Chisgarabís
02 de Septiembre de 2024
TOMO MUNDO JOTEA
Hace un año en verdad lloré cuando oí y vi el video donde Juan Gabriel interpreta “Hasta que te conocí”. Cuando no regateaba voz, pues era aún joven, esbelta su figura y bailar cadencioso.
Sin duda un gran canta-autor, lamento su partida. Será insustituible.
Recuerdo cuando hace años mi compañero de trabajo en Notisistema-Tepic Pedro Pulido Alegría (qepd) y yo fuimos al Palenque de la Feria a presenciar la actuación de Juan Gabriel.
Pulido se hizo de una blanca servilleta desechable y con la mano en alto empezó a agitarla al ritmo de la canción “Querida”. ¡Qué pasó Pulido!, le dije. Todo mundo jotea, porque yo no, me contestó.
NO SE JUNTE CON CABRONES
La siguiente es una anécdota que desde hace tiempo quería contar. Sobres:
Muchos años se mantiene mi casa materna por calle 5 de Mayo, ubicada atrás de la mansión de doña Carmen Sánchez, mamá de Ney González, que en paz descanse ella, en la colonia Mololoa de Tepic. Razón por la cual mutuamente éramos familias conocidas.
Bastante tiempo atrás, mi compañero de oficio Javier Rojo Fregoso me invitó ir a reportear a doña Carmen Sánchez, distribuidora de Maseca en Nayarit, con quien él tenía estrecha amistad, mucha confianza, se llevaban. Ella maltrataba cuando la ocasión lo ameritaba. Pero por lo común era seria y respetable.
Fuimos a su oficina en calle Durango al sur en Tepic. Con toda confianza Rojo dirigió la entrevista, al término de la cual doña Carmen indicó: “Pásenle con Ney”. Al interior éste tenía pequeña oficina, hacia allá nos dirigimos. De su escritorio sacó dinero (no recuerdo la cantidad) y nos entregó a cada uno.
Salíamos contentos, cuando doña Carmen apareció a la puerta para con fuerza decir: “Oscar, venga”. Estábamos a la mitad de la calle y de allí me regresé, mientras que Rojo alcanzó la banqueta de enfrente.
“Dígame doña Carmen”, le expresé. Parada ella en la entrada mencionó: “Por favor, no se junte con cabrones, lo van a echar a perder. Usted es gente seria, es gente nuestra, por eso no se junte con cabrones”.
“Sí, doña Carmen, está bien”, fue todo lo que le dije y adiós.
Jamás se me olvidó la sentencia.
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