vagar por el bosque vio a los afligidos padres que sentados a la orilla del lago que ellos formaron con sus lágrimas, admiraban la hermosura de los peces que nadaban felices en él. En eso aparece un bello pez, que se acerca a ellos, les habla con dulzura. . . No estén tristes yo les ayudaré, ustedes con su llanto han formado este Lago y los Dioses están enternecidos por tanto amor a sus hijos, así que ellos salvarán a sus niños.
Maravillados Jenny y Danny no podían creer que con sus lágrimas se hubiese formado ese hermoso lago, que un pez les hablara, estaban, como en un estado de incredulidad total. Tal vez nos estemos volviendo locos. . . Pensaron. . . El dolor, nos hace ver y oír cosas que no son ciertas. En eso, el pez que leía la mente. . . les dice. . . No piensen eso. Lo que dije es verdad, el Yule veía fascinado al pez, algo tenía que lo atraía, era un gran pez, de color dorado con naranja, su voz era melodiosa y sus ojos de mirada muy intensa, lo que sucedía, es que El Dios del Mar, había mandado a una de sus princesas, la cual se convertían en una bella joven a su antojo, tenía muchos poderes y solo así llegó a tener contacto con los padres de Luisito y Martita, que permanecían presos en la caverna de los Yules.
El bello pez, sintió la presencia del Yule y le llamó, el joven Yule se acercó a la orilla ante el terror y asombro de los jóvenes padres. Mira Rotkokurt tienes que decirle a tus hermanos, que los Dioses no están de acuerdo con los sacrificios; que ellos decidieron que devuelvan a los niños, además estos niños son muy buenos hijos, obedientes, agradecidos y muy amorosos, al igual que sus padres; ellos dicen que sólo castiguen a los niños que no obedecen ni respetan a sus padres ni a sus maestros, ni siquiera a ellos mismos.
El Yule, le dijo al Pez. . . ¡Claro, yo tampoco quiero eso! He visto cómo sus lágrimas formaron este hermoso lago en el que nadas, he sentido el inmenso amor que profesan a sus hijos, eso me ha conmovido bastante, pero mis hermanos, no quieren hacerme caso.
Anda ve a darles el mensaje, los Dioses no quieren más derramamiento de sangre, dicen que sólo asusten a los niños para que se vuelvan buenos, pero que nunca los roben y menos les quiten la vida, que están en contra de ello. . . . . El Yule accedió y les contó a sus hermanos lo que le encomendó el Pez. El hermano mayor el Yule que era el que los mandaba, llamado Glugaigner, quiso ir él mismo a platicar con el pez, mientras los desesperados padres, seguían tristes y temían por la vida de sus amados hijos.
El pez los consolaba, les dijo. . . Ellos no harán nada para molestar a los Dioses y ellos se reunieron decidiendo acabar con esas malas costumbres. Tienen que obedecer, o serán castigados. Yo soy la Princesa Sirenia, Mi Padre El Dios del Mar, me mandó a esta misión, es el acuerdo que tomaron todos los Dioses, no les queda más que obedecer.
Con esperanza, los padres esperaban, mientras asombrados, aún no creían que, en tan poco tiempo, se hubiese formado ese bello lago, que ya tenía muchos peces, nadaban hermosos cisnes blancos y elegantes, algunas garzas y los pajarillos descendían de su veloz vuelo, a beber de sus aguas. ¡Era enorme! No podían creerlo, el pez que sabía lo que pensaban, les dijo. . . Ustedes contribuyeron a que se formara este Lago, porque sus lágrimas eran muchas y el amor que había en ese llanto derramado es el que logró que se formara; los Dioses ayudaron a ello.
Llega Glugaigner acompañado de todos los Yules y el Yuletide, que jamás se separaba de ellos, su presencia intimidaba a cualquiera, eran muy altos y hermosos y el Yuletide era inmenso y muy poderoso. Llegaron a la orilla del lago y el enorme pez, salta del agua y se convierte en una hermosa joven, cuya belleza los deslumbró. ¿Quién eres? Me llamo Sirena, soy Hija del Dios del Mar, todos los Dioses se reunieron y acordaron que regresen a los niños, no quieren más sacrificios.
