Los muertos hablan
Sergio Mejía Cano
10 de Abril de 2019
El reciente descubrimiento de otra supuesta fosa clandestina en las inmediaciones del aeropuerto Amado Nervo de Tepic, me hizo recordar que el año pasado, después de las elecciones del 1 de julio, alrededor de una mesa de café, los comensales ahí presentes tocamos el tema de la proliferación de tantas fosas clandestinas a lo largo y ancho del país y, desde luego, la aparición de más de 70 cuerpos en un rancho denominado San Fernando, en Tamaulipas.
Obviamente que estos cuerpos no estaban sepultados; sin embargo, este hallazgo no es nada comparado con la gran cantidad de cuerpos sepultados que se han encontrado en los últimos años en varias entidades.
En la charla de café sobresalió la conversación referente a que a ver si con la nueva administración acabarían los encuentros de estas fosas clandestinas, pero aún siguen apareciendo y, mientras no se dé a conocer de bien a bien el tiempo que tienen ahí los cuerpos humanos encontrados, por supuesto que vendrán las especulaciones de si son muertos recientes o ya tienen tiempo. Como por ejemplo en el reciente hallazgo en comento, se dijo de entrada que mínimo tienen dos años ahí los restos encontrados, por lo que no se han encontrado cuerpos en sí, sino solamente restos al parecer humanos por unas vestimentas ahí presentes.
¿A qué estrategia, sistema o recurrencia se deberá que de pronto hayan aparecido tantas fosas clandestinas? Desde luego que a lo largo de la existencia de nuestra nación el encontrar restos humanos a campo traviesa o sepultados clandestinamente no es nada nuevo, el problema es que ahora no es un cuerpo o dos, sino decenas enterrados juntos. De inmediato al hacerse ya noticia común estos descubrimientos de tantas fosas, las autoridades tal vez para quitarse de problemas las han atribuido a los llamados grupos del crimen organizado; pero, si se supone que estos grupos por lo regular andan a salto de mata para no poder ser ubicados tan fácilmente, es por lo se pone uno a pensar que para hacer una fosa de determinadas dimensiones que puedan albergar decenas de cadáveres, pues se necesita un buen tiempo, y desde luego con maquinaria apropiada para el caso, porque a pico y pala como que se dificulta un poco más y hacer una fosa grande en una sola noche como que no va, y luego el transporte de los cuerpos que, si los llevaron ahí aún con vida y los mataron ya dentro de la fosa es una cosa muy diferente a si ya los llevaron sin vida, porque esto es más esfuerzo todavía y tiempo. Y por más alejado de algún asentamiento humano en donde se haga una de estas fosas, tarde o temprano son descubiertas estas tumbas colectivas, tal y como ha estado ocurriendo últimamente.
En películas y series de televisión se ha oído la expresión de investigadores que dicen que “los muertos hablan”, claro que con una buena investigación y con la intención de llegar al fondo del asunto de la aparición de uno o varios cadáveres, porque se supone que todo ser humano tiene nombre y apellido y obviamente, lugar de origen y, según algunos antropólogos, así sean restos aparentemente irreconocibles por su avanzado estado de descomposición, en los huesos quedan características que podrían determinar raza y sexo.
Tal vez por eso, en la década de los años 60 del siglo pasado cuando se dio la llamada guerra sucia en contra de los campesinos del estado de Guerrero y en contra de los grupos guerrilleros de jóvenes urbanos, se decía que para que no hablaran los cuerpos a estos los arrojaban al Mar con cadenas en los pies, porque así era más fácil su desaparición para siempre y posiblemente jamás serían encontrados; porque de ser sepultados o abandonados en la Sierra, algún día serían encontrados sus restos; sin embargo, arrojados Mar adentro, ¿cuándo?
El problema es que así sean cientos de cuerpos los ya encontrados en dichas fosas clandestinas, todavía se habla de miles de desaparecidos cuyos familiares no han dejado de buscarlos sin que se encuentren rastros de esos que no se hallan entre los que se cuentan según lo que se ha informado en los medios, mujeres, hombres y hasta menores de edad.
Algo que es de llamar la atención es que quienes han encontrado más fosas clandestinas que las autoridades correspondientes, son asociaciones de personas que tienen familiares desaparecidos que por cierto, siguen buscando a cuenta y riesgo propio y tal vez sin ayuda gubernamental. Y por si fuera poco, los Servicios Forenses de varias ciudades del país siguen saturados de cadáveres sin identificar.
Sea pues. Vale.
Comentarios