Un chairo de la tercera edad
Sergio Mejia Cano
27 de Abril de 2018
Constantemente aparece en las redes sociales un aviso respecto a que no permitamos que la diferencia de ideas nos separe tanto familiarmente como en amistades. Y tiene mucha razón este anuncio, ya que hay ocasiones en ahora en estos tiempos electorales no falta quien se acalore un poco demás al no estar de acuerdo a una plática o por supuestamente estar atacando al candidato de su preferencia.
Bien podrían llegar hasta los golpes unos familiares o amigos y por lo mismo dejarse de hablar por defender sus ideas y sin embargo, al término de las elecciones los políticos como si nada hubiera pasado y hasta llegan a abrazarse o a formar parte del equipo del que ganó y acá los ciudadanos de a pie peleados y rompiendo lazos familiares y de amistad posiblemente para siempre.
Bien se dice que no es ético hablar en primera persona en un artículo de opinión; pero a veces es necesario para establecer la idea de lo que trata uno de explicar. Pues resulta que un familiar que no llega a la veintena de edad, me dice que soy un chairo por mi posición ideológica y por lo que hablo y expongo. Así que me di a la tarea de buscar esa palabreja tan de moda y resulta que según el Colegio de México (Colmex) a través de su Diccionario del Español de México, señala que esa palabra es un sustantivo y un adjetivo ofensivo, y que se refiere a una “persona que defiende causas sociales y políticas en contra de las ideologías de la derecha, pero a la que se atribuye falta de compromiso verdadero con lo que dice defender; persona que se autosatisface con sus actitudes”.
Ah caray, ¿entonces para ser congruente con mis dichos y actitudes tengo que andar en la calle tratando de exponer mis ideas para satisfacerme a mí mismo? ¿Por eso soy un chairo? Desde luego que mi familiar desconoce todo lo que hace de joven una persona que hoy forma parte de la tercera edad y que de acuerdo a esta edad, ya no es propicia para andar de revoltoso gritando y enarbolando banderas exigiendo libertad a los presos políticos y leyendas alusivas en contra de la explotación de la clase trabajadora y un largo etcétera de exigencias que se han hecho desde siempre y que jamás han sido atendidas por las autoridades en turno; así que se aprovecha una tribuna escrita para hacer patentes los sentimientos sobre las ideologías firmes e inamovibles.
Todo esto porque le hice ver a mi familiar publicaciones en varios medios que le daban el gane al candidato Andrés Manuel López Obrador (AMLO) incluso hasta el del New York Times (NYT) que, en una de sus publicaciones posteriores al debate le da el gane a AMLO simple y sencillamente porque no se confrontó como los demás candidatos esperaban, que permaneció ecuánime y simple y sencillamente porque no perdió su posición de ir en primer lugar en las preferencias del electorado. Y por cierto, le aclaro que AMLO no es el santo de mi devoción, y que no es precisamente de izquierda, sino un ente creado por el mismo sistema para dar un matiz de un candidato de esa línea y que por lo mismo, no representa a la verdadera izquierda del país la que sigue oprimida en cierta forma, pero con el cuento de que AMLO es de izquierda más o menos se calman los ánimos de esa izquierda que no dejan participar abiertamente.
Pero mi familiar, necio y montado en su macho, me dice que sí soy chairo porque estoy igual que los seguidores de AMLO que nada más oyen de él lo que les conviene oír, solamente lo que se dice a favor y no los errores que se le achacan. Y le aclaro a mi joven familiar que todo lo que expuse no lo digo yo, sino que por eso le demuestro que lo dicen los medios y que al NYT de nada le sirve ponerse de un lado u otro, sino que más bien analiza la situación en forma neutral publicando lo que se le hace más obvio: que este primer debate le hizo lo que el viento a Juárez, porque también hay otros medios que afirman que AMLO no ganó ni perdió, sino todo lo contrario.
Para concluir le comento a mi familiar que no llega a la veintena de edad, que gracias al PRI y al PAN, de las nuevas generaciones pocos van a llegar a pensionarse cuando lleguen a la edad requerida, porque si actualmente hay mucha gente que no puede cubrir las 500 semanas de cotización ante el IMSS para poder pensionarse, mucho menos lo harán estas nuevas generaciones que tendrán que cubrir 1250 semanas para poder lograr la pensión, por el cambio de la Ley del IMSS de 1973 para dar paso a la de 1997 que resultó ser mucho más nociva que benéfica para la clase trabajadora.
Sea pues. Vale.
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