El golpe de Estado en Chile
Sergio Mejía Cano
12 de Septiembre de 2019
Este 11 de septiembre se cumplieron 18 años del derrumbe de las torres gemelas en Nueva York, en el vecino país norteño; hecho que ha sido rememorado cada año consecutivamente desde el 2002; sin embargo, también en esta fecha sucedió un acto ignominioso para la democracia debido al golpe de estado en la hermana República de Chile en el año de 1973.
Muy pocas han sido las publicaciones que se han referido recientemente al suceso de lesa humanidad encabezado por el general Augusto Pinochet Ugarte, un acto que cometió este general por demás denigrante; y más, porque precisamente el presidente elegido democrática y constitucionalmente Salvador Allende Gossens, le dio toda su confianza a Pinochet al nombrarlo comandante en jefe del ejército de su país y sin embargo, lo traicionó para proteger tanto a la oligarquía de Chile como a los intereses de los Estados Unidos de Norteamérica (EUN); un hecho por demás aberrante y considerado por mucha gente como una gran traición no nada más hacia el presidente Allende, sino a su patria.
Está documentado que Salvador Allende buscó la Presidencia de su país durante al menos en cuatro ocasiones, y ya una vez en el cargo, comenzó a aplicar su política de acuerdo a sus ideales, cosa que no le pareció a la burguesía chilena y menos a los EUN que en aquel entonces presidía su gobierno el inefable Richard M. Nixon, quien al saber que el presidente chileno estaba comenzando a expropiar compañías gringas ordenó de inmediato que le hicieran “chillar la economía”; y así fue, le comenzaron a poner piedras en el camino, pero como Allende siguió en las mismas, obviamente que los gringos no iban a soportar estas afrentas, y de inmediato maicearon al comandante en jefe de las fuerzas armadas de Chile y ya lo demás es historia.
Se dice históricamente que los generales y gran parte de la jerarquía militar chilena está compuesta en su mayoría por personas pudientes y sus descendientes, que nada más tienen acceso a los puestos de mando hijos de las clases más adineradas de esa nación sureña del continente americano; de ahí que hubiese descontento entre las filas militares de alcurnia por el rumbo de la política popular de Allende, por lo que quizás por eso no tuvieron ningún empacho para derrocarlo debido a que según la alta jerarquía militar, estaba atentando en contra de los intereses de la “gente de bien”, de las clases acomodadas y eso, bajo ningún concepto, la burguesía chilena estaba dispuesta a tener que soportar. Y menos el gobierno gringo iba a aguantar que les nacionalizaran varias empresas e industrias, así que habría que quitar a ese presidente que quería el bien de la población chilena, de las clase más necesitadas y no de las acomodadas e intereses gringos.
Aquí en nuestro país existen dos personajes políticos que en tres ocasiones han buscado la Presidencia de la República: Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y Andrés Manuel López Obrador (AMLO), y si bien con Cuauhtémoc Cárdenas no se cumplió la máxima de que a la tercera va la vencida, con AMLO sí, y ahora despacha en el Palacio Nacional, y si bien ha dicho que “los pobres primero”, obviamente que estos no nos acabaremos porque si no después cuál sería la bandera de promesas de los próximos candidatos; pero aunque el actual mandatario del país esté pretendiendo hacer lo que se pueda por las clases más necesitadas, hasta el día de hoy no se ha pronunciado por expropiar compañías y empresas que después de haber sido nacionalizadas se volvieron a privatizar, sino que respetará dichas privatizaciones con sus contratos y todo lo demás. Sin embargo, en caso de que de pronto se le prendiera el foco a AMLO y quisiera resarcir lo mal hecho por las administraciones anteriores, sería poco probable que algún militar se prestara a derrocarlo porque tal y como ha señalado el mismo presidente mexicano, el ejército en nuestro país es pueblo uniformado; y además, aún persiste la profunda huella de dolor que dejó la lucha fratricida que siguió a la Revolución Mexicana, por lo que sabe y entiende nuestro presidente, lo mismo que sentimos y entendemos la mayoría de los mexicanos: que no se apoyaría un golpe de estado porque sería una nueva lucha posiblemente similar a la de principios del siglo XX en donde se caracterizó la máxima de “quítate tú, para ponerme yo”; es decir, una lucha del poder por el poder y no por el bien de la Nación en sí.
Así que AMLO podría estar más tranquilo que el bien recordado presidente chileno Salvador Allende Gossens.
Sea pues. Vale.
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