Sergio Mejía Cano
03 de Mayo de 2021
Este uno 1 de mayo que sigue siendo día festivo, aunque ya algunas personas no lo toman como tal, porque muchos negocios y comercios de todos modos así abren sus puertas. Pero aun así las calles se encontraban relativamente solas, por lo que me llamó la atención ver caminar por esas solitarias calles a gente con el cubre-bocas puesto, a pesar de que no había nadie a su alrededor y, lo peor: bloqueando sus pulmones de recibir el oxígeno que se dice, sueltan los arboles y todo tipo de follaje que, si bien es escasa la vegetación en gran parte del Centro Histórico, aún así hay algunos árboles y arbustos que contribuyen a la oxigenación de la sangre en forma natural.
Sin embargo, es tal la psicosis que se ha generado en gran parte de la población que, mucha gente se asusta cuando ven a una persona o varias caminando por la calle o estar en las plazas y jardines públicos sin el mentado cubre-bocas; obviamente que no sería el caso al estar en algún lugar cerrado y sin ventilación de ventanas abiertas.
Lo que también llama la atención, es ver a funcionarios, gobernantes y varios otros servidores públicos andando en el cerro o a campo abierto con el susodicho cubre-bocas, siendo que andan al aire libre, cosa más incongruente con la salud de estos personajes que, para simbolizar y recordar que estamos en medio de una pandemia, utilizan el cubre-bocas para dar la impresión de que sí se cuidan, aunque sea lo contrario. Y lo más extraño todavía, es cuando se ven frente a las playas usando cubre-bocas, siendo que el aire y brisa que proviene del Mar, es de lo más saludable para el organismo humano y de todo ser viviente.
Esto de que mucha gente ande por espacios abiertos con el cubre-bocas, pareciera ser que piensan que el virus de moda anda en el aire y que lo podrían respirar en todo momento, a pesar de que ya se ha dicho a la saciedad que se contagia la gente por las gotas de saliva que se esparcen al hablar, toser, estornudar o escupir, pero que no vuela por el aire viajando por todos lados, y que incluso, al estornudar o toser, la nube de saliva que se expele podría viajar, en caso de que quien estornude o tosa no se cubra la boca al hacerlo, hasta siete y ocho metros; aunque hay otras informaciones que señalan que viaja esa nube de saliva uno o dos metros cuando mucho, debido a que como la saliva es más pesada que el aire, cae casi de inmediato al piso, así se forme un abanico al salir de la boca; y el peligro sería en todo caso, en que quien tosiera o estornudara estuviera contagiado no nada más del covid-19, sino de otras tantas enfermedades que se podrían contagiar, como la gripe, la influenza, etcétera.
Lo anterior me hizo recordar una publicación que apreció allá por 1998, con el nombre de “La mamá del abulón”, de Jabaz y los autodenominados “moneros” Trino y Jis, entre otros invitados, cuyas publicaciones eran sarcásticas y críticas de la situación nacional y desde luego, vicisitudes cotidianas de los mexicanos, sobre todo de los de a pie frente a algunos malos funcionarios públicos.
Y entre sus publicaciones, me llamó la atención una información en una de sus páginas, creo aparecida en su primer libro que recopilaba sus caricaturas publicadas en otros medios, en que anunciaban la creación del famoso “Medallón milagroso de Pedro Infante”, en donde había testimonios fehacientes de personajes de la farándula, del deporte y de la función pública, sobre la efectividad de este amuleto.
Según la información de La mamá del abulón, decía, palabras más, palabras menos que “El virus de la homosexualidad se gesta en las axilas del Demonio, así que cada vez que Satanás levanta los brazos, dicho virus se esparce por todo el mundo, y al que le toca le toca”. Y posiblemente, según un servidor, el virus se esparcía más cuando Luzbel se rascaba los sobacos, porque del grupo puertorriqueño “Menudo” para acá, como si ese virus se hubiera intensificado, debido a que mucha gente salió del clóset, tal vez porque el medallón milagroso de Pedro Infante escaseó debido a la demanda y fama que tuvo.
Así que como supuestamente este virus que se forma en las axilas del Diablo sí anda por el aire, entonces aquí si casa que la gente trajera la protección del cubre-bocas en todo tiempo y sobre todo al aire libre; pero con el coronavirus, si no pulula en el aire como el virus de la homosexualidad, entonces ¿para qué portarlo a campo abierto o en lugares en donde hay mucha vegetación y desde luego, árboles y sobre todo en las playas?
Sea pues. Vale.