Por lo visto, se sigue buscando la forma de fastidiar al pueblo
Sergio Mejía Cano
24 de julio de 2020
Ahora se enfocaron las baterías hacia las tiendas de abarrotes, aunque en la nota que circula en los medios locales se enfatiza que las autoridades encargadas del operativo, aducen como las conocidas “tienditas de la esquina”; por lo que un abarrotero preguntó que si también aplicaría este operativo para su tienda que está prácticamente a media cuadra, así como para la de su compadre que está a la vuelta de la suya, más allá de la esquina.
Y al parecer, pronto les llegó la noticia a los tenderos del barrio, porque desde el pasado miércoles, las tiendas permanecían con las puertas cerradas, atendiendo al público por un postigo y, algunas más, a través de un cancel instalado cuando se comenzaron a incrementar los asaltos y robos, por lo que algunos abarroteros optaron por colocar una reja, tal y como si fuera su tienda depósito de cerveza o de vinos y licores. Y además, por si fuera poco, todas las tiendas tienen un letrero afuera que dice que se debe traer cubre-bocas; aunque no dice si puesto en la cara o nada más traerlo, así sea en la bolsa.
Desde luego que esta medida tiene descontentos a varios de los abarroteros, porque dicen que por lo mismo, ha bajado la clientela, pues no es igual estar pidiendo desde la banqueta a estar dentro de la tienda. Claro que por lo regular la mayoría de las tiendas de abarrotes de barrio son pequeñas y, aunado a la pequeñez, el abarrotero tiene mercancía alrededor del mostrador exhibiendo su mercancía. Y a propósito de mostrador, comenta un tendero que con esta medida ya fue un gasto inútil prácticamente el haber puesto un tipo de mampara a lo largo del mostrador, porque ahora ni modo que ponga otro plástico transparente o un vidrio semejando una caja de banco en el cancel de la entrada, porque al rato que se componga la cosa –que ojalá y sea más pronto de lo pensado- tendría qué desecharlo, ¿y el gasto qué? Claro que la mampara del mostrador hasta le da mejor vista a la tienda y eso seguirá sirviendo en adelante, pero si se le obliga a poner en la puerta para estar atendiendo desde ahí, pues está de pensarse.
Y a propósito de no dejar entrar a los clientes a las tienditas de dimensiones reducidas, se entiende claramente que quien pensó en esta disposición jamás ha ido a una tienda de barrio o tiene muchos años sin asistir a una de ellas, porque se ve de entrada que no se pensó en el clima, y menos que es temporada de lluvias, por lo que si los clientes no deben de entrar a una tienda, y tienen que esperar afuera, en la banqueta, entonces tendrán que soportar el Sol, la lluvia, el viento, el frío, etcétera; y pues como que no va esta medida de acuerdo a la salud y comodidad de la clientela.
Y obviamente que no es lo mismo estar pidiendo cosas desde fuera de la tienda que estar dentro de ella, por aquello de estar viendo los productos para ver que se antoja o qué se olvida, así como en cierta forma estar ayudando al abarrotero a despachar, tomando el mismo cliente algunas de las cosas que va a comprar y llevar, como abrir el refrigerador para tomar el mismo cliente un refresco, una botella de leche, un queso, una panela, una mantequilla e incluso una gelatina, un yogurt o equis mercancía, mientras el tendero despacha productos que tiene a sus espaldas en los anaqueles o mientras está pesando algo en la báscula o mientras va a la trastienda a buscar algo de venta que no está a la vista, etcétera otra vez.
Lo curioso del caso, es que por el barrio existe una tienda de abarrotes que, desde que abrió al público, su dueña atiende a los clientes a través de una ventana, y que aun así, el pasado martes por la mañana llegaron unas personas a exigirle que les dijera a sus clientes que portaran cubre-bocas y que no permitiera aglomeración de la clientela; por lo que extrañada la señora de la tienda, les dijo a esas personas que su negocio es atender y vender y no estar diciéndole a la gente cómo conducirse, pues cada quien ya sabe lo que tiene qué hacer, y en caso de que lleguen menores de edad a comprar, pues se podría meter en una buena bronca con los padres de esos niños en caso de que no les pareciera que les dijera algo; que ningún poder tiene ella sobre el comportamiento de los demás, que ella atiende su negocio y le interesa el interior, porque lo que ocurra al exterior, no es su asunto.
¿Y ahora quiénes seguirán, los paleteros, eloteros y tamaleros que andan con un carrito por las calles vendiendo, a los que se les exigirá no atender a gente que no porte cubre-bocas?
Sea pues. Vale.
Comentarios