Represión en la UAN
Oscar González Bonilla
27 de octubre de 2019
¡Vaya que me causó sorpresa! que un vigilante tratara de impedir que tomara fotografías a las instalaciones de la Universidad Autónoma de Nayarit.
Invitado a la presentación del libro “Un capítulo de la lucha comunista en Nayarit”, texto que documenta la actividad política del maestro universitario Octavio Camelo Romero narrada por el hijo de éste, Vladimir Camelo Avedoy, me preparé para asistir al acto de mi gran amigo de años.
Pisé terreno de la Universidad Autónoma de Nayarit alrededor de 20 minutos antes de la iniciación, 11:00 horas. Noté que el sol daba con todo su esplendor sobre el área de la explanada de rectoría. Demasiado fue el antojo de que el maravilloso espectáculo (para mí) quedara plasmado en serie de fotografías.
Con esa idea en mente me dirigí a la biblioteca magna con el propósito de deshacerse de mis chivas, sacar mi cámara y realizar lo procedente. Por fortuna en la mera entrada encontré espacio disponible, hasta sillas alrededor. Para las tomas tuve que buscar el ángulo adecuado con sombra, porque el sol pegaba de frente.
Había hecho cinco tomas cuando un tipo con cachucha montado en bicicleta de pronto se estaciona en banqueta de la biblioteca como a tres metros donde yo hacía la actividad. Sin apearse del vehículo me dice algo, pero como estoy más sordo que una tapia no le escuché. Con la mano puesta en la oreja hice la seña que no le oía. Cuando me acerqué me pregunta que para qué estoy tomando fotografías. Sin hacer mucho aprecio le manifesté: soy reportero de la gente. Me separé a cierta distancia, y en son de guasa le espeté: te prometo que es la última que tomo. Cuando regresaba al interior de la biblioteca observé que de entre sus ropas sacó un radio transmisor local.
Todo me imaginé menos que fuera guardia, seguramente con pertenencia al Sindicato de Empleados y Trabajadores de la Universidad Autónoma de Nayarit (SETUAN). Entonces se decidió apear y desde la puerta de la biblioteca, como que no se animaba a entrar, me hizo señal con la mano que fuera hacia él. No. Ven tú, le dije. Se introduce con radio portátil en la mano y ya cerca escucho la voz de alguien dándole indicaciones.
Para tomar fotografías aquí en la universidad necesita oficio de autorización, demandó. Bueno, si el oficio me lo tiene que extender Luis Manuel Hernández Escobedo (dirigente del SETUAN) ahorita voy con él, es mi amigo. Volvió a preguntar: para qué quiere las fotografías. Para ilustrar información por escrito, soy reportero, no agente de la CIA como te imaginas, le mencioné. La discusión con el guardia llamó la atención de algunos empleados y asistentes de la biblioteca. Lo observé con ánimo de decomisar la cámara.
Busqué entre mis chivas una vieja credencial, vencida su vigencia, que me acredita como reportero, para demostrar que no mentía. Jamás la encontré, seguro es que la deseché. En eso estaba cuando hacen su arribo al local Héctor Arellano, Carlos Rodríguez “Profe Gogó” y Héctor Severiano Ocegueda con atención a una llamada al celular. Pedí que acreditaran mi personalidad ante insolente guardián. Le dieron datos e información referente a mi actividad primigenia, pero no lo convencieron. Ahora nomás falta que me quieras meter a la cárcel, espeté.
En eso se agrega al grupo José Octavio Camelo Avedoy, un hombre de casi dos metros de estatura, escucha el desmadre e interviene para interceder en mi favor. Fue tan elocuente su explicación que el guardia terminó por convencerse y dejar las cosas en paz. Incluso se retiró pero esbozo de sonrisa se dibujó en el rostro del joven, ello me dio la impresión que Camelo Avedoy y él son viejos conocidos.
Todas la veces que he transitado por el espacioso terreno de la Ciudad de la Cultura “Amado Nervo”, asiento oficial de las instalaciones de la Universidad Autónoma de Nayarit, jamás de los jamases había sido reprendido por hacer tomas fotográficas. Y vaya que siempre lo hago a manera de hobby. Desconozco quien fue el autor de esa medida represiva. ¿Del rector Jorge Ignacio Peña González? Es probable.
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