Tepic, Nayarit, jueves 21 de noviembre de 2024

Esclavitud moderna disfrazada

Sergio Mejía Cano

16 de junio de 2020

Históricamente está documentado que en diciembre de 1810 se abolió la esclavitud en lo que ahora es la República Mexicana. Asimismo, está plasmado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917, en su artículo 1, que está prohibida la esclavitud en nuestro país.

Sin embargo, hoy en día, al igual que como sucedió desde el principio de la abolición, mucha gente no ha llevado el apunte de acatar esta disposición, aunque eso sí, en nuestros días se dan casos de esclavitud nada más que disfrazada de algún modo para taparle el ojo al macho; y desde luego que posiblemente también disimulada mediante dádivas a las autoridades encargadas de que esto no suceda; pero que sucede irremediablemente. Y si bien cuando se descubre algún tipo de esclavitud en nuestro país, y se da santo y seña mediáticamente que hace que se indigne gran parte de la sociedad, al rato llega el olvido colectivo y con el tiempo ya casi nadie se acuerda de aquellos casos de esclavitud, hasta que de nueva cuenta se vuelven a descubrir; y muchas de las veces en donde mismo, en donde ya se habían dado y descubierto, pero que al ser olvidados los casos, quienes practican el abusar de campesinos, obreros y trabajadores de todo tipo, vuelven a la práctica de la explotación laboral.

Hoy ya tiene tiempo que no se habla ni se dice nada de los jornaleros en varios campos agrícolas en algunas entidades del país, en donde por lo regular llegan personas de otros estados a trabajar en la cosecha de diversos productos del campo, y que son alojados en galerones insalubres carentes de toda seguridad e higiene en lo absoluto; y en donde ponen a trabajar también a los hijos de esa gente que por lo regular llegan del estado de Oaxaca y otros lugares del sureste mexicano, hijos menores de edad y que, obviamente, les pagan menos que a sus papás y mamás.

Casos similares se han dado frecuentemente, los más recientes en Baja California, tanto norte como sur. Se ha informado también a través de los medios, que en el estado de Guerrero se han descubierto menores de edad en campos de amapola. Y el problema en sí, es que si no se denuncia esta clase de explotación de gente necesitada de trabajo, tal vez las cosas sigan igual en muchos lados.

En febrero de 2015 se dio un caso de una fábrica de calcetines supuestamente propiedad de coreanos, en donde explotaban y según las notas informativas de ese tiempo al respecto, hasta algunas mujeres recibían abuso sexual de sus patrones de origen coreano, y por si fuera poco, se encontraron hasta a menores de edad trabajando ahí . Esto por la avenida Mariano Otero, en Zapopan, pero dentro de la zona conurbada de Guadalajara, Jalisco. Y el asunto es que, si se descubrió que en esa fábrica se abusaba laboral y sexualmente de las trabajadoras, ¿se seguiría investigando si esos coreanos tenían otras plantas productivas en alguna otra zona tanto de la Perla Tapatía como del país? Y además, ¿seguirá operando esa fábrica de calcetines como si nada hubiera pasado?

Hay veces en que tiene que pasar una desgracia para que se descubran otras tantas, como pasó en el  temblor de 1985 en el entonces Distrito Federal, en donde en pleno Centro Histórico quedaron atrapadas y aplastadas infinidad de mujeres que se dedicaban a la costura, y que por lo mismo, al preguntarles a las sobrevivientes, dijeron el horaria al que eran sometidas para laborar diariamente y en condiciones extenuantes. ¿Se hizo algo al respeto? Pues al parecer nada más de momento, porque en el temblor de 2017 volvieron a pasar casos similares como en 1985 en que muchas costureras quedaron atrapadas en sus lugares de trabajo, ¿en dónde? Pues en el Centro Histórico de la hoy Ciudad de México.

Sin embargo, existe en nuestro país otro tipo de esclavitud que para mucha gente no le parece tal, y esta es la compra-venta de jugadores de futbol. Y desde luego que esta disposición de deportistas se podría considerar como cierto tipo de esclavitud por el hecho de ser comprados y vendidos como si fueran esclavos, precisamente; y todo con la complacencia de autoridades deportivas y de gobierno; pero lo que es peor, con la aceptación de los mismos deportistas que al parecer no les importa que los tomen como mercancía de cambio, tal y como se mercaban los esclavos en el siglo XIX en gran parte del mundo.

Y es probable que ahora con esta contingencia en donde ha quedado mucha gente desempleada, se descubran varios casos de esclavitud disfrazada en algunos negocios o empresas.

Sea pues. Vale.

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