Cambio verdadero contra más de lo mismo

Por fin llegó el primer debate de los candidatos presidenciales. Días antes había transcendido a través de las redes sociales que hubo una reunión de empresarios y políticos donde estuvieron representados PRI, PAN, PRD y la chiquillada para ponerse de acuerdo sobre las estrategias que seguirán para impedir el triunfo de AMLO el primero de julio de este 2018. El asunto está en que el mentado debate dejó translucir algunas de las acciones acordadas en la antes señalada tertulia político-empresarial. Es interés del gobierno de la República que André Manuel López Obrador no gane en las elecciones del 1ero de julio del 2018 y que su lugar lo ocupe Ricardo Anaya o Antonio Meade. Para tales fines el aparato oficial alinea a las televisoras y demás medios masivos de comunicación con tal propósito, así como a los cuatro candidatos presidenciales contra AMLO. El debate fue un simple instrumento para tales fines. Sin embargo, la beligerancia de Anaya hace pensar que no está dispuesto a sacrificarse por Meade y que sería una roca en el zapato de Enrique Peña Nieto. Más que propuestas, debatieron diatribas y ataques a Andrés Manuel. Y los medios masivos de comunicación más que crítica, justificaron el teatro. Incluso, un noticiero televisivo fijó su atención en el desarreglo de la corbata como lo más trascendente.

Lo verdaderamente relevante de este debate es que quedó perfectamente claro que están enfrentados dos proyectos de Nación. Uno que aspira a seguir con más de lo mismo y otro, que aspira a un cambio de las condiciones y de proyecto de desarrollo. Lo otro trascendente del debate es que únicamente AMLO está encabezando el proyecto de cambio. Los otros cuatro candidatos siguen con el proyecto viejo de Nación que tiene en la pobreza alimentaria a más del 50 por ciento de los mexicanos.

Como lo dijimos anteriormente, los seres humanos para producir sus satisfactores entran en relaciones sociales y, sólo a través de estas relaciones sociales, entran en relación con la naturaleza. Sin embargo cabe la aclaración que dentro del capitalismo, tales relaciones sociales están comandadas por la valorización ilimitada del dinero que se convierte en capital, lo cual es un movimiento que se caracteriza por la reducción del trabajo concreto al trabajo abstracto, y por la producción y venta también ilimitada de mercancías. Marx nos dice: “…como representante de la forma universal de la riqueza, esto es, el dinero, constituye el impulso desenfrenado y desmesurado de pasar por encima de su propia barrera. Para él, cada límite es y debe ser una barrera. En caso contrario dejaría de ser capital, dinero que se produce a sí mismo”. Por eso, debe extraer de la reserva terrestre materias primas, recursos del suelo y subsuelo, ilimitadamente hasta el punto que se afecta cada vez más gravemente a la biosfera y a los muy frágiles ecosistemas relacionados. La explotación ilimitada de la fuerza de trabajo comprada y la explotación ilimitada de los recursos naturales hasta agotarlos.

Andrés Manuel López Obrador busca compensar el ecocidio capitalista que el capitalismo global ha hecho en México, con su proyecto de Nación, con la recuperación de la agricultura, con la recuperación de la minas, con la recuperación del petróleo, etc. Y busca un desarrollo más que un crecimiento, con un sistema ecológico de explotación de los recursos naturales. En fin.