Tepic, Nayarit, jueves 28 de marzo de 2024

Niño caprichoso y aferrado

Sergio Mejía Cano

01 de Noviembre de 2018

Por lo que se ve y se oye, al parecer el tema sobre el Lago de Texcoco seguirá dando tela de donde cortar durante mucho tiempo. Un tema que en cierta forma ha polarizado a varios sectores de la población debido a todo lo que esto implica para unos y otros. Cuestiones económicas y ecológicas son desde luego las que prevalecen; sin embargo, el conflicto económico es el que más se ha estado manejando sobre el ecológico que al parecer para mucha gente es ya un tema irrelevante.

Como se supone que la mayoría de los medios televisivos aún están supeditados al poder gubernamental, lo que más se está enfatizando son las voces del sector empresarial denostando la decisión que tomó el aún presidente electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) aparentemente apoyado por los resultados de su encuesta a la que muchos le llaman patito, pero que por lo pronto tiene de dónde agarrarse AMLO para imponer esta medida de que cancelará el proyecto de lo que pudiera ser el nuevo aeropuerto para la ciudad de México.

Lo curioso y que desde luego llama la atención es precisamente que se oye más sobre los supuestos daños a la economía y la posible ausencia de inversionistas en caso de cancelarse dicho proyecto aeroportuario, y casi nada se escucha respecto al daño ambiental; todo está enfocado en lo económico, y del ecosistema ni hablar.

AMLO ya lo afirmó y confirmó que se cancelará la construcción de este aeropuerto, pero el aún presidente Enrique Peña Nieto ha dicho claramente que el proyecto sigue en marcha por lo menos hasta el último día de su mandato que culmina el próximo 30 de noviembre. Dicho que pone a Peña Nieto como un niño caprichudo que se empeña en lo suyo a como dé lugar.

Ahora hay que ver que en caso de que se siga la construcción de este aeropuerto ya no habría que admirarse de Peña Nieto sino de los constructores que sigan echándole dinero bueno al malo a sabiendas de que es muy probable que sí se cancele esta obra; así que ¿para qué seguir tirando dinero en una construcción que no se concluirá? ¿Será tal vez para obtener más ganancias argumentando lo constructores que estuvieron gastando en material hasta el 30 de noviembre y así justificarse? ¿O será tal vez con la finalidad de que muy en el fondo saben que podría seguir esta obra debido a la ambivalencia que ha mostrado AMLO? Porque si son congruentes consigomismos los inversionistas y constructores que están envueltos en esta llamada mega-obra, de tontos seguirían ahí teniendo a cuestas la posibilidad de la cancelación.

Hay un dicho que reza que de qué murió el quemado, concluyendo que de ardor. Y todo indica que mucho empresarios e inversionistas en esta obra del aeropuerto en el exlago de Texcoco están ardidos y mucho por lo dicho por AMLO de que la obra se cancelará; y a pesar de que saben que por el momento el presidente electo aún no tiene ningún poder de decisión, es probable que estén acostumbrados  a aquello de que el rey está próximo a morir y que tarde o temprano llegará otro con el que por sí o por no, tendrán que alinearse. De ahí que debido a su descontento lo estén expresando por el momento, porque a la mejor después del uno de diciembre próximo ya no se atreverán a levantar la voz tal y como lo están haciendo en este momento.

Y como al parecer estos empresarios descontentos tienen muy arraigado el presidencialismo, tal vez también tengan la convicción de que para ellos el Estado de Derecho sea el que tanto la cúpula empresarial como la gubernamental el Derecho signifique es estos dos pequeños sectores sean los únicos que tengan el poder de decidir por los demás millones de mexicanos; de ahí su extrañeza de que ya no se les vaya a hacer caso y que no puedan decidir por los mexicanos de a pie, por los desarrapados y descamisados, tal y como en su momento nos llamó el señor Diego Fernández de Ceballos. Y quizás por lo mismo algunos empresarios y cúpulas gubernamentales no alcancen a comprender que el pueblo es el que decide de acuerdo al artículo 39 constitucional. Pero como la Carta Magna no significa nada para estas cúpulas cuando de hacer negocios se trata, y como no se le ha ocurrido derogar dicho artículo de la Constitución, lo dan como letra muerta.

Y ahora estos empresarios y amigos en el gobierno no acaban de carburar que el pueblo en sí está por encima de ellos y no al contrario como siempre se han sentido. Pero dejemos todo al tiempo, es muy temprano para andar elucubrando sobre qué pasará con un presidente que todavía no toma las riendas.

Sea pues. Vale.
 

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