Las sillas vacías en la cena de Noche Buena
Sergio Mejía Cano
02 de diciembre de 2020
Se supone, se entiende, se dice y otros más lo hemos comprobado fehacientemente de que hay, aparte de la contingencia sanitaria, una severa crisis económica que, si bien ya se sentía antes de que se declarara la pandemia del coronavirus, la economía de la mayoría de los tepiqueños se agudizó aún más precisamente por el cierre de comercios considerados como no esenciales, aunque sí lo fueran para quienes dependían de ellos.
Sin embargo, las calles del centro de la ciudad se ven atiborradas de gente. Le comento esto a un compañero pensionado que encuentro en la Plaza Principal, frente a Catedral que, al igual que un servidor, estaba contemplando el recién encendido árbol de navidad, promoción de conocida refresquera.
Me responde mi compañero, que esto se ve porque antier lunes y ayer martes les habían pagado a quienes aún están en nómina salarial, porque si te fijas bien, me dijo, muchos nomás andamos de mirones sin comprar nada de nada, y la gente que se ve con bolsas, posiblemente lleve nada más lo esencial para su casa, porque no se mira que como en otros años, personas cargadas de grandes bolsas envueltas para regalo, padres de familia cargando juguetes, no, nada de eso se está viendo estos días que para otros años ya era habitual mirar a la gente haciendo grandes compras.
Queda claro que estas próximas fiestas decembrinas no serán igual para la mayoría de los mexicanos, y no solamente para los tepiqueños, porque muchos no recibirán aguinaldo, otros recibirán una parte si bien les va, y otros más quizás nunca lo han recibido y por lo mismo ya están acostumbrados a no esperar que les llegue nada.
Y a propósito de los que van a recibir su aguinaldo mocho, me comenta el pensionado que una de sus nueras trabaja en una tienda departamental muy famosa que antes tenía otra razón social, y que estaba triste su nuera porque no le llegó completo su aguinaldo, porque en dicha tienda les dijeron a sus empleados que era un aguinaldo proporcional, debido a que no habían trabajado todo el año completo, que recordaran que los habían descansado unos días y que por lo mismo, no se les podía pagar completo esta prestación, que mejor agradecieran que no los hayan despedido a todos, porque la situación económica de la empresa resultó muy afectada por la falta de ventas.
Le comento a mi amigo, que cómo es posible que se las estén haciendo tablas pagándoles un aguinaldo proporcional, si los trabajadores no tuvieron la culpa de que se hayan cerrado las puertas de esa tienda durante tanto tiempo; porque además fue una disposición contemplada en la Ley del Federal del Trabajo. Y así están las cosas. Porque al hijo de un compadre que trabaja en la Universidad Autónoma de Nayarit (UAN), tampoco les han pagado de acuerdo a como en otros años en estas fechas, y están temiendo que les pinten un violín, porque se corre el rumor de que no haya recursos para pagarles a los que trabajan en la UAN, de acuerdo a lo establecido, por lo que están haciendo changuitos, con tal de que todo salga bien; pero quién sabe cómo se ponga el asunto del pago de salarios y prestaciones.
En verdad de que es muy triste lo que está ocurriendo con todas estas secuelas que está dejando a su paso la contingencia sanitaria, porque aparte de los fallecidos, ha derrumbado ilusiones pensadas para cuando se recibieran los aguinaldos, sobre todo para pagar las deudas pendientes, pero también poder regalar algo más a los hijos y familiares, tal y como mucha gente está acostumbrada a hacerlo año con año.
Y falta ver cómo se comportan las autoridades respecto a las reuniones familiares, no nada más por las posadas, sino por las cenas de Noche Buena y año nuevo. Porque si bien se dice que todo esto es para preservar la salud, mucha gente ya lo tenemos comprobado que por más encierros, confinamientos y cancelación de festejos, la pandemia sigue y sigue. Pero la cena de noche buena, se podría tomar como un parámetro familiar, en el entendido de ver cuál es la silla que ahora quedó vacía y pensar en ver quién de nosotros será el que ya no estará para el año siguiente.
Ojalá y ya no siga esa falta de respeto a la ciudadanía por parte de las autoridades, tratando a la población como apestados, como posibles contagiosos portadores de un mal que, posiblemente, su contagio no sea de persona a persona tal y como nos han querido hacer creer, porque este mal podría tener otros orígenes y formas de contagio, que tal vez esté en la química de la comida y bebidas industrializadas.
Sea pues. Vale.
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