Rotkokurt, sintió que le palpitaba aceleradamente el corazón, al ver a la hermosa Sirenia, ella, también disimuladamente lo observaba, los Yules eran muy parecidos, parecían gemelos, pero Rotkokurt era de un hermoso corazón, su aura brillaba intensamente y eso le había gustado a Sirenia, cosa que no tenía Glugaigner, que se había acostumbrado a comer niños, su aura era muy oscura, el verlo causaba temor, era egoísta, sanguinario y altanero.
Sirenia esperó la respuesta. Glugaigner, le dijo. . . No devolveré a los niños, tú eres una farsante, claro que no haré tal cosa, esta noche cenaremos niños. . . Diciendo esto, les ordenó a sus hermanos que lo siguieran y se marchó. Sólo Rotkokurt se quedó ante el enojo del hermano. ¿Te das cuenta hermosa Sirenia, que mi hermano se ha vuelto muy malvado? Eso veo, contestó la joven. Hablaré con mi padre.
Se arrojó al agua ya convertida en pez y por unas grutas que había dentro del lago se internó en el mar, llegó con su padre el Dios del Mar, le contó lo ocurrido, mientras los Padres de Martita y Luisito, lloraban sin cesar. Los Yules caminaban hacia su gruta, los árboles sacaron sus raíces, las usaron como piernas y los rodearon, apresándolos, sin dejarlos avanzar, los árboles habían recibido el mensaje a través del Dios de los Vientos, de que los acorralaran.
Llegó Sirenia acompañada de Rotkokurt, muy molesta; le dijo a Glugaigner, si no devuelves a los niños, te convertirás en un pez que vive en el fondo de los lagos sin poder salir a la superficie, vivirás entre el lodo y te alimentarás de los desechos de los demás animales. ¡Tienes que obedecer, tú no mandas, es el Mandato de los Dioses!
Los niños lloraban asustados, sintiéndose ya perdidos, se abrazaban uno al otro tratándose de tranquilizar, sus padres estaban muy asustados, no sabían si volverían a ver a sus hijitos.
Glugaigner, aterrado, le dijo a Sirenia. . . Está bien, haré lo que me pides, no quiero ser un pez maloliente, yo soy un ser especial y no quiero acabar así. Entonces obedece, trae a los niños y entrégalos a esos amorosos e inconsolables padres. . .. Está bien dijo el Yule. Los árboles se separaron y los dejaron marchar, mientras la joven y el Yule enamorado, se fueron a la orilla del lago donde estaban Jenny y Danny esperando a sus hijos.
Glugaigner iba enfurecido, jamás nadie le había dicho nada de su proceder, el coraje era tan grande que se quedó paralizado y se convirtió en un árbol seco, donde ni siquiera los pájaros se acercaban, solo el Yuletide, permaneció fiel a él. Los demás hermanos corrieron hacia la cueva a traer a los niños, temiendo correr la misma suerte, el pobre de Glugaigner ni siquiera podía moverse, ni hablar, estaba horrorizado y con sus ramas hacía muecas horribles, viéndose sus ramas retorcidas que causan miedo de solo verlo.
Llegaron los Yules con los niños, que contentos abrazaron y besaron a sus amados padres. Agradecieron a la bella Sirenia y al Rotkpkurt, se despidieron y se fueron a su casa muy felices. Mientras Sirenia se despedía de Rotkokurt, el Yule enamorado, ella, le prometió regresar, diciéndole que hablaría de su amor con su padre, pues debía pedir su consentimiento. Se arrojó al lago ya en forma de pez nuevamente, y el Yule aún la sigue esperando.
Y colorín colorado. . . Este Cuento, se ha terminado.
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