Tepic, Nayarit, sábado 23 de noviembre de 2024

El monumento a Benito Juárez en Tepic, en completo abandono

Sergio Mejía Cano

15 de Enero de 2021

El monumento a don Benito Juárez, en la ciudad de Tepic, Nayarit, hoy está en completo abandono, pues de cuatro águilas que lo custodiaban, hoy nada más quedan dos, una al lado poniente y otra atrás, y esta, ya tiene una grieta en la base de su ala izquierda.

Resulta extraño este abandono y descuido a dicho monumento, y más hoy en día en que don Benito Juárez es uno de los emblemas y símbolo de la segunda transformación, que forma parte de la cuarta transformación.

En el extremo sur del edificio de la estación del ferrocarril en la capital nayarita, cierra la calle Jesús García, que tiene una extensión de dos cuadras. Y en donde inicia, está el monumento a don Benito Juárez, que es donde inicia también la avenida que lleva su nombre, y que lleva al costado sur de la Plaza Bicentenario, frente al Palacio de Gobierno.

Este monumento al Benemérito de las Américas, consta de una especie de obelisco rectangular, en donde debajo, en el lado norponiente, mirando hacia este horizonte, está la estatua de don Benito, la que estaba rodeada de cuatro águilas, una a cada lado de la estatua y dos atrás, al parecer de bronce o alguna aleación de metal, aproximadamente de poco menos de un metro de altura cada águila y de color ocre las cuatro.

Allá a mediados de los años 80 del siglo pasado, desapareció una de estas águilas, la que estaba a un lado del brazo derecho de don Benito Juárez, quien como mudo testigo, jamás dijo ni dirá, quiénes hicieron desaparecer una de esas águilas que lo custodiaban.

Los trenes de carga, por lo regular acarrean góndolas con chatarra, chatarra que sirve como rapiña por la mayoría de los lugares por donde van pasando a lo largo del sistema ferroviario.

Cierto día, llega un directo sur a Guadalajara FCP, pero como estaban llenas las vías del peine, se le indica a este tren sur que tome la vía 9, en el extremo norte del patio de Guadalajara. Aquí cabe aclarar que de acuerdo a la posición geográfica que tenía este patio de Guadalajara FCP, era de oriente a poniente y viceversa; sin embargo, para fines prácticos del movimiento, en el ferrocarril nada más se habla de norte y sur.

Resulta que ese día de aquel tiempo, va la máquina de patio a quitarle el cabús a ese tren y a la vez limpiarlo del flete que quedaba en FCP, para que el resto se fuera en intercambio a NdeM. La máquina la va manejando el maquinista de patio don Carmelo Núñez Alvarado (qepd); y al pasar por donde estaban unas góndolas que habían llegado en ese tren, detiene la marcha, y cuando los demás tripulantes le preguntan por qué se había detenido, don Carmelo les señala hacia una de las góndolas preguntándoles que si esa águila que estaba entre la chatarra no se les hacía conocida. De inmediato varios de los miembros de la tripulación de patio reconocieron al águila como una de las que engalanaban el monumento a Juárez en Tepic, Nayarit.

Comentan los compañeros que fueron testigos de esta anécdota, que de inmediato, el mayordomo de patio llamó por el radio trasmisor de la máquina al Jefe de Trenes Terminal para informarle de esto, y que bajarían el águila de la góndola para llevarla a la oficina de patio, para que mientras, les hablara a los agentes especiales para que tomaran cartas en el asunto e investigaran si en verdad era la del monumento a Juárez en la capital nayarita.

Los agentes especiales de Guadalajara FCP hicieron su trabajo comunicándose con los de Tepic y, al comprobarse que sí faltaba una de las águilas en el monumento a Juárez, el águila perdida se envió al día siguiente en el tren de pasajeros número 3 en el carro de exprés hacia su lugar de origen.

Los agentes especiales de Tepic no pudieron llegar a nada con su investigación, llegando a la conclusión, que posiblemente unos borrachos en la madrugada habían desprendido de su pedestal el águila, cargándola hasta la estación y echarla a una de las góndolas con chatarra que, en conexión, seguirían su paso hacia el sur.

Sin embargo, y como la verdad siempre sale a flote como una gota de aceite en el agua, con el tiempo se supo que habían sido unos compañeros ferrocarrileros que por cierto, ya fallecieron; así que por respeto a su memoria no se nombran. Pero eran de Mazatlán, Sinaloa.

Al tiempo, en una amena reunión ferroviaria le pregunté sobre esto a uno de ellos después de que terminó de cantar y tocar la guitarra con excelente maestría, y como respuesta, nada más se encogió de hombros diciendo entre una fuerte carcajada, que había sido una puntada de borrachera.

Sea pues. Vale.

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