La pobreza es el tema central de los mexicanos
Octavio Camelo Romero
15 de Mayo de 2019
Ya lo había dicho Andrés Manuel López Obrador en su campaña presidencial, sobre todo en la reunión con los jóvenes estudiantes del TEC en Monterrey. En aquella ocasión y bajo el manto de la “economía política vulgar”, AMLO sacó a relucir su ecuación, “violencia-ocupación-crecimiento”. Hay violencia porque los jóvenes no tienen empleo, salvo en la delincuencia. Y no hay empleo porque no hay crecimiento económico, el país tiene 30 años de estancamiento neoliberal. Aquí surge la variable mágica: no hay crecimiento del PIB porque no hay “inversión de Capital”. Ante tal situación, y para bajar tensiones sociales y evitar conflictos que pudieran poner en riesgo la vida del país, Andrés Manuel sacó el slogan: “por el bien de todos, primero los pobres”. Desde luego, que los capitalistas “mexicanos” no vieron riesgo alguno en el triunfo electoral de AMLO. Y “RESPETARON” el voto de más de 32 millones de mexicanos.
A 6 meses de gobierno de Andrés Manuel como Presidente de México, el hombre más rico del país tocó el tema de la “pobreza” desde su punto de vista, o sea, de la economía política vulgar. Carlos Slim dice que la única forma de eliminar la pobreza es creando fuentes de empleo, que no es “con caridad no con políticas públicas sociales de bienestar”, como se va a lograr salir de la pobreza. En otras palabras, se sale de la pobreza desarrollando al capitalismo, y en su caso, permitiendo el incremento del capital de Slim.
En el fondo tiene razón el hombre más rico de México cuando afirma que no es con “caridad” como los mexicanos saldrán de la pobreza. La pobreza en general, la pobreza alimentaria y la pobreza extrema en el país, son el resultado del desarrollo neoliberal en el territorio mexicano y de la amalgama de los capitales transnacionales con capitales mexicanos. El neoliberalismo, como ideología del capitalismo transnacional, no sólo desató las amarras y trastocó los valores morales de la vida social, sino que el individualismo llevado al grado extremo y aderezado con la liberalidad, hicieron de la distribución de la riqueza la fuente de dos entes antagónicos: la opulencia y la indigencia. Concentración y centralización de la riqueza de unos cuantos, por un lado, y la extensión de la miseria por el otro. Por lo tanto, el capitalismo transnacional no es la solución para los pobres mexicanos. Y si el problema que se tiene es de distribución de la riqueza, entonces el Estado Mexicano tiene la obligación de diseñar otros
tipos de políticas públicas que impacten en la redistribución de la riqueza social.
El valor del Producto Global o Social, dentro del capitalismo, está integrado por 3 categorías, por salarios, ganancia y renta del suelo. La simple observación de esta distribución en México nos muestra la enorme disparidad entre los salarios de los trabajadores y las ganancias de los capitalistas que operan en el país. A todas luces se requiere que el Estado genere políticas públicas que amortigüen esta polaridad entre salario y ganancia. No es posible seguir con los salarios de hambre para que los capitalistas transnacionales se lleven extraordinarias ganancias. Una ecuación es que los salarios de hambre generan corrupción. Por lo tanto, hay que subir el nivel de los salarios para abatir a la corrupción. En fin.
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