Pecata minuta
Sergio Mejía Cano
04 de diciembre de 2019
Sentados alrededor de una mesa de café, salió a relucir entre los ahí reunidos la plática por una nueva serie que se está trasmitiendo por televisión referente a Hernán Cortés. Como comentario para rellenar la plática digo en voz alta que según Bernal Díaz del Castillo, relata que Moctezuma Xocoyotzin era un poco más alto de estatura y más claro de la piel que Hernán Cortés, por lo que un abogado ahí presente se me queda mirando fijamente diciéndome que tal vez se lo habían contado a ese tal Bernal Díaz, pues ni que hubiera estado ahí.
Los demás nos quedamos viendo al abogado con sorpresa, por lo que otro de los comensales le preguntó directamente que si no sabía quién era Bernal Díaz del Castillo, a lo que al abogado se limitó a decir que el nombre como que le sonaba pero que no lo ubicaba de bien a bien. Entonces otro de los ahí reunidos le confirmó al abogado que Bernal Díaz había sido un soldado que llegó con la expedición comandada por Hernán Cortés al continente americano, y que se había dedicado a escribir los acontecimientos día con día de todo lo que les estaba ocurriendo desde que habían salido de lo que hoy es Veracruz hacia la Gran Tenochtitlan, y le aclaró al abogado que cosa rara en esos días en que un simple soldado supiera leer y escribir, pero que esto le sirvió para llevar una bitácora de los acontecimientos de la invasión de los españoles a lo que hoy es Mesoamérica.
Otro más de los presentes terció diciendo que él había leído la “Vera Historia de la conquista” y que precisamente Bernal Díaz escribe que Moctezuma era más alto y más claro de la piel que el mismo Hernán Cortés, y que por extraño que pareciera, ambos eran muy parecidos físicamente, tal y como si fueran hermanos o parientes. El abogado nomás pujó y terminó su intervención diciendo que la serie televisiva le estaba gustando porque estaba bien hecha.
Esto me trajo el recuerdo de que mi papá tenía la plena convicción de que un profesionista, por tener un título con base en sus estudios y su carrera académica también tenía conocimientos de cultura general, a lo que una vez un servidor le aclaró que no era así, ya que la educación se daba en el hogar, y la enseñanza en los planteles escolares. Le dije a mi señor padre que como en todo: ni están todos los que son ni son todos los que están en el sentido de que entre algunos profesionistas había patanes y maleducados que, si bien podrían ser unas lumbreras en su profesión, en cuestiones simples de cultura general podrían ser los más neófitos. Y como cosa hecha adrede, mi papá tenía un amigo abogado, y conocido de la familia, al que un día invitó a comer a la casa. Ya estando presente este abogado amigo de mi papá, se ofreció que se comentó algo referente a una metida de pata de mi parte, a lo que le dije a mi papá que era una “pecata minuta”; al oír esto, el abogado amigo de mi papá y que me conocía a mí desde
niño, me tomó de un brazo preguntándome en tono golpeado que qué había dicho, porque la palabra pecata no existía, que hablara y me expresara más bien, con propiedad, que la palabra correcta era “percata” y no pecata; obviamente nomás me dio risa pero no dije nada, fue mi papá el que le aclaró que nos estábamos refiriendo a otra cosa y que él, el abogado a simple vista no podía percatarse sobre el asunto del que estábamos hablando.
Y volviendo al abogado en el café que no daba a ciencia cierta quién era Bernal Díaz del Castillo, me hizo recordar también algo que leí ya hace un buen tiempo, tanto que no sé si en una revista o en un periódico, pues era un artículo sobre un funcionario público que protestó por la puesta de la obra La Celestina, en un teatro del Bajío, y que era tanta su rabia por lo que expone dicha obra, que primeramente preguntó a sus subalternos que quién era el autor de esa barbaridad, a lo que sus empleados le dijeron que un tal Fernando de Rojas, y pidió que lo buscaran y se lo trajeran de inmediato para darle el castigo que merecía por alterar el pensamiento de la gente de bien; y amenazó con destituir a los policías si no le traían de inmediato al perverso que había escrito esa maldita obra. Y al parecer fue su secretario o uno de los allegados a ese funcionario del Bajío, que le aclaró que Fernando de Rojas había sido un escritor y dramaturgo que vivió en el siglo XV, por lo que era imposible traerlo ante su presencia.
Cada 13 de agosto procuro encontrar profesores de ambos géneros para preguntarles si les significa algo esta fecha pero de 1521.
Sea pues. Vale.
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