Dónde están los grupos guerrilleros
Sergio Mejía Cano
16 de octubre de 2019
La reciente emboscada a los policías estatales de Michoacán, ha dado pie para que crezcan los reclamos hacia el gobierno federal de que se necesita mano dura y no abrazos en vez de balazos, ya que al parecer la delincuencia organizada no hace caso al llamado del presidente Andrés Manuel López Obrador de que se porten bien porque si no, los acusará con sus mamás.
Este suceso costó la vida al parecer al menos de 13 policías, aunque algunos otros medios dicen que fueron 14, así como nueve heridos y otros tantos ilesos. Un hecho terrible que se diferencia en grado sumo a otro tipo de emboscadas en que los emboscados al repeler la agresión acaban con los que los estaban atacando, dando la impresión de que a la mejor los agresores no sabían disparar o traían balas de salva debido a que no aprovecharon el elemento sorpresa y por lo mismo después fueron abatidos por los emboscados.
Cuando ocurre una balacera entre bandas rivales, por lo regular se informa que fue un ajuste de cuentas y casi siempre se le da carpetazo al asunto; sin embargo, en un caso como este de la emboscada, la agresión fue hacia un grupo de policías que en cierta forma no se esperaban que los fueran a atacar y menos por estar cumpliendo con su trabajo; pero el caso es que los atacaron sin decir agua va y he ahí las consecuencias tan dramáticas.
En este caso no se podría hablar de un “ajuste de cuentas”, porque lo que hacen los policías no se puede considerar o comparar a lo que hacen los grupos criminales a los que se les llama vulgarmente crimen organizado; y si bien en este caso que nos atañe, el ataque se lo atribuyó, según los medios informativos, el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero no dicen por qué o para qué asesinaron a los policías, a menos que lo hayan explicado en los mensajes que se dice tenían los atacados.
Hay quienes dicen que mientras no ataquen a civiles pues se podrían matar unos contra otros, pero aquí no es el caso porque no fue un enfrentamiento, sino una emboscada a policías que posiblemente nada tenían que ver con los grupos criminales, y los integrantes de estos últimos no pueden ser tan malvados para quitarles la vida a quienes en realidad nada les han hecho, porque en el hipotético caso de buscar venganza por alguna detención, pues los criminales ya saben a lo que le están tirando al meterse en broncas, y si son detenidos o abatidos por las fuerzas del orden es porque precisamente los malhechores se lo buscaron; así que un delincuente que se precie y respete de serlo, jamás va a tomar venganza en contra de los policías que únicamente hacen lo suyo: detener gente que viola la ley.
Y si se dice que no han atacado a civiles, en todos los casos parecidos a este hecho en donde perdieron la vida los policías, hay, desde luego, civiles afectados, es decir, las familias de estos policías que ni la deben ni la temen pero que al perder a su familiar policía y que tal vez haya sido su único sostén, obviamente que hay perjudicados como la esposa y los hijos o posiblemente hasta los padres de familia que recibían ayuda del hijo que era policía.
Claro que también los familiares de los delincuentes sufren las consecuencias de los actos de algún familiar metido al crimen, porque si bien podrían “vivir bien” durante cierto tiempo debido a dinero mal habido, es probable que poco les dure el gusto ya que se tiene entendido que por lo regular las personas que andan en malos pasos pocas veces llegan a viejos, a menos que los apresen y los metan a la cárcel como en el caso de Rafael Caro Quintero o don Ernesto Fonseca, quienes de no ser porque estuvieron en el bote, tal vez no hayan llegado a la edad que tienen hoy en día, porque en la calle estaban más en peligro que en el fresco bote.
Así que se entiende que civiles afectados los hay por todos lados simple y sencillamente por ser familiares tanto de un lado u otro; los buenos y los malos como quien dice.
Lo extraño del caso es que ahora ya no se habla de grupos de guerrilla, sino de puros grupos de delincuencia organizada, tal y como si los grupos de mexicanos disidentes hayan desaparecido de la noche a la mañana. Ahora ya no se habla de guerrilla como la de Genaro Vázquez Rojas o Lucio Cabañas Barrientos, o las Fuerzas Revolucionarias Armadas del Pueblo (FARP) o el Ejército Revolucionario Independiente (ERI), etcétera; del único que se habla de vez en cuando es del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), pero está en duda que sea un grupo guerrillero de verdad.
Sea pues. Vale.
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