La comunicación y gobernanza de la “nueva realidad”…
Marco Vinicio Jaime
22 de junio de 2020
La reconstrucción en la ‘zona cero’ mundial, que deja como estela el “Gran confinamiento” por la pandemia de Covid-19, constituye por mucho el reto más poderoso de los últimos 100 años, tras haberlo cambiado todo en el desenvolvimiento de la sociedad, desde las entrañas mismas de su estructura político-gubernamental, comunicacional y económico-productiva; hasta en lo cultural, familiar y psicosocial, en función de que nada volverá a ser igual, y en consecuencia la única opción de supervivencia física (vida y salud) y organizacional, requerirá de renovados patrones comportamentales fincados en resiliencia (propio del que está aptamente dispuesto a la superación y adaptación) y capacidad de entendimiento cabal de los turbulentos tiempos por lo que se atraviesa.
Hoy, ya no es posible continuar con los mismos métodos de acción, ni en el ejercicio del poder, que implica su búsqueda, desarrollo y conservación, como de los propios esquemas de actividad popular, que fueron parte de una cotidianidad ahora totalmente infuncional y letal: con la enfermedad en su punto más crítico como amenaza constante -sin visos aún de una vacuna- y la muerte rondando por doquier. La drástica mutación de las demandas, carencias y necesidades ciudadanas comporta un singular escenario donde la preservación de la vida, la salud y la subsistencia, será prácticamente un triunfo obtenido a pulso cada día, que de ahí se tendrán que desprender las políticas públicas y la correspondiente administración de los recursos disponibles para consumarlas.
De conformidad, no hay ganancia alguna ya, ni habrá futuro para nadie, en la división, en la mezquindad sectaria, en la intolerancia al disenso, la nociva concentración de poder, o en la anteposición de intereses y ambiciones personales, dentro del engranaje gubernamental -que por ahora ha sido causa de descoordinación e incongruencias-, como del que aspire a usufructuarlo en cualquiera de los cargos de elección constitucional: más de lo mismo, simulación, mentiras, ignorancia e improvisación; avaricia, egoísmo y lucro del sufrimiento vigente, será directamente proporcional al fracaso; de las camarillas de siempre, de los monólogos y el de dar la espalda a la realidad; en la ausencia de liderazgos plenamente conscientes de su papel en la “nueva normalidad”, para unir, sumar, comunicar, interactuar con hechos de probada eficacia en el imprescindible marco del compromiso y del beneficio recíproco, que estriba en saber dar para recibir, y que es clave asimismo, para la prédica del ejemplo y la autoridad moral, facilitando tal sistema de comunicación revitalizada que impela a la razón y la respuesta favorable de una colectividad persuadida a la corresponsabilidad en su cuidado, lo mismo que del fortalecimiento de la legalidad, la justicia, el Estado de Derecho y del desempeño de la autoridad.
Este nuevo ciclo, será característico pues por el alto costo que tendrá el vivir y “saber vivir en el espacio geográfico”. De tal suerte que hoy más que nunca se torna imprescindible la capacitación constante, la mejora continua y adopción de actualizadas herramientas de comunicación, de inteligencia gubernamental y estudio para conocer y saber interpretar oportunamente las señales del devenir, la problemática del pueblo en ‘tiempo real’ y en directo, y contar siempre con el oportuno potencial de articular soluciones contundentes acorde a cada momento, lugar y sector social. Solo en la unidad, en la concurrencia armónica de autoridad, pueblo, comunicadores, fuerzas empresariales, productivas, educativas, partidarias y todo el que desee salir avante con fe y ánimo renovado, se darán avances sustantivos en la reconstrucción que está en marcha y sus consabidos desafíos, que por lo visto, serán cada más severos y diversos.
Ya lo dijo el Consultor Internacional en Gobierno y Análisis Económico en tiempos de crisis, Erick Lobo, que las crisis siempre poseen un particular elemento para el aprendizaje, el enriquecimiento de habilidades, estrategias y adaptabilidad, y en esta ocasión inédita, no es la excepción, para robustecer precisamente la creatividad, la innovación y la transformación en esas mismas dimensiones. Por ello la cuestión es la siguiente: ¿habrá la voluntad política justamente para emprender el aprendizaje correspondiente en aras de una práctica política y de respectiva gobernanza en verdad concordante con la “nueva normalidad”, que responda a las expectativas de la sociedad de estos singulares momentos y los que vendrán? ¿Tendrá algo el Maestro Lobo que pudiera coadyuvar al cometido en la Entidad? Bien valdría la pena averiguarlo, y dar ese gran salto necesario por bien de todos y para todos, por el inalienable derecho de vivir en paz.
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