Una ley que tendría que revisarse más a fondo
Sergio Mejia Cano
04 de Julio de 2018
Si hay algo en varias entidades de nuestro país que pudiera considerarse como uno de los actos más autoritarios y sin razón de ser, es la implantación de la Ley Seca. Y así se diga que es para asegurar el orden y garantizar el buen desarrollo de la jornada electoral, esto no es obstáculo para que haya o se generen conatos de violencia en las casillas electorales ya sea en su entorno o dentro de las mismas.
Es común que haya quienes tachen a los que están en contra de esta medida como alcohólicos frustrados y más si no se prevén con anticipación de una buena dosis de sus bebidas preferidas; pero este no es el caso, ya que la imposición de tal ley ataca en sí las garantías individuales y desde luego la tan cacareada economía de mercado; se impone el impedimento a dedicarse a un trabajo lícito, se coarta el libre comercio y por ende, se golpea la economía de muchas personas que se dedican al negocio de la venta de cerveza, vinos y licores.
Porque no nada más las grandes cadenas de supermercados y de las llamadas tiendas de conveniencia se dedican a vender esta clase de productos, sino que hay franquicias familiares cuyo único sostén es tener una pequeña licorería o un depósito de venta de cerveza, por lo que mantener cerrado su negocio durante 48 horas significa un severo daño a su economía y más, si es la única entrada de dinero para mantener a sus familias. Además, también resultan afectados los trabajadores de restaurantes, bares y centros sociales; y más la de quienes no reciben salario sino que están atenidos a las propinas y nada más. Porque aunque resulte difícil de asimilar, hay gente que está más esperanzada a que la entrada de dinero sea más alta por las propinas que por el sueldo que percibe; y hay gente que ni salario recibe sino nada más subsiste debido a las propinas. Aunque eso sí, con el permiso de los dueños de los congales o lugares que así acostumbran trabajar.
Se dice comúnmente que nadie está por encima de nadie; sin embargo, tal parece que quienes idearon esta ley seca no tomaron esto en cuenta ya que se pusieron y se impusieron por encima de la población, sobre sus gustos y costumbres adjudicándose el derecho de la voluntad de la ciudadanía al ordenarles qué hacer, qué ingerir, cuándo y cómo tal y como cuando existía el famoso “índex” promulgado hasta mediados de los años 60 del siglo pasado en donde la Iglesia Católica le ordenaba a su feligresía qué libros no leer por estar prohibidos para su fe, mediante un pizarrón a las afueras de los sus templos.
Así las autoridades que han establecido esta ley seca que lo único que provoca es que aparezcan los llamados popularmente aguajes clandestinos, que surja el mercado negro de venta de bebidas alcohólicas al por mayor que dejan una enorme ganancia a quienes se dedican a esta venta, por lo que por más multa que se les pudiera implantar, la pagan con facilidad porque el dinero para pagar la sanción sale precisamente del aumento al precio de estas dichosas bebidas, pues comenta un conocido que uno de sus compadres tuvo que pagar 400 pesos por una charola de 24 botes de cerveza en la madrugada del sábado para amanecer al uno de julio próximo pasado. Obviamente que para quien es previsor esta ley seca no le afecta en lo absoluto porque compra con anticipación todo lo que tantea tomarse u ofrecer a sus amistades y familiares, y desde luego que no tiene por qué pagar más del precio ordinario.
Se dice que esta ley ya tiene mucho tiempo de haberse implantado; sin embargo, recuerdo que anteriormente se aplicaba el mismo día de elecciones o días festivos de las seis de la mañana a las seis y a las tres de la tarde, respectivamente.
Según los medios informativos el gobierno estatal y el municipal se apoyan en el artículo 167 de la Ley Electoral del Estado y el 300 de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. Y el 167 señala que el día de las elecciones y el anterior se prohíben la venta de bebidas embriagantes. Y el 300 dice entre otras cosas algo que se podría prestar a confusión, ya que establece que las autoridades podrían establecer medidas para limitar el horario de servicio de los establecimientos en los que se sirvan bebidas embriagantes. Y la confusión podría darse en un establecimiento en donde se esté celebrando la fiesta de una quinceañera o una boda, bautizo o equis; porque ya se dieron casos en que llegó la policía a interrumpir una fiesta de este tipo con el pretexto de que se estaban ingiriendo bebidas embriagantes.
Sea pues. Vale.
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