La construcción política del presidente Andrés Manuel López Obrador
Octavio Camelo Romero
16 de febrero de 2020
La relación entre la economía y la política es una relación dialéctica por necesidad. La economía impacta a la actividad política y la política influye en el estar económico. Economía política y política económica. Sin embargo, de la situación económica surgen las lecturas económico-políticas. Empero no todas las lecturas valen por igual para la “construcción política” específica de carácter histórico-concreto. Y no existe una relación inmediata-lineal entre dicha situación y la decisión política.
“Ciertos aspectos” de la vida económica de la sociedad que aún no han sido abordados eficaz y efectivamente por las decisiones políticas, se manifiestan activos desde la gestión de la vida cotidiana de las personas. Aquí aparecen la desocupación, el nulo crecimiento económico, la migración, etc. Esta es otra manera a través de la cual la economía condiciona la vida política de la sociedad. Y aparece la inconformidad. Ocurre así porque las subjetividades de las personas y grupos sociales cuyas necesidades no se satisfacen por el curso de la política instituida, penetran, de una u otra forma, en las entidades económicas que funcionan conforme a la política instituida. Se producen conexiones que desbordan el objeto-espacio-tiempo de la entidad dada, emergiendo unos tentáculos de relaciones económico-sociales que no resultan neutrales para la política. Aquí los movimientos de los desaparecidos, del feminicidio, de la paz, etc. Lo importante para la actividad política dirigente, dominante a escala social, o gubernamental, es entender que estas situaciones coyunturales “no oficiales” tienen una significación política, aun cuando sean desconocidas o sean consideradas como un sacrilegio político, que aprovechan vacíos e imprecisiones de regulación política y jurídica o contravienen lo establecido, contribuyendo a la construcción de micro poderes que participan objetivamente del tejido de la sociedad y tienden a crear relaciones paralelas, tangenciales o entrecruzadas a las políticamente instituidas como dominantes.
Se crea una franja de relativa desarticulación político-económica respecto a la política instituida socialmente. Dicha desarticulación adquiere significado político cuando resulta sostenida en el tiempo, al menos por dos razones fundamentales: una por las fisuras que crea en el funcionamiento orgánico del todo social; y otra, cuando la institucionalidad política se esfuerza en “recuperar” dicha franja de desarticulación económico-social y, a través de ella, el campo de conexiones sociales no reconocido aún por la institucionalidad política y jurídica dirigente, dominante o por el gobierno.
Otro aspecto no menos importante, es la construcción de un nuevo modelo de nación centrado en la moralización de la vida pública, en la honestidad, en la lucha contra la corrupción, contra el despilfarro, contra la impunidad, en la aplicación de la justicia, en la redistribución de la renta nacional, etc.
Ante tales situaciones, el Presidente Andrés Manuel López Obrador está reconstruyendo por una parte, el tejido jurídico para recuperar las franjas desarticuladas por el neoliberalismo implantado por el PRIAN desde el gobierno de Miguel de la Madrid hasta el de Peña Nieto. Y por la otra, construyendo el nuevo modelo de nación, transformando el marco normativo y adecuando la estructura de gobierno a las nuevas condiciones. Como se pretende construir algo relativamente diferente a lo estatuido, la política, entendida como la acción de gobierno, juega el papel dominante sobre la situación económica que se trata de modificar. De allí surgen controversias y conflictos entre segmentos sociales y el gobierno de López Obrador. En fin.
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