Difícil que productores agrícolas nayaritas sean empresarios
Oscar González Bonilla
03 de octubre de 2020
Desde temprana edad César Valenzuela Hernández se relacionó al campo con visita temporal pero frecuente al ejido Felipe Carrillo Puerto, municipio de Compostela.
El vínculo fue a instancias de su madre, la profesora Carolina Hernández Anzaldo, quien para su hijo pretendió formación agrarista, “de lo que me siento altamente orgulloso”, hoy dice éste. La familia de su progenitora tenía oriundez en el poblado Felipe Carrillo Puerto.
César Valenzuela conoció la rudeza del quehacer en el surco, de igual manera la actividad pecuaria. La siembra de temporal de maíz, garbanzo, y frijol en menor proporción, fueron enseñanzas prácticas. Amamantar becerros para luego ordeñar vacas, era otra de sus especialidades, vaquero con agilidad montado a caballo también su destreza.
Como profesionista en Ingeniería por el Instituto Politécnico Nacional, César Valenzuela hubo que desempeñarse en distintas dependencias de gobierno federal relacionadas con el agro y transitar por territorio del país para fundar uniones de productores agrícolas y forestales hasta alcanzar el grado de especialización. Como integrante de primera línea de la dirigencia militó en la Confederación Nacional Campesina (CNC).
Desde joven muy largo fue su peregrinar por los gobiernos federal y estatal, que en el Ingeniero César Valenzuela Hernández hizo adquirir inusitada experiencia, no exento de vicisitudes que a punto estuvieron de arrancarle la vida por su enérgica defensa al campesino pobre en época del gobierno echeverrista.
Su participación en organizaciones campesinas de ideología priista fue siempre con la proyección política de mejorar condiciones de vida de los hombres del campo. Hoy docente jubilado. Tranquilo, libre de agobios, a sus anchas dispone de su tiempo.
Esa fue razón más que suficiente para que un compañero de estudios en el Instituto Politécnico Nacional lo invitara al Estado de Puebla con el propósito lo auxiliara en la solución a un conflicto con relación a productores agrícolas, que finalmente se logró.
Pero el ingeniero César Valenzuela entusiasmado al reportero de la gente cuenta sus vivencias en relación al proceso productivo que conoció.
De entrada dice que en fecha reciente estuvo en la región de Tehuacán, Tecamachalco, entre otros municipios donde se han establecido cantidad de agroindustrias dedicadas a la exportación y venta nacional de “yerbas”: cilantro, perejil, nopal, brócoli y betabel. Entre 19 productos más. Son hasta 100 tráiler los que trasladan estos productos para su venta a Estados Unidos.
“El campesino productor cuenta con una, dos o tres hectáreas. Riega con agua de pozo o venero porque la exportación exige utilizar agua limpia para evitar la contaminación de bacterias, puesto que las “yerbas” son para consumo humano.
“Lo extraordinario de esto es que los campesinos poblanos hicieron la reconversión de siembra, es decir, en lugar de maíz siembran “yerbas”, como ellos les dicen a los productos que ahora exportan, con tan buenos resultados económicos que la región se ha beneficiado con la aportación de dólares, pero además cada productor de una o dos hectáreas es poseedor de vivienda de calidad, camioneta y buena alimentación para su familia. Son ejemplo a seguir.
Las agroindustrias manejan los productos con base en riguroso control de higiene. Sin embargo, el gobierno de los Estados Unidos por medio de la dependencia encargada tiene permanente supervisión de sanidad en el empaquetado de las “yerbas”.
La conjunción de agricultores con empresarios privados ha dado buenos resultados en el proceso comercial de la exportación. Sus contactos en Estados Unidos les han respondido a las mil maravillas, lo que redundará en más beneficio para el Estado de Puebla porque el dólar ha elevado a más de 17 pesos su cotización frente al peso, no se diga de sus compradores en nuestro país.
Explica el ingeniero César Valenzuela que cuántas veces los nayaritas productores de mango, sandía y otros han sido timados por intermediarios, precisamente por desconocer el complejo procedimiento de comercialización a los Estados Unidos. “Entregan el producto y a cambio sólo reciben promesas de pago, se quedan con las manos vacías”.
Expone lo anterior el ingeniero Valenzuela a guisa de ejemplo, virtud a que el sector oficial ha pronunciado su interés de convertir en empresarios a los productores agrícolas nayaritas, una vez terminada la construcción del canal Centenario.
Ha anunciado que productores de la zona norte de nuestra entidad podrán obtener dos o más cosechas, oportunidad de oro para convertirse en empresarios. También la reconversión agrícola, se dice desde la oficialidad, es un factor importante. “Cómo lo vas a lograr si no cuentas con parcelas demostrativas que sean rentables, los agricultores necesitan ver que el nuevo producto a sembrar en realidad dejará mejores dividendos económicos”.
Duda que el agua del canal Centenario contribuya a mejorar los productos agrícolas de nuestra entidad porque no es de calidad. “A no ser que instalen plantas de tratamiento o siembren productos con resistencia a ese tipo de agua”.
El ingeniero César Valenzuela Hernández, especializado en integrar uniones de productores agrícolas, afirma que es sana la intención, pero lograr que nuestros campesinos se involucren en la agroindustria falta un trecho bastante largo.
En primer lugar que la terminación del Canal Centenario sea realidad, y en segundo los productores del campo deberán ser incorporados al ejercicio intenso de capacitación para que a través de la agroindustria se eleven a la categoría de empresarios, afirma.
Del proceso de industrialización de los productos agrícolas nayaritas, el siguiente paso de suma importancia es la exportación. (6 de septiembre de 2015)
Comentarios