No se ponen denuncias por desconfianza
Sergio Mejía Cano
16 de enero de 2020
Este segundo atentado contra su vida que sufrió el señor Rodrigo González Barrios ha generado un sinfín de especulaciones al respecto muy diversas y muy aparte de la información oficial, ya que hay voces que dicen que la libró, otras que aún no le tocaba, otras más que qué casualidad que no le pasó prácticamente nada y un largo etcétera que posiblemente pasen a formar parte del baúl de las leyendas urbanas.
Pero lo que sí ha estado generando entre buena parte de los tepiqueños este lamentable hecho, es la disuasión para mucha gente al querer interponer cualquiera tipo de demandas o denuncias en contra de quien sea y más sobre todo en contra de supuestos abusos de autoridad de parte de las fuerzas del orden por el temor a una posible represalia, y todo debido a que si una persona como el señor González Barrios que según se dice traía escoltas, pues entonces qué no podría esperar el ciudadano de a pie, en el entendido de que cuando alguien incomoda a ciertas personas allegadas al poder político o con conocidos entre las autoridades por alguna denuncia, aparte de que podrían no hacerle caso, y si a quien se acusa tiene algún tipo de influencias o palancas, no faltará un barbero que le haga saber que hay una demanda en su contra y ese tipo influyente haga algo para disuadir al acusador. Y ni modo que el acusador crea que le van a poner escoltas si es Juan Pueblo, porque se ha visto que si hay protección para alguien, tiene que ser algún personaje que haga ruido, como en este caso del señor que encabeza la Comisión de la Verdad.
Se ha dicho por parte de los mandos policíacos que hay pocas denuncias de la ciudadanía por sufrir o ser víctima de algún hecho delictuoso, pero esto no es por falta de valor civil de la población, sino más por prudencia, y más si no se tienen medios económicos, pues es más probable a que quien levanta una demanda o denuncia a alguien, el acusador sea el primero en ser investigado tal vez para ver el porqué ha sido víctima, es decir, en cierta forma se le convierte a un acusador en sospechoso de algo en el supuesto entendido de que por algo le pasó lo que le pasó; así que eso de tener que denunciar haber sido víctimas de un asalto, un robo, una agresión, etcétera, para mucha gente significa perder tiempo, dinero y esfuerzo, porque pronto llega la desilusión de que no avanza su demanda o denuncia y más porque lo traen vuelta y vuelta teniendo que gastar más en el transporte por lo que mejor se dejan las cosas por la paz; y más por no ser persona conocida o no tener amigos en los cuerpos policíacos o simple y sencillamente por no tener dinero.
Pero cuando sí se puso en peligro la integridad de quienes denunciaban las tropelías de los encapuchados que componían la Policía Nayarit en el sexenio anterior. A muchos de los denunciantes se les persuadía de un modo u otro para que retiraran dichas denuncias de abuso de autoridad de estos policías encapuchados que actuaban con tal prepotencia que a la mayoría de los tepiqueños los tenían muy asustados, así se dijera en los medios que tenían gran aceptación entre la población, y más porque no les importaba allanar casas y negocios sin ninguna orden de cateo, sino nada más por la razón de la fuerza y no por fuerza de la razón.
Allá entre 2012 y 2014, un bodeguero del Mercado de Abastos de Tepic, celebraba su cumpleaños por lo que contrató una banda musical y hasta un mariachi. A eso de las 20:00 horas, el cuerpo de vigilantes que había en dicho mercado le dijeron sin razón al bodeguero que ya parara su festejo, a lo que el bodeguero prefirió mejor cerrar su negocio y seguir el festejo en el interior; sin embargo, los vigilantes llamaron a la Policía Nayarit quienes ni tardos ni perezosos llegaron a la bodega del festejado y tumbaron la cortina del negocio haciendo aventadero de las personas que se encontraban en el interior de la bodega sita por la calle Construcción con salida a la calle 1 de dicho mercado, incluso uno de los encapuchados aventó a una mujer embarazada en contra de unas arpillas de cebollas a pesar de que la señora le decía al policía encapuchado que tuviera cuidado por su estado, pero esto le valió poco al encapuchado.
El bodeguero festejado había salido a comprar cigarros a un local de enfrente y de ahí miró todo y si no intervino fue debido a que el encargado de ese local de bebidas y revistas le dijo que no, que mejor después arreglara el asunto, ya con más calma porque en ese momento se lo podrían llevar detenido.
Sea pues. Vale.
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