El populismo de derecha amenaza con instaurarse en México
Octavio Camelo Romero
07 de Junio de 2018
El populismo es un tema relevante para las ciencias políticas, no únicamente en el pasado sino también en el presente. “En los últimos años, los pasos del populismo vuelven a resonar”. En 1988 en México con el retorno del cardenismo, en 1998 con Hugo Chávez en Venezuela, en 2006 con Rafael Correa y Evo Morales en Ecuador y Bolivia. En Perú ese mismo año el populista Ollanta Humala se enfrentó a Alan García. Y en México el impulso populista de Andrés Manuel López Obrador lo han llevado al triunfo en las elecciones presidenciales aunque no han reconocido en ningún proceso electoral, su triunfo. Hoy lo llevará de nuevo a AMLO al triunfo en las urnas el 1ero de julio del 2018. Sin embargo, ya nadie duda de que el populismo en México esté de regreso.
En el pasado los tratadistas inscribieron el “fenómeno populista” en el marco de la transición de una sociedad tradicional a una sociedad moderna. El populismo sería así un accidente en la transición y no algo esencial. Algunos aspectos de los planteamientos históricos se resultan relevantes para entenderlo y contextualizarlo. En primer lugar, se tiene la presencia de un gran segmento de la sociedad conformado por una mezcla heterogénea de individuos procedentes de formas tradicionales, de grupos excluidos por la modernización, de estructuras aberrantes de proyectos económicos frustrados, de burocracias agraviadas, de grupos étnicos en descomposición, de comerciantes ambulantes, de emigrantes desocupados, de trabajadores precarios y mil formas más. Se trata de una masa de población que vive su no contemporaneidad llamada “pueblo” por los dirigentes populistas. Desde luego que el pueblo varía con el país y la época, y no solamente es una característica del México de los años treinta, cuarenta y cincuenta, sino que existe hasta nuestros días. Por lo tanto, el pueblo no está ligado exclusivamente al proceso de transición y en la actualidad tiene una presencia con condiciones de vida peores que en el pasado. En segundo lugar la rapidez y agresividad de la modernización y expansión del capitalismo en el mundo o la mundialización del capital, denominada globalización del capitalismo, se trata de un proceso de dominación capitalista de las sociedades atrasadas y a su vez, incorporarlas a los procesos de acumulación capitalista, de la reproducción ampliada del capital con su consecuente industrialización, sin esperar a que la sociedad se prepare para los cambios. En tercer lugar, la figura del líder populista es de un líder carismático con una fuerza personal de persuasión cuyo discurso suele ser una mezcla ideológica que gira en torno a la exaltación del “pueblo” y a la solución de sus problemas. Por supuesto, la presencia de líderes políticos fuertes y carismáticos no es algo exclusivo del populismo. Lo que se ha observado como propiamente populista es el discurso ideológico del líder y las peculiares mediaciones que lo conectan con las masas que lo apoyan.
Por otra parte, si concebimos al populismo únicamente como discurso que interpela al “pueblo” en tanto sujeto para oponerlo al Poder, entonces nos quedarían claras las campañas de Anaya y Meade que le han robado a AMLO sus planteamientos y propuestas, como primera parte del plan del fraude electoral que ya se inició. En tal sentido habría populismo de izquierda y de derecha. Esto quiere decir que desde antes del triunfo de André Manuel López Obrador con su modelo de economía mixta y de desarrollo con justicia social, ya han impactado sus propuestas en las campañas de sus adversarios. Pero de eso no se sigue que ellos cumplan. La siguiente fase del fraude es la de llevar a AMLO, Anaya y Meade al empate técnico, donde la diferencia entre ellos sea mínima, de 1 o 2 puntos porcentuales. Y la tercera fase será la del cómputo, en donde a como se ven las cosas, el INE dará el triunfo al populista de Meade. En fin.
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