El reclamo de la Madre Naturaleza
Sergio Mejía Cano
15 de julio de 2020
Este lunes 13 de junio, en el portal de La Jornada, aparece una nota firmada por Angélica Enciso L, que informa respecto a que en México se siguen utilizando plaguicidas que ya están prohibidos en 34 países, por ser altamente tóxicos.
Desde luego que esto no tiene nada de extraño, ya que nuestro país ha servido para seguir utilizando la mayoría de productos que en otros países se desechan o se prohíben. Como por ejemplo, a principios de los años 80 del siglo pasado se informó que en los Estados Unidos de Norteamérica (EUN), ya no se utilizarían envases de cartón parafinado para la leche, jugos y otras bebidas; y si bien se supo que sí se interrumpió durante un tiempo el uso de cartones parafinados, su utilización volvió de nuevo, aunque ahora se dice que la parafina que se le pone al cartón para hacerlo más resistente, ya está libre de agentes cancerígenos. Y se documentó en su momento en que se dejaron de usar los cartones parafinados allá en los EUN, en su frontera sur se siguió usando debido a la población de origen latino que es la que jamás pone reparo alguno en todo tipo de envase, pues así le digan que es cancerígeno, por lo regular a la mayoría de los latinos, eso les tiene sin cuidado. Así que aprovechando esto, a los gringos, como tampoco les importa la salud de los latinos, por eso cuando hay exceso de producción de huevo o cualquier otro producto que tengan contemplado que ya no van a utilizar, para eso está México y demás países al sur del continente americano para consumir los desechos de los gringos.
Lo mismo ha ocurrido con medicamentos que quedan prohibidos por alguna razón en el vecino país del norte, y sin embargo, aquí en México se siguen comercializando, pues al fin y al cabo por algo se nos dice los Supermachos a la raza de bronce. Y esto no es piña ni nada por el estilo, pues está perfectamente documentado que infinidad de medicamentos o al menos con una sustancia activa que, mediante investigaciones profundas se ha reconocido que son altamente dañinas para el organismo humano, y que por lo mismo se prohíbe su consumo en los EUN; sin embargo, a los grandes laboratorios farmacéuticos esto por lo regular no les preocupa en lo absoluto, pues saben que al sur de su país, tienen un gran mercado para todo ese exceso de medicamentos que se prohibieron, así que ¡ahí te vamos México!
Y a propósito de los excesos de producción y retomando el asunto de los plaguicidas, esta nota de La Jornada que se cita líneas arriba, me hizo recordar una anécdota que sucedió cuando era alumno de segundo año de secundaria. Pues resulta que un compañero dejó de asistir varios días, hasta que como a la semana llegó el condiscípulo acompañado de su mamá, y le dijo a la maestra de español, que era la primera de las clases, que ya había hablado con el director de la escuela aclarándole el porqué su hijo había faltado a clases sin justificación, y esto porque se había tenido que ir al rancho a ayudarle en el trabajo del campo a sus hermanos, debido a que el papá del niño se había intoxicado al estar rociando un plaguicida en su parcela, y que apenas lo acababan de dar de alta en el Hospital Civil; y que le tenía que decir a todos los profesores y así no darlo de baja.
Esto de la intoxicación del compañero de escuela, dio pie para que la maestra en cuestión, nos explicara más o menos respecto al uso de los plaguicidas, aclarando de entrada que era algo que el ser humano había descubierto para acabar con otras especies, desapareciéndolas del mapa por considerarlas nocivas. Pero que era algo contra la Naturaleza, ya que ésta mantiene siempre un equilibrio ecológico, y precisamente la aparición de las plagas es para mantener este equilibrio; pero que el afán del hombre de querer más y más, y así explotar a lo máximo a la tierra de sus parcelas, descubrió cómo combatir a la misma Madre Naturaleza, impidiéndole hacer lo que milenios y milenios había hecho desde siempre que, al ver que algo se excedía en su producción, aparecían las plagas para comerse el excedente; sin embargo, esto no le pareció bien a algunos humanos que querían sacarle más y más provecho a sus tierras, por lo que inventaron ese veneno para destruir a las plagas que su única función es, mantener el equilibrio ecológico para que nada se salga de su lugar.
Así que ahora estamos pagando las consecuencias por ese afán de querer hacer producir más de lo debido a la tierra, por explotarla al máximo; por lo que la Naturaleza tal vez nos mandó su plaga.
Sea pues. Vale.
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