Los estragos de las bebidas gaseosas
Sergio Mejía Cano
18 de mayo de 2020
Se dice y está documentado que nuestro país resalta entre los primeros lugares de consumo de bebidas gaseosas, y que por lo mismo, existe un alto porcentaje de mexicanos con diabetes, obesidad, deficiencias dentales y desde luego males renales entre otros padecimientos ligados no nada más a las bebidas carbonatadas, sino a la mala alimentación ya muy común entre nosotros así como a la química que contienen la mayoría de los productos empaquetados para consumo humano.
Respecto a los males renales, de acuerdo a estadísticas bien documentadas, ahora es más alarmante el creciente número de personas enfermas de los riñones, pero no tanto en personas adultas, sino que el índice de estos padecimientos se ha dado en los últimos años entre gente menor a los 20 años de edad. Ahora figuran en lista de espera para un posible trasplante menores de entre los 12 y 17 años de edad. Y esto debido a que muchos padres de familia les comienzan a dar a beber refrescos de todo tipo a sus pequeños desde temprana edad por el solo hecho de que como a ellos, los padres, les satisface mucho esta bebida que tal vez piensan o creen que a sus retoños también les agradará y para siempre; y en esto tienen razón, porque hoy en día hay niños y jovencitos de todas las edades que no pueden prescindir ya de su gaseosa incluso para la hora de los alimentos, que es peor.
Me comenta un compadre muy compungido que su hija mayor que no llega a los 25 años de edad, que está postrada en cama con un malestar renal del que ya está en tratamiento esperando a ver si reacciona su único riñón, pues tal vez congénitamente nació con uno sano y el otro riñón jamás se le desarrolló, y ahora el que tiene y con el que ha crecido ha colapsado por diversas circunstancias y que lo malo es que el médico nefrólogo que está atendiendo a la muchacha les ha dicho que si con el tratamiento no responde reduciendo la inflamación del riñón, posiblemente se le tenga que hacer diálisis y tal vez y hasta ponerla de una buena vez en lista de espera para un trasplante.
El problema estriba en que son miles de mexicanos esperando un posible trasplante de riñón, pues es un mal que se ha extendido inexorablemente, así que habrá primeramente que esperar los resultados del tratamiento y además teniendo una dieta balanceada para que no perjudique más ese único riñón y desde luego la sugerencia de evitar en todo lo posible bebidas gaseosas o muy azucaradas, así como otros tantos productos dañinos en gran medida para un riñón enfermo.
Es de suponer que la mayoría de nosotros sabemos o conocemos de personas ya sean familiares, conocidos, vecinos tal vez o por oídas que padecen de algún tipo de malestar renal, unos en forma incipiente y otros ya en estado muy avanzado, unos que están con diálisis y otros ya con hemodiálisis, y los peores casos entre niños y jovencitos que no llegan a la mayoría de edad aún; ¿y todo por qué? Pues en la mayoría de los casos que conozco y sé se debe a que tanto hoy enfermos renales, así como niños y jóvenes, no han tomado el agua suficiente prefiriendo beber refrescos en vez de agua natural. Y en verdad que no extraña que algunos padres de familia no obliguen a sus hijos a beber agua, porque a ellos mismos, los padres de familia, les gusta más el refresco que el agua natural, por lo que a los hijos se les va haciendo una mala costumbre mejor beber refrescos que tomar agua, pues así miran hacerlo a sus papás y mamás. Y lo triste es ver a madres de familia detenerse en un estanquillo o tienda a comprarles su refresco a sus niños porque tienen sed. ¿Y por qué no mejor agua natural? Y algunas mamás responden que porque no les gusta a sus hijos, y he ahí las consecuencias que con el tiempo, a falta de agua natural, los riñones comienzan a reclamar la falta de agua y ahí vienen las broncas de salud y obviamente los apuros.
A mediados de los años 80, una radiodifusora de Guadalajara, Jalisco, se dio a la tarea de investigar a “las Marías”, señoras de alguna etnia que ponen a vender fritangas en las esquinas del centro de la ciudad, y lo más notable era ver que esas señoras diariamente “alimentaban” a sus hijos con un refresco y pan de envoltura y paradójicamente así estuvieran vendiendo papas fritas, a veces en vez del pan industrializado les compraban fritangas embolsadas. Y lo que también se descubrió a estas Marías, fue que las llevaban los dueños de los canastos a pernoctar en galerones sin ninguna higiene en el sector Libertad, al oriente de la ciudad.
Sea pues. Vale.
